Resulta harto difícil escribir la historia de manera fresca y frívola, en una Tarea de Vacaciones que pretende ser amena y distraer la holganza del sufrido veraneante, cuando el terror nos golpea una vez más con su zarpa de odio; sembrando el sufrimiento y la muerte de forma indiscriminada. Es la hora de permanecer unidos y recobrar valores perdidos, olvidados, en aras del esnobismo, los gestos huecos, las palabras vacías, los separatismos trasnochados y la falta de medidas drásticas. Hay que plantar cara al terrorismo en su guerra cobarde con posturas firmes y hechos contundentes, que traigan de nuevo la luz y hagan entrar en razón a los que permanecen ciegos por el odio y la incultura.

Quizás nos sirva de ejemplo la figura de Don Álvaro de Bazán y Guzmán, para comprender la determinación ante la agresión descerebrada de culturas ancladas en el medievo más oscuro. Ante el peligro de una invasión general de Europa, el papa San Pío V logró formar la alianza que se llamó Liga Santa, de la que España formó parte como principal potencia. Se organizó una poderosa escuadra de doscientas sesenta y cuatro naves y ochenta mil hombres, y al mando de ella púsose don Juan de Austria, y con él, don Álvaro de Bazán, granadino de origen vasco-navarro, que se unió con treinta galeras de la Escuadra de Nápoles, dando desde el principio muestras de prudencia en sus consejos y convirtiéndose en uno de los más eficaces colaboradores de don Juan de Austria, que buscaba sin demora un enfrentamiento con los turcos. Las escuadras enemigas se avistaron a la entrada del golfo de Lepanto y las armas cristianas obtuvieron uno de los triunfos más gloriosos que registra la historia. Aunque el mando ´oficial´ fuera de don Juan de Austria, Álvaro de Bazán fue el hombre clave en la victoria de Lepanto.

Adrián Ángel Viudes hubiese sido un gran almirante en cualquier flota. Su pasión por los asuntos del mar le vienen desde su más tierna infancia; sus éxitos deportivos en años mozos a bordo del Galupe IV así lo ponen de manifiesto. Sus conocimientos náuticos y su vocación marinera han sido la clave en el espléndido resurgir del Puerto de Cartagena, le pese a quien le pese. La escala de grandes cruceros turísticos y las magníficas obras realizadas en el Puerto han convertido a Cartagena en una ciudad nueva, competitiva y llena de encantos, que alcanzará su cénit si algún día el grandioso proyecto del Gorguel se hace realidad y los despiertos de siempre no lo llevan al traste. Sí, don Adrián como don Álvaro de Bazán brillan con luz trémula sobre las aguas de la mar.