Seguro que no es la primera vez que te ocurre que una deliciosa paella o plato con almejas queda arruinado porque estos deliciosos moluscos bivalvos están repletos de arena en su interior.

La buena noticia es que esto es fácil de evitar: solo necesitas algunas cosas que se encuentran en todas las cocinas y disponer de un poco de tiempo.

Sustancias y útiles necesarios

Para limpiar las almejas y conseguir que queden libres de arena, has de disponer de:

  • Un recipiente ancho y alto (por ejemplo, una cacerola grande)
  • Un colador de malla no demasiado fina
  • Agua del grifo
  • Sal marina de supermercado
  • Harina

Primer paso: un remojón en agua salada

Llena el recipiente con agua del grifo fría, añade unos 35 gramos de sal marina (que encontrarás en cualquier supermercado) por cada litro de agua y remueve la mezcla hasta que la sal se disuelva por completo. Así conseguirás que el agua sea prácticamente idéntica a la del mar.

Pon el colador en el fondo del recipiente y deposita las almejas sobre él. El colador sirve para que cuando las almejas vayan soltando la arena, esta se filtre hacia abajo y no vuelva a entrar en contacto con ellas.

Tras dos o tres horas, añade una cucharada de harina: las almejas se abrirán para alimentarse, facilitando y acelerando el proceso de purga.

Segundo paso: aclarado con agua corriente

Tras otras dos o tres horas, aclara abundantemente las almejas con agua del grifo. Debes hacerlo minuciosamente, una por una.

Una precaución elemental es que utilices agua fría durante este proceso.

Tercer paso: nuevo remojón con agua y sal

Una vez que las almejas están bien aclaradas con agua dulce, es el momento de repetir el primer paso, pero sin añadir finalmente la cucharada de harina. Deja que transcurran dos o tres horas más antes de poner las almejas a cocinarse en el fogón.

Si sigues al pie de la letra estas simples instrucciones, podrás disfrutar de todo el sabor y la textura de las almejas frescas, sin ningún temor a que la arena haga que no puedas apreciar su calidad.