El doctor Luis Torres debería de llamarse doctor Luis Atkinson, tan sólo por la devoción que siente por tan acreditada marca de agua de colonia; la que usa, prácticamente desde que vino al mundo, sirviéndole de heraldo, ya que su llegada se huele a distancia.

Piensan los doctores retirados (los médicos nunca se retiran del todo) que los pacientes dejan de recordarlos, craso error; sobre todo cuando uno es pediatra, como es el invitado que nos ocupa, pues la muchachada crece pero no olvida, como es mi caso. Cuando me duele la entrepierna, recuerdo con nostalgia a mi querido doctor Torres y sus manos de santo, palpando con suavidad mis ingles en busca de alguna ´seca´, visité su consulta hasta bien entrados los cincuenta, fue entonces cuando me recomendó a un geriatra colega suyo, harto el pediatra de tan larga infancia.

El doctor sudafricano Christian Barnard fue el artífice del primer trasplante de corazón en 1967, realizado a Louis Washkansky, un corpulento comerciante desahuciado, tras nueve horas de intervención quirúrgica; el paciente duró tan solo dieciocho días, falleciendo de neumonía. El segundo paciente, trasplantado en una operación realizada en 1968, logró vivir año y medio. Barnard estuvo en España con, el también cardiólogo, Cristóbal Martínez Bordiú, quien realizó en septiembre de ése mismo año el primer trasplante de corazón de la historia de España, en la persona de Juan Alfonso Rodríguez Grille, un fontanero gallego de 41 años. La prensa del momento recogía las manifestaciones del influyente doctor Martínez Bordiú: «Considero que, desde el punto de vista médico, el resultado puede ser considerado un éxito». Y un día después de aquel experimento, desconsolado tras la muerte del paciente, se justificaba: «El paciente era un caso perdido».

En la imagen adjunta podemos ver al doctor Barnard (a la derecha con mascarilla) siguiendo las indicaciones del doctor Torres. El médico murciano nunca realizó un trasplante de corazón ni falta que le hizo, pero sí curó anginas, sarampiones, comezones y payuelas a varias generaciones de niños murcianos poniendo su enorme corazón en cada consulta realizada; niños de ayer, convertidos hoy en mujeres y hombres que gozan de una envidiable salud gracias a los desvelos, la generosidad y la sabiduría de tan entregado pediatra.