Una pala cargadora hace un viaje tras otro para mover toneladas de basura. Es la primera estampa que uno se encuentra al entrar en la planta de tratamiento y eliminación de residuos de Lhicarsa, en Cartagena. Y quien está al volante es Begoña Dávila, una de las mujeres que trabajan en esta empresa de servicio municipal. Se asoma por la ventanilla, sonríe y saluda. Es casualidad, pero esta es la segunda entrevista que le hacen en lo que va de mañana. Para todos sus compañeros es simplemente una más del equipo, aunque lo cierto es que su historia es relevante porque se ha abierto paso en un sector masculinizado. La suya y la de todas sus compañeras. “Que no se lo piensen, yo estoy muy a gusto aquí”, anima así a otras.

Begoña Dávila junto a toneladas de compost en la planta de Cartagena. Loyola Pérez de Villegas

Begoña Dávila: “He crecido mucho desde que entré en la empresa”

Llega, se cambia, realiza los estiramientos que tiene que hacer, le asignan el puesto que le corresponde, coge la maquinaria que le toca y arranca la jornada. Begoña Dávila lleva dieciocho años trabajando en Lhicarsa. “Descargo residuos en la tolva, luego van pasando por toda la planta, por una planta vibradora que los va separando, y después vuelvo a recoger el compost, ya más refinado”, explica tras descargar las últimas toneladas de la mañana.

Cuando decía que trabajaba en la planta de reciclaje, les chocaba

“Cuando entré, al principio, contaba en mis círculos que había entrado a trabajar aquí y no se lo creían. Fuera de aquí me ven ‘arreglada’, y cuando decía que trabajaba en la planta de reciclaje, les chocaba”, explica Dávila. “¿Pero coges maquinaria y eso?”, le preguntaban. “Siempre ha chocado más que esté una mujer aquí, en el tema del reciclaje y la materia orgánica, y eso que nosotras lo mismo cogemos una máquina que nos ponemos a cargar camiones”.

La progresión de Dávila en Lhicarsa le ha llevado hasta la conducción de camiones de limpieza. Loyola Pérez de Villegas

Su crecimiento en la empresa ha sido muy grande desde que entró. Antes de la existencia de esta planta, esta trabajadora se encargaba de separar el plástico en una cinta. “Poco a poco he ido avanzando hasta que me propusieron llevar el camión, me saqué el carné, y ahora, en verano, también hago de conductora de limpieza”. 

Manuela Gandía junto a la prensa de los subproductos, en su puesto de trabajo. Loyola Pérez de Villegas

Manuela Gandía: “Empecé hace dieciocho años y éramos dos mujeres. Ahora cada vez somos más”.

“Desde el pasado uno de febrero soy peón especializado”, cuenta Manuela Gandía, que acaba de dar un salto en su recorrido dentro de la empresa. “Me dedico a todo lo que me mandan en todos los sectores. Ahora mismo estoy en la prensa de los subproductos. Hacemos selecciones para que luego vengan los camiones y puedan llevarse los materiales a reciclar”, señala.

Es un mérito llegar a donde he llegado

Gandía lleva dieciocho años trabajando en este sector y explica que su evolución en Lhicarsa ha sido “muy grande”. “Es un mérito llegar a donde he llegado”, apunta reconfortada.

“Sabes tú que este trabajo se asocia a un hombre, pero… ¿por qué no también a una mujer?”, señala la trabajadora. Gandía asegura que nunca le ha afectado ser mujer en este sector, y que tampoco ha sentido ningún trato diferente por serlo. “Soy igual que un compañero y me han valorado igual que a ellos. Somos todos un equipo”.

Gandía asegura que nunca le ha afectado ser mujer en este sector. Loyola Pérez de Villegas

Fuera de la empresa, sí que cuesta más que le sitúen seleccionando residuos: “Cuando digo que trabajo aquí, se piensan que estoy en una oficina. Luego, cuando lo explico, me dicen: ‘vaya una trabajadora, dónde estás…’”. Como otras de sus compañeras, opina que la formación es la vía que se debe potenciar para que sigan abriéndose paso en el sector.

 

María José Hernández pesa todos los camiones que llegan a la planta para controlar los residuos. Loyola Pérez de Villegas

María José Hernández: “Nunca he encontrado barreras en mi trabajo”

Maria José Hernández lleva más de quince años trabajando en el centro de tratamiento y eliminación de residuos urbanos de Cartagena. Su día a día consiste en pesar los camiones que llegan a la planta para poder comprobar las toneladas que se gestionan diariamente.

La basura no tiene horarios, estamos todo el día pesando camiones

“Empezamos temprano porque la basura no tiene horarios. Y estamos todo el día pesando camiones, atendiendo a la gente que viene y cogiendo llamadas”, explica la trabajadora. Los vehículos llegan con todo tipo de residuos, y Hernández controla las toneladas que pesan, tanto cuando entran como cuando salen. “Aproximadamente, gestionamos entre 300 y 400 toneladas al día”, explica.

Así es una noche con el servicio de recogida y limpieza de Lhicarsa en Cartagena

Así es una noche con el servicio de recogida y limpieza de Lhicarsa en Cartagena

Son cerca de la una de la tarde y, mientras atiende a un conductor que trae residuos de una depuradora, señala que, desde que entró, siempre se ha sentido una más: “No encuentro ninguna diferencia en mi trabajo con respecto a los compañeros, nunca me he encontrado barreras por ser mujer”.

Leonor Martínez: "No sabían si iba a poder volver a andar y a dia de hoy, pues fíjate..." Loyola Pérez de Villegas

Leonor Martínez: “Las mujeres tenemos que entrar en todos los puestos”

“Hay personas a las que les digo que trabajo en una planta de reciclaje, en un vertedero, y me dicen: Eso no es para una mujer. ¿Por qué no? Si lo desempeño igual que un hombre, ¿por qué no puedo estar?”.

Cuando digo que trabajo en un vertedero, me dicen: Eso no es para una mujer. ¿Por qué no?

Leonor Martínez trabaja en Lhicarsa, en triaje. En apenas una hora, ha solucionado una incidencia en una de las máquinas y ha estado separando residuos en una de las cintas de la planta.

Su recorrido hasta este punto no ha sido nada fácil. Hace nueve años sufrió un ictus que le dejó paralizado el lado izquierdo de todo su cuerpo. “No sabían si iba a poder volver a andar”, cuenta Martínez. El desenlace de esta historia, salta a la vista, ha sido muy bueno: “A día de hoy, pues fíjate… Hago lo mismo que mis compañeros”.

Martínez lleva más de tres años en la plantilla de Lhicarsa. Loyola Pérez de Villegas

“Ni ser mujer ni tener una discapacidad me ha afectado en mi puesto de trabajo. Por lo segundo, tengo unas limitaciones, por supuesto, pero no he tenido ningún problema a la hora de integrarme. Siempre me he sentido respetada por mis jefes, encargados y compañeros”, señala.

A un hombre le enseñan a estar en un puesto, ¿no? A una mujer igual, y aprendemos de la misma manera

Tras hacer un curso de gestión de residuos urbanos e industriales, entró a hacer las prácticas en la empresa; después, la contrataron. “Ahora llevo tres años y medio en plantilla”.

“Nadie nace enseñado. A un hombre le enseñan a estar en un puesto, ¿no? A una mujer igual, y aprendemos de la misma manera”, añade. “La sociedad se va haciendo cada vez más a la idea de que las mujeres tenemos que entrar en todos los puestos”.