Esta semana ponemos ruta y dirección hacia Elche, cruzando los límites de la Región, pero desplazándo-nos a escasos sesenta kilómetros de la ciudad de Murcia. En una hora aproximadamente podemos llegar en coche a un lugar en el que la figura clave es la palmera, casi un emblema natural que tiñe de verde sus calles, parques y avenidas.

Es curioso que tengamos elementos paisajísticos tan cercanos y de tal belleza como la que nos regala esta ciudad vecina y muy querida por los murcianos. Cruzando la zona de Santomera, mientras vamos por la autovía, podemos apreciar la riqueza de la huerta junto con Orihuela, cuyo legado se asienta como no puede ser de otra manera junto al cultivo del limonero. La zona ilicitana sirve de terreno fértil para el cultivo de la palmera.

Ya en tiempos ancestrales, la palmera datilera está en escritos dando testimonio de su presencia con Plinio el Viejo. Íberos y romanos, visigodos y musulmanes fueron fieles al uso del dátil como recurso alimenticio. Pero, sin lugar a dudas, es el pasado musulmán el que teje de singular manera ese entendimiento de la agricultura en el sur de España, siendo grandes las referencias bibliográficas que ya citaban el Palmeral de Elche como uno de los lugares con mejor producción de dátiles de todo Al-Ándalus. Un vergel prodigioso que creció en tiempos, albergando en su interior la ciudad.

La Dama de Elche, reconocida en el mundo entero por su característica iconografía de la mujer, está a su vez íntimamente ligada a la palmera. En el yacimiento en el que se encontró se pudo comprobar cómo se utilizaba la hoja de la palmera en los distintos rituales que se llevaban a cabo. Los restos arqueológicos en forma de vasijas y de cerámicas tienen representaciones en las que la hoja de la palmera es parte del proceso antropológico y etnográfico de la época.

Esta zona está declarada como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde el año 2000. A los niños les sorprende muchísimo, si bien en nuestra Murcia contamos con espacios determinados en los que la palmera reina como elemento paisajístico, no es común encontrarnos con esta inmensidad de palmeras. Además, les podemos explicar de dónde vienen los dátiles que con otros frutos secos se comen tan gustosamente los niños como tentempié sano y más que natural. Y es que, como sabéis, siempre es bueno potenciar ese afán educativo en el que andan inmersos, y nada mejor para aprender algo de botánica que hacerlo sobre el terreno, al aire libre y en un espacio lleno de vida y de color. Podemos explicarles también que las palmeras pueden ser machos o hembras, siendo las hembras las que dan dátiles.

Os recomiendo llevar, como siempre, una mochila con todo lo que nos piden los niños, porque el hambre es la premisa que a media mañana siempre suena con alguna historia; así, que para que no se cansen y disfruten de verdad, agua y bocatas al macuto.

El lugar al que vamos es el conocido como 'Huerto del Cura'. Si ponemos el GPS vamos directos, pero, eso sí, lo complicado es aparcar; no obstante, merece la pena. No nos podemos imaginar lo espectacular del jardín que nos vamos a encontrar dentro. La entrada tiene un coste de 5 euros para los adultos y 2,50 para los niños. En el caso de estar desempleado o con minusvalía, se paga la mitad, y si eres estudiante, se queda en 3 euros. Nos encontramos al entrar una preciosa fuente de la que emana agua desde una bonita concha marina junto a una estatua de la Dama de Elche. El sombraje y la zona en sí es tan agradable que no puedes evitar sentarte y hacer unas fotos.

El huerto se divide en 22 secciones, que se pueden seguir con un mapa. Nos encontraremos palmeras datileras, strelitzias, cycas, phoenix canariensis, palmito, cáctus, cactáceas, boungavillas, yuccas, palmeras dedicadas y la famosa palmera imperial. Lo más curioso es que, además del repertorio botánico, en medio de sus jardines nos encontraremos con uno de los pintores más reconocidos de Elche: Manuel Martínez Torres. Si Claude Monet pintaba en su idílico Jardín de Gyverny, Manuel lo hace en este enclave tan maravilloso a diario. Salen de su lienzo una serie de maravillosas obras en las que las flores son las protagonistas. La temática vegetal es el icono y seña de identidad de su obra, que podemos apreciar al natural mientras trabaja en su proceso creativo diario. Os recomiendo acercaros a ver in situ su arte.

Para acabar la visita, os recomiendo cruzar enfrente y pasar un momento a ver el magnífico y espectacular Hotel del Cura, un edificio enclavado en un jardín paradisiaco, con bungalows entre palmeras y plataneras y todo el verde posible que os podáis imaginar. Un lugar de ensueño a pocos kilómetros de casa.