Así lo aseguró a Efe un portavoz de la central, que recordó que Vandellós II acometió, durante los cinco meses y medio que estuvo parada, las reparaciones necesarias para funcionar de forma segura, por lo que desde entonces funciona "de manera correcta".

El condicionado impuesto por el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) a la central se ha ido cumpliendo según los plazos establecidos, explicaron las mismas fuentes, y las mejoras previstas en la instalación concluirán en 2008 con la puesta en funcionamiento de dos nuevos circuitos de aguas de servicios esenciales de agua dulce.

Debido a la corrosión detectada en agosto de 2004 en su sistema de aguas de servicios esenciales, la central tuvo que adelantar su parada de recarga del 19 al 15 de marzo de 2005 y permaneció parada hasta el 3 de septiembre de este mismo año.

En esos 172 días la central acometió las reparaciones necesarias para que el CSN les autorizase el funcionamiento, un tiempo en el que dejó de facturar en torno a los 100 millones de euros.

Según precisaron fuentes de la central, lo que la central dejó de facturar no se traduce directamente en pérdidas para las compañías eléctricas propietarias (Endesa -72%- e Iberdrola -28%-) ya que éstas produjeron la electricidad que no salía de Vandellós con el uso de otras energías.

El suceso, que ha sido estudiado en una Ponencia del Congreso de los Diputados, motivó medidas correctoras en la instalación nuclear y en el propio CSN, así como la dimisión de la dirección de la central por lo que se consideró una "falta continuada en la cultura de seguridad integral" de la central.

El incidente detectado el 25 de agosto se calificó inicialmente con un nivel "0", es decir, sin trascendencia para la seguridad.

En octubre pasó a ser un "1" y el CSN acabó otorgándole un "2" en el mes de mayo, el más grave en las nucleares españolas desde 1992.

El 30 de mayo de 2004 el CSN reconocía en un informe que el suceso alcanzaba un nivel "2" en la Escala Internacional de Sucesos Nucleares (INES), un "incidente con fallo significativo", pero subsiste una defensa en profundidad suficiente "para hacer frente a fallos adicionales", una calificación que tuvo por última vez Trillo (Guadalajara) en 1992.

El documento matizaba que el suceso alcanzaba un nivel "2" porque "daba crédito" a que en el momento del incidente había una bomba en la central capaz de inyectar agua y mantener la integridad del reactor porque, si no, habría sido un "3" como reclamaron en repetidas ocasiones las organizaciones ecologistas.

El CSN explicó que la recalificación del suceso obedecía a factores adicionales agravantes como son que el titular, a pesar de conocer "un proceso de corrosión generalizada" en las tuberías y problemas en las bocas de hombre por no estar "adecuadamente protegidas", no tomó las medidas oportunas.

Las medidas que adoptó el titular -indicaba el informe- fueron "inadecuadas en insuficientes", tomó "decisiones erróneas", no declaró la condición degradada y consideró que las fugas no pondrían en peligro la integridad del sistema.