El aceite y la mantequilla tiene en común que son dos grasas que se pueden utilizar para cocinar. Mientras que en el arco mediterráneo el aceite de oliva es el producto estrella, en países del centro y el norte de Europa, la mantequilla es la dueña de la cocina. Vamos a ver cuándo utilizar cada uno de estos productos.

¿Qué utilizar para cocinar?

Lo primero que debemos afirmar es que su origen es distinto. Mientras que el aceite de oliva tiene un origen vegetal, la mantequilla procede de grasas lácteas o de origen animal. Esto influye en las calorías que aportan al organismo y ello puede ayudarte a decantarte por un condimento u otro.

Lo primero que vamos a derribar es el cliché de que la mantequilla aporta más calorías que el aceite: no es cierto. Por cada 100 gramos de aceite aportamos 899 kilocalorías al organismo frente a las 758 kilocalorías de la mantequilla. Así que la recomendación es utilizar aceite o mantequilla allí donde queden mejor, pues el aporte calórico no es superior.

Mantequilla para postres y aceite para freír

Los expertos culinarios recomiendan el uso de la mantequilla para elaborar postres, porque aporta una mayor suavidad y solidez a las preparaciones, aunque siempre en pequeñas cantidades. Puedes utilizar mantequilla para elaborar dulces, pasteles o galletas, entre otros usos, aunque sin abusar si no deseas aumentar tus niveles de colesterol.

Mientras tanto, el aceite se recomienda para freír alimentos, especialmente el aceite de oliva virgen extra gracias a sus propiedades nutricionales. El aceite es más estable en altas temperaturas, así que te permite freír cualquier alimento de una forma más tranquila y dando un toque de sabor a las comidas. También se recomienda el consumo de aceite en crudo en ensaladas y otras recetas.

El aceite y la mantequilla no tienen por qué rivalizar en la cocina. Cada uno aporta interesantes ventajas a distintas recetas y elaboraciones, así que disfrútalos en tus recetas favoritas.