Para tan fino diamante, plata bastante no encontrará

o dice La Parranda, la zarzuela de Ardavín y el Maestro Alonso: La Canción del platero. Para este retrato de Carmen Caravaca voy a necesitar un diccionario de adjetivos, al menos de sinónimos de belleza. Estoy en una encrucijada, solo se me ocurren frases y argumentos que se han dicho ya antes, creando riqueza del lenguaje. Veo a Carmen Caravaca en esta foto de Saura y recuerdo el título de aquella película de Roger Vadim: Y Dios creó a la mujer. Fue en el 56, cuando Brigitte Bardot nos puso en alerta de los aciertos divinos. También pienso en la criatura que ante Ava Gardner dijo aquello de que la actriz era el ‘animal’ más bello del mundo, no salgo de la arritmia de la espiral. Juventud divino tesoro, también es certera.

La moda, los eventos, la pasarela, la escuela de sus sirenas... ese ha debido ser el mundo de esta mujer que ha vadeado el río de lo inconmensurable. La foto demuestra que fue una adelantada del estilo. Ahora todas las niñas llevan esos pantalones ajustados que asustan a padres y abuelos, y que enriquecen a tiendas, modistos y almacenes. No quiero preguntar por ella, mejor adivinar una vida hermosa y elegante, con los damnificados que hubiera lugar en un tiempo de libertades ganadas palmo a palmo. No quiero tener su teléfono, me hubiera gustado ser más listo y haberlo tenido hace tiempo. Mi inteligencia, compruebo, tiene un límite detestable.

Seguramente si acudo a la Tribuna la Muralla de mi amigo y casi vecino Miguel López Guzmán encontraré todo tipo de referencias del paso del tiempo. Sus portadas y anaqueles donde figuren hechos y milagros de esta mujer, que fue y seguirá siendo preciosa porque todo está dentro y fuera de las criaturas. Quiero quedarme con este sabor de verla así, tan formidable, en este verano sin piedad para los autores de esta colección.

Desconozco si Carmen, en tiempos, hizo cine. Debió de hacerlo para no terminar descalificando a los cineastas contemporáneos si se entretuvo en otras curvas del camino. Habrá creado Escuela de eventos, de saber estar, de lucir palmito. Eso es una evidencia. Vino, si la memoria no me falla, cuando la llamamos a la 7, la Televisión Autonómica, para uno de los programas de la nostalgia. Tal vez El Tiempo Vivido. Si tengo ocasión le preguntaré a ella misma, una vez que haya aceptado este ensayo sobre su persona, guiado por afanes inconfesables. No hace falta decir que gasto una sonrisa en semejante afirmación.

No quiero volver a la zarzuela, no quiero canturrear nuestra tierra, pero me llama poderosamente la atención que si Murcia da esas personas, así, sin pensarlo mucho, no sé qué hacemos promocionando el paparajote o el pastel de carne, dicho esto con enorme respeto a nuestra gastronomía. ¿Migas? Me dan acidez, prefiero un café con Carmen Caravaca.