A lo largo de sus 85 años ha sido “hija de...” -el gran Henry Fonda-, icono sexual, ganadora de sendos Oscars por ‘Klute’ (1971) y ‘El regreso’ (1978), icono del ‘fitness’, realeza de Hollywood y, durante décadas, activista empedernida. Y de (casi) todas esas facetas ha hablado este viernes durante el acto de homenaje que el Festival de Cannes le ha dedicado en honor a sus seis décadas de carrera, y durante el que ha derrochado humor y dominio escénico a pesar de que le faltaba el audífono. “Me lo he olvidado, así que hablen alto”, ha solicitado. Posteriormente se ha confesado arrepentida de la cirugía que se hizo en el pasado, ha revelado el secreto de su buen estado de forma: “Dormir mucho, andar, comer bien y mantenerme siempre curiosa por todo".

Durante el acto, la actriz ha recordado las cuatro películas que protagonizó junto a Robert Redford -”a él no le gustaba besar y siempre estaba de mal humor; es buena persona pero tiene un problema con las mujeres”-, ha confesado que rodó la famosa escena del desnudo de ‘Barbarella’ (1968) tras haber consumido grandes cantidades de vodka -”en realidad es un largo plano de una actriz que sufre una resaca descomunal"- y opinado sobre Jean-Luc Godard, para quien filmó ‘Todo va bien’ (1972): “Fue un gran director y una pésima persona”.

"Para los hombres la amistad es competición; las mujeres se miran a los ojos mutuamente y no tienen miedo de pedirse ayuda"

‘Klute’, confiesa, la cambió para siempre, pero no por el Oscar. Dirigida por Alan J. Pakula, la película le hizo abrazar el compromiso social. "Para preparar el papel me pasé una semana viviendo con prostitutas, y comprendí que todas ellas habían sufrido abusos infantiles. En ese momento me hice activista y feminista, y eso me dio la vida. Y, con 34 años, sentí que empezaba a ser una persona". Mantiene que las mujeres suelen vivir cinco años más que los hombres porque entienden la amistad de forma distinta. "Para los hombres la amistad es competición; las mujeres se miran a los ojos mutuamente y no tienen miedo de pedirse ayuda". 

La gran causa por la que combate actualmente, asegura, es el cambio climático. “Tenemos motivos para la esperanza pero es un asunto muy serio”, afirma. “Nos quedan unos seis años para reducir drásticamente el consumo de combustibles fósiles. No habría cambio climático si no hubiese racismo o patriarcado porque todo responde al mismo modo jerárquico de pensar. Todo está conectado”. Y planea poner en pausa su carrera para centrarse en promover la causa demócrata durante la próxima campaña electoral estadounidense. “A la izquierda le cuesta tener buenos líderes, y sin ellos no se llega al poder”, ha afirmado este viernes. “Hay que salir a la calle, llamar a las puertas y explicar a la gente que la sanidad y la educación públicas nos benefician a todos. El verdadero cambio que se debe hacer desde el activismo es aprender a dialogar con quienes opinan diferente”.