Podríamos calificar la Universidad de Murcia como de auténtico milagro. Su existencia se convirtió, durante siglos, en una situación excepcional por los muchos escollos que tuvo que sortear a lo largo de su historia para llegar a subsistir definitivamente tal y como la conocemos hoy.

El primer centro de estudios superiores en Murcia vino en forma de madraza árabe, bajo la dirección de Al-Ricotí, pero sólo perviviría hasta una fecha que giraría entre finales de la década de los 60 y 1272, pues Al-Ricotí se vio obligado a emigrar a Granada ante las presiones para que se convirtiera al cristianismo: «Toda mi vida he servido a un solo Dios y no he podido cumplir lo que se le debe: ¿qué sería de mí si hubiese de servir a tres, como me pide el rey?», apunta que contestó al monarca Mariano Gaspar Remiro en su Historia de la Murcia musulmana.

En 1272, ya con Alfonso X convertido en rey, comienza una nueva universidad, esta vez cristiana.

El profesor más destacado de aquella universidad fue, como asegura Concepción Ruiz Abellán en Pasado, presente y futuro de la Universidad de Murcia, Ramón (o Raimundo) Martí.

Tras su desaparición, en torno a 1280, habría que esperar casi siete siglos para que naciera en Murcia un nuevo intento de centro de estudios superiores, la Universidad Literaria de Murcia, que pervivió tan solo un curso (1840-41), y en la que se enseñaba Filosofía, Gramática, Lógica, Geometría, Física, Matemáticas, Botánica, Agricultura, Leyes y Medicina entre otras materias.

El siguiente intento de una universidad murciana vendría de la mano de la Universidad Libre de Murcia, cuyo funcionamiento se extendería entre 1869 y 1874, y tuvo que ver con la libertad de enseñanza traída por la Revolución de 1868.

El último y definitivo intento por dotar a Murcia de una universidad no llegaría hasta cuarenta años más tarde, en 1915, fruto de una campaña popular liderada por el diario murciano El Liberal. Pero incluso ese intento, que a la postre resultaría definitivo, estuvo a punto de frustrarse en tres ocasiones. Afortunadamente se pudo capear aquellos temporales, gracias, en buena medida, a las buenas artes del rector Loustau y al apoyo popular, y hoy la Universidad de Murcia prosigue su singladura en plenas facultades.

La imagen reproduce un detalle de «Las Cantigas de Santa María», de Alfonso X el Sabio.