No hace ni 24 horas que dije que me importaba un truño lo que pasara en la cuadra 13 de Mercedes Milá, y ya estoy hablando de ella. Pero me sigue importando un truño. Así de veleta es uno con esta memez. Hoy puedo decir una cosa, y mañana la contraria. Y no pasa nada. No vi la gala de presentación, y lo llevo a gala. ¿Puede un comentarista que se precie hablar de algo sin verlo? No. Esa es la línea roja. Pero hoy no hace falta perder el tiempo en tontás para luego poder comentarlas. Los chispazos te llegan por todas partes. Por ejemplo, no estuve el viernes en la rueda de prensa de Soraya Sáez de Santamaría, allá en La Moncloa, pero sé que olvidándose de que es Gobierno asustó a los andaluces al ver "con preocupación" la hipotética suspensión de pagos de la Junta. Me pregunto cómo será la preocupación de la señora por Valencia. Pobre.

Pero hablemos del cura motero. Entró, desconozco si a pie, en moto, con sotana, a pelo, dando hostias, o bailando

una jota, y la armó. Tampoco sé si la armó allí, pero sí que la ha armado afuera. En su club. Expulsado. Pero en ese círculo son ?nísimos y no echan a nadie. Lo suspenden a divinis. Lean. El superior general de los misioneros del Sagrado Corazón, en nota fechada en Roma, declaró la suspensión a divinis de Juan Antonio Molina Sanz. Es el cura motero. No me digan que eso de que te suspendan a divinis no es divino del copón. Al cura le advirtieron sus jefes que un programa cuya presentadora va tocando rabos sin ton ni son, y los concursantes se bajan calzoncillos y bragas más rápido que se santigua un cura loco, no era el sitio más guay ni para él ni para la iglesia. ¿Verá la vicepresidenta con preocupación esta divina suspensión? Es tan sensible.