En el centro geográfico de la Región se encuentra la villa de Librilla, una villa demasiado desconocida por la inmensa mayoría de los ciudadanos de la propia Región de Murcia, y que en los próximos años aspira a poder mostrar todo su potencial turístico. Hace tiempo escribí que "no es necesario viajar a la región de la Capadocia en Turquía, o al Parque Nacional del Cañón Bryce en EEUU para contemplar sus famosas Chimeneas de Hadas".

Este espectáculo de la naturaleza lo tenemos a quince minutos de la capital murciana, y estoy seguro de que si la gente lo supiera no solo el Ayuntamiento de Librilla haría algo más que dejarlas en el cajón del olvido, sino que la propia Administración regional, a través de su Instituto de Turismo, invertiría para convertirla en una de sus joyas de la corona en turismo de interior.

Una pena que Librilla no disponga tan siquiera de un punto de información turística, de un folleto informativo o de una mínima señalización. Nunca una ciudad desaprovechó tanto unos recursos turísticos únicos en el mediterráneo. Su actual alcalde, el tercero en apenas un año de legislatura, es consciente del gran déficit que tiene la ciudad, y no quiere dejar pasar la oportunidad de poner en valor una parte de ella. Sabe que si no invierte, si no pule la joya que tiene, seguirá la villa convertida en un lugar de paso, mientras la autovía y las vías del tren siguen estrangulándola día a día.

Librilla, cuyas tierras han regado los nacimientos del poblado de Fuente Librilla (Mula), tiene desde hace siglos atrás el Derecho de Concesión de Agua Real. Algo, que, sin duda, le permitió convertirse en un referente en dicha época.

Más aún, este trozo de la Región es la única ciudad que ofrece al visitante 365 puestas de sol diferentes al año. Todo ello desde su majestuoso Mirador del Embalse de Algeciras, donde el Barranco de Gebas se nos ofrece desnudo y brillante, cambiando de color a cada instante, y donde la naturaleza ha dejado caer un trozo de su tesoro.

Por si poder disfrutar de una de los más bellos paisajes de la Región fuera poco, justo detrás de este mirador, mientras miras sus atardeceres azules, amarillos y rojos, tienes el yacimiento de El Castellar. Tampoco está señalizado, pero estoy seguro que, algún día, alguien se dará cuenta de la necesidad urgente de comenzar a excavar sus entrañas, desenterrar la historia y, quién sabe, encontrar un nuevo poblado argárico, equidistante entre la Almoloya (Pliego y Mula) y La Bastida (Totana).

Inicio del camino en su Antigua Posada

Pero vayamos paso a paso. Comenzaremos nuestra ruta en su popular y conocido lavador, donde un olmo, algo más que centenario, se asienta para ver uno de los edificios más emblemáticos que existen en el Guadalentín: su Antigua Posada. Una lástima, un verdadero despropósito que un lugar así siga poniendo a la ciudad frente a un espejo. Si algún día la corporación municipal es capaz de poner en valor este emblemático edificio, el propio destino de la ciudad daría un giro de 180 grados.

Una de las mejoras formas de conocer este municipio es pasear por el conocimiento y su historia. Yo tuve el lujo de que el historiador local Salvador García Brocal me llevara de la mano para caminar juntos por un lugar que fue repoblado por aragoneses y catalanes, allá por el siglo XIV, bajo el gobierno de Jaime II. Desde aquí, y tras ver por las rejas y rendijas la majestuosidad de este edificio (hasta que alguien se tome en serio su restauración y puesta en valor), nos dirigiremos a la plaza del Ayuntamiento, donde su famosa torre del reloj nos indica el epicentro de la ciudad.

Un reloj, por cierto, comprado en Argelia en 1770, y que servía para que los agricultores conocieran las horas para el regadío. Antes de llegar, a nuestra izquierda, a unos cien metros de Las Posadas, se nos queda la Casa del Marqués de Camachos, donde Pedro Pagán Ayuso, que fue alcalde de Murcia en 1874 y diputado a Cortes en varias ocasiones, vivió y murió en ella.

Paso obligado por famosa Rambla de Librilla

Antes de abandonar la ciudad para dirigirnos a visitar el Barranco de Gebas, nos asomaremos primero a su Plaza de la Iglesia de San Bartolomé, para seguidamente acercarnos a su famosa Rambla de Librilla. Es de lamentar, una vez más, que la ciudad siga sin aprovechar este capricho de la naturaleza. Históricamente han cometido el grave error de vivir de espaldas a ella y se ha convertido en el patio trasero de muchas casas. Esperemos que, al igual que Barcelona y Cartagena (salvando obviamente las distancias) renacieron el día que decidieron mirar al mar, Librilla se dé cuenta del gran potencial que tiene en su icónica foto, se gire y convierta la Rambla en la columna vertebral de la ciudad.

Incluso podremos ver a nuestra derecha, antes de cruzar el puente, el asentamiento romano de El Salitre, que sigue aportando cada vez más información acerca de su historia. Una lástima que la crisis vuelva a tener en la recuperación de nuestro patrimonio a su primera víctima.

La mejor forma para llegar al Mirador de Algeciras, ya que lamentablemente no hay la más mínima indicación, es poner un GPS que nos lleve a él. Está solo a unos cuatro kilómetros de la ciudad dirección Espuña. Tras atravesar el Canal del Trasvase, una carretera de tierra, pero en perfecto estado y continuo ascenso, nos llevará hasta un pequeño aparcamiento que nos sitúa a apenas quinientos metros del Mirador. Detrás, no olvides que tienes El Castellar.

Se puede subir con cierta facilidad, aunque tendrás que tirar de instinto durante unos quince minutos. Si van pequeños hay que tener mucho cuidado, sobre todo al coronar el cerro. Aquí enseguida es fácil descubrir la delimitación de una de sus murallas. Lo ideal es que el Ayuntamiento organizara periódicamente visitas guiadas. Un lujo que no deberían permitirse seguir obviando.

El Barranco del Infierno: el secreto mejor guardado

«Cuenta una de sus leyendas que un pastor iba con un cordero recién nacido en sus hombros y que, al pasar por él, sus sonidos cambiaron, sus patas se volvieron negras y de pezuñas profundas, y el pastor soltó el cordero y marchó corriendo».

La mejor forma de llegar hasta el Barranco del Infierno es por la propia Rambla de Librilla recorriendo unos siete kilómetros. Aunque desde el aparcamiento donde dejamos el coche anteriormente tenemos una pista a nuestra izquierda sin apenas peligro. Hay que llevar cuidado, pero nos puede ahorrar más de la mitad del recorrido. Tras una bajada pronunciada dejaremos el coche al cruzar un antiguo embalse, que hoy está colmatado de sedimentos y piedras salinas. Estaremos en mitad del camino de la Rambla. Aquí comienza el espectáculo, Rambla arriba. La ida y vuelta se realiza en una hora.

Si ha llovido el acceso se hace pesado por el barro, y quizás sea mejor dejarlo para otro momento. Tras unos veinte minutos andando, una pinada nos recibe con sus sueños y sus sombras. La Rambla continúa a la izquierda hacia Fuente Librilla, pero nosotros tomaremos a la derecha dirección al Barranco. No tiene pérdida. En diez minutos, las Chimeneas de Hadas nos recibirán en todo su esplendor a la derecha, pero siga andando unos pasos más. A la izquierda encontrarás la 'Capilla Sixtina', como la conoce Salvador.

Unos cien metros más tarde el Barranco aún se cierra más. Es aquí donde los geólogos disfrutan como enanos. La salida desde aquí a la casa forestal está en muy mal estado y es un poco peligrosa, sobre todo si van peques, lo cual condiciona el lugar. El Ayuntamiento espera poder acondicionar el lugar, sin duda, si consiguen ponerlo en valor, Librilla tendría garantizado la visita de miles de visitantes.

Durante todo el trayecto las rocas que ha formado la sal te acompañan de la mano. No olvidemos que aquí, en Librilla, era de los pocos lugares, hasta los años 50 del pasado siglo, donde había salinas de interior. Una lástima que prácticamente hayan desaparecido. Mención especial merecen las Fiestas de San Bartolomé, aunque este agosto, como ha ocurrido a lo largo de la geografía española y mundial, las fiestas fueron suspendidas, pero vivir al menos una vez en la vida su noche de las pitanzas es un espectáculo que no debes perderte.

Una de las mejores bazas que tiene Librilla, es la Asociación ACUDEAL, donde tanto Salvador García como Fernando Barqueros (cronista oficial de Librilla), siguen empeñados en aflorar los tesoros de esta ciudad que sigue escondida, organizando actividades durante casi todo el año. No te lo pierdas.

Localización de Librilla

En verano... las Pitanzas de Librilla