No era la primera vez que Steven Spielberg era nominado al Oscar al mejor director. Todo apuntaba a que La lista de Schindler iba a ser la buena de verdad, pero, sobre todo, la consagración de Spielberg como un director de cine adulto. El cineasta de Cincinnati ya lo había intentado con El color púrpura, El imperio del sol y Always, sin embargo, e independientemente de que fueran mejores o peores películas, la crítica y, sobre todo, los Oscar, no fueron unánimes. Pero con La lista de Schindler parecía haber dado en el clavo, no solo porque la película estuviera bien hecha, sino porque además tocaba un tema muy sensible.

Por aquel entonces, antes de que Spielberg terminara llevándose su primer Oscar al mejor director, recuerdo que escuché cómo alguien me decía «espero que no se lleve el Oscar». Y yo le pregunté: «¿Y eso?». Me dijeron: «Como le den el Oscar nunca volverá a hacer películas como las de antes». Y, ¡diantres!, tenía razón fuese quien fuese el que me dijera aquello.

Después del Oscar a La lista de Schindler llegaron Amistad, Salvar al soldado Ryan, Inteligencia Artificial, Minority Report, que sí, que era una cinta de acción, pero para adultos, Atrápame si puedes, La terminal, Múnich (por cierto, peliculón), Caballo de batalla, Lincoln, El puente de los espías, Los archivos del Pentágono, West Side Story y la que estar por llegar, The Fabelmans, una cinta autobiográfica sobre su infancia.

Durante este periodo, lo más parecido que ha hecho Spielberg al tipo de cine que le dio la fama fue El mundo perdido, mala hasta el delirio; La guerra de los mundos, que sí, pero no; Las aventuras de Tintín, que iba a ser una trilogía y se quedó en nada; Mi amigo el gigante, que es aburrida hasta el ridículo, y Ready Player One, que un poco como La guerra de los mundos, sí pero no. (En cuanto a Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal he recibido una carta anónima que me amenazaba de muerte si la mencionaba, de modo que correremos un tupido velo).

A lo que íbamos. ¿Se parecen, de lejos, alguna de estas últimas películas a Tiburón, Encuentros en la tercera fase, la trilogía original de Indiana Jones o E.T.? Pues eso.

Algunos, los muy puristas, defienden a Spielberg hasta bajo tierra. Es verdad que no son malas películas, pero supongo que estarán conmigo en que ya no es lo mismo. Unos dirán que ha crecido, y, es cierto, pero el caso es que el director de E.T. parece que al final ha logrado dejar atrás su impecable ingenio para el cine de llano, simple y sano entretenimiento para, finalmente, ser incapaz de reproducirlo una vez más. A cambio, eso sí, nos ofrece obras trascendentales.

Unas mejores que otras, estamos de acuerdo, aunque en el fondo esto da igual debido al estatus de semidios que parece haber alcanzado Spielberg, en donde parece que poco importa que se haya gastado más de cien millones de dólares en West Side Story y que la cinta haya sido un fracaso porque es una película de Steven Spielberg. Y su único nombre ya implica respeto y prestigio.

Por cierto, que sería interesante valorar y analizar el momento en el que Spielberg pasó de veneno para cualquier cinéfilo serio a maestro supremo del arte cinematográfico porque, ahora, todo lo que hace parece ser una obra maestra. Pero bueno, de esto hablaremos otro día.

La cuestión. Explico todo esto porque al que siempre han calificado como uno de sus alumnos aventajados, Robert Zemeckis, le está pasando algo parecido, aunque, en resumidas cuentas, la cosa no le está saliendo tan bien. Zemeckis ha dirigido películas tan divertidas y entretenidas como la saga de Regreso al futuro, ¿Quién engañó a Roger Rabbit? o la muy reivindicable La muerte os sienta tan bien. Pero entonces llegó Forrest Gump, que es verdad, está muy bien, pero pasó un poco lo de Spielberg, le dieron un Oscar al mejor director a Zemeckis y entonces alguien lo engañó para convencerlo de que era un cineasta adulto. Entonces llegaron Contact¸ Náufrago, El vuelo, El desafío, Aliados o Bienvenidos a Marwen.

Como en el caso de Spielberg, también hubo vagos reflejos de lo que un día significó el nombre como Lo que la verdad esconde, Polar Express, Beowulf, Cuento de Navidad o Las brujas. Mejores o peores (más peores que mejores, no nos vamos a engañar ahora) estarán conmigo en que están lejos de Regreso al futuro o ¿Quién engañó a Roger Rabbit?

Es verdad que Zemeckis no es Spielberg, pero comparten cierto destino. Lo único es que, mientras Spielberg ha hecho alguna que otra gran película siendo un «nuevo director adulto», los designios de Zemeckis dejan mucho más que desear. Las mejores películas de Zemeckis en su etapa «adulta», digamos Náufrago y El vuelo, siguen estando muy lejos de las mejores de Spielberg.

La cuestión es que a Robert Zemeckis lo han engañado para hacerse mayor y el director no sabe qué hacer con su propia madurez. Buena prueba de esto es que cuando se ha dispuesto a llevar al cine una obra que habla, precisamente, sobre lo que nos hace ser adultos, la educación, el resultado ha sido demencial.

Su remake de Pinocho quiere ser tan fiel al original que se pierde entre las formas dejando de lado el contenido, razón por la que el conjunto se desdibuja. Y, de hecho, esto es lo que creo que le ha pasado a Robert Zemeckis, desde que dejó de hacer películas para, simplemente, pasar un rato entretenido. Lo que, sea dicho de paso, es más difícil de lo que parece.

La cuestión es que los estudios le siguen financiando grandes presupuestos y continúan confiando en sus películas, aunque no dejen de estrellarse una y otra vez. A veces me pregunto, ¿quién engañó a Robert Zemeckis? ¿Quién lo convenció de que podría sobrevivir como un director adulto? Y eso que es evidente que, eso de hacerse mayor, Zemeckis no lo está llevando bien. Hay que saber llevar los años, y está claro que Robert Zemeckis no lo está haciendo.