Proyectos

¿Qué fue de...? Grandes iniciativas que desaparecieron sin pena ni gloria en Murcia

Desde el cuerpo de serenos al bus turístico o la farola cargador, Murcia tiene un abultado historial de proyectos que en su día se presentaron como necesarios, pero de los que hoy ya nadie se acuerda

Bus turístico de Murcia.

Bus turístico de Murcia. / Juan Caballero

Alejandro Lorente

Alejandro Lorente

El cementerio de los proyectos de usar y tirar en Murcia está plagado de cadáveres de muy diversa clase y condición. En su día coparon titulares y muchas horas de televisión y radio, en las que los gobernantes del momento defendían con pasión y contundencia ante la opinión pública las múltiples virtudes de esas ideas, que justificaban sobradamente la inversión del dinero de todos, pero hoy de esos incendios de razones sólo quedan las ascuas, y con suerte, un vago recuerdo en la memoria de los murcianos.

Uno de los cadáveres más llamativos fue el auge y la caída del cuerpo de serenos en el municipio de Murcia. Al abrigo de una ola que recorría toda España, el Gobierno de Miguel Ángel Cámara resucitó en mayo de 2007 esta histórica profesión que emergió a principios del siglo XVIII y se extinguió a finales de los 70. Eso sí, en vez de un pito (de ahí viene la expresión de tomar a alguien por el pito del sereno) , un candil y un monstruoso manojo de llaves, portaban linternas, móviles y chalecos reflectantes. Llegaron a estar presentes casi 70 serenos en la capital y lo cierto es que fue una medida muy bien acogida por la ciudadanía murciana. Estuvieron recorriendo las calles del centro de la ciudad, los barrios de Vistalegre y El Carmen, Los Garres, El Palmar y Sucina durante algo más de 7 años.

Serenos paseando por el barrio del Carmen en Murcia.

Serenos paseando por el barrio del Carmen en Murcia. / L. O.

Serenos: los ‘vigilantes de la noche’ dejaron las calles en 2014

El regreso de esta histórica profesión fue muy bien acogido por la sociedad murciana, pero tras la problemas económicos con una de las concesionarias, desapareció tras más de 7 años de servicio.

Además de estar permanentemente conectados con los servicios de Emergencia y la Policía Local y contribuir a una sensación de seguridad entre los vecinos a ciertas horas de la noche, sus principales intervenciones estaban relacionadas con el apagado de luces y cierre de persianas en comercios, los avisos por el deterioro del mobiliario urbano en vía pública, labores de información y orientación a vecinos y transeúntes, e incluso, como antiguamente, se ofrecían a acompañar a las personas mayores hasta el portal de su casa. Una labor agradecida e impagable.

La capital llegó a tener hasta 70 serenos que recorrían las calles de los barrios del centro y y de varias pedanías

Como suele ocurrir por estos lares, la cosa terminó como el rosario de la aurora. En 2012 comenzaron los problemas con la concesionaria, cuyas abultadas deudas con la Seguridad Social impidieron ampliar la concesión. Esto obligó a interrumpir el servicio, que se recuperó ese mismo año para morir definitivamente en 2014. Después llegaron promesas con la boca pequeña, un breve paso por los tribunales y una manifestación en las calles de Murcia en 2015, que puso el colofón a esta experiencia.

Otro insigne difunto en el camposanto municipal de los proyectos de usar y tirar es el deslumbrante bus turístico de Murcia, que nació el mismo año que se despidieron los serenos: 2014.

Bus turístico de Murcia.

Bus turístico de Murcia. / Juan Caballero

Bus turístico: los resultados cuando estuvo operativo no fueron los esperados

Se trataba de una concesión por la que el Ayuntamiento recibía un canon de la empresa adjudicataria. Prestaba servicio a los turistas extranjeros, pero no terminó de cuajar, por lo que no se renovó el contrato. 

Hace sólo unos meses todavía seguía en pie una señal de tráfico indicando la parada de este transporte para turistas en la Glorieta, pero el plan de movilidad acabó con este vestigio. El Consistorio adjudicó aquel verano el servicio, denominado ‘Murcia City Tour’. Funcionaba de 10.30 a 22.30 horas en temporada alta, no superaba los 25 km/h y costaba 12 euros el billete, que tenía una validez de 24 horas. Este vehículo, de un llamativo color rojo, dos pisos de altura y con una cubierta plegable, tenía un recorrido de 8 kilómetros con paradas en el barrio del Carmen, plaza de Toros, plaza Circular, Teatro Romea, Jerónimo de Roda, San Andrés (Museo Salzillo) y Mercado de Verónicas-Malecón. La idea era equipararse a las grandes ciudades turísticas europeas, darle un aire cosmopolita al centro. La puesta en marcha del autobús turístico llegó a incluirse en el Plan de Dinamización Murcia 365, para mejorar las infraestructuras turísticas del municipio y ofrecer más servicios a los visitantes, con el objetivo de atraer turistas todos los días del año. No están claros los motivos de su desaparición, allá por el 2018, pero fue un transporte que nunca llegó a cuajar y sus resultados fueron muy discretos, apenas 1.000 viajeros en sus primeros 6 meses.

El bus llegó, no convenció y se fue por donde había venido, dejando atrás unos resultados discretos

El cementerio de las ideas de usar y tirar se nutre muchas veces de modas pasajeras, de brotes que surgen en un municipio y se contagian a otros con una virulencia inusitada. Una de esas ideas que corrió como la pólvora entre los plenos españoles tuvo su origen precisamente en Murcia: los cargadores de móviles en la vía pública. A Murcia llegó esta iniciativa de la mano de la entonces concejala popular de Calidad Urbana, Ana Martínez Vidal, que presentó a bombo y platillo las farolas-cargadores. Estos artefactos permitían cargar la batería de seis dispositivos de todo tipo usando un sistema de placas solares.

Farolar con cargadores en Murcia.

Farola con cargadores en Murcia. / L.O.

Cargadores: las farolas servían para cargar los móviles

Las farolas cargadores, con un coste cercano a los 7.000 euros, se presentaron como una revolución para el mobiliario urbano de la ciudad, pero no duraron mucho: los actos vandálicos dieron al traste con la iniciativa.

La primera farola-cargador fue instalada en 2014 (gran año) en la avenida de la Libertad, «por su elevado tránsito al tratarse de una zona eminentemente comercial y por su índice de soleamiento», dijo entonces el Consistorio. También se dejaron ver estas farolas en Glorieta de España, el Teatro Romea y la plaza de la Merced. Tampoco está claro en esta caso qué paso para que desaparecieran. Lo que sí se sabe es que estuvieron operativas menos de un año y que sufrieron los estragos de los vándalos... Lo que hace pensar en que su reposición constante no parecía, a todas luces, un buen negocio, sobre todo teniendo en cuenta que cada una de ellas costaba cerca de 7.000 euros.

Uno de los ejemplos de las bibliopiscinas.

Uno de los ejemplos de las bibliopiscinas. / La Opinión

Bibliopiscinas: van y vienen según la situación económica de Murcia

Este servicio de lectura en las piscinas municipales desapareció por última vez (han sido varias a lo largo de los años) tras decretarse el estado de alarma. El PP ha prometido su regreso. 

Otros proyectos, dignos de mención, que sucumbieron al paso del tiempo, y que acusaron la pandemia y la crisis económica asociada a ella fueron las bibliopiscinas, un carrito instalado en las piscinas municipales para facilitar libros y la prensa diaria a los usuarios. En este caso, hay que reconocer que se trata de una iniciativa que podría volver en cualquier momento, o al menos así lo prometía el Grupo Popular en el año 2022. Se trata de un proyecto que va y viene cada ciertos años. Se podría decir que es una de esas inversiones (por pequeña que sea) prescindibles cuando llegan las vacas flacas, y la última fue nada más y nada menos que la covid-19.

El Buhobús.

El Buhobús. / La Opinión

Buhobús: se estrenó en el 2005 y desapareció con la pandemia

El transporte público nocturno es una demanda vecinal (entre otras cosas, promueve que los jóvenes no usen el coche cuando salen de fiesta) , y también es una reclamación del sector del taxi, que no da abasto los fines de semana.

Otro servicio que se esfumó con la pandemia fue el buhobús, que ha sido parcialmente recuperado en los últimos años, la última vez gracias a la campaña navideña. Sin embargo, como el que se estrenó en el año 2005, con un horario de 22.00 a 4.00 horas (luego se extendió a las 5.30 horas) y con guardias de seguridad y un billete de dos euros, no se ha vuelto a ver desde que se decretó el estado de alarma. Son muchos los sectores que han reivindicado el regreso del transporte público nocturno, entre otros, el del taxi, que no da abasto con la demanda a altas horas de la madrugada por parte de los jóvenes que salen de fiesta los fines de semana. Es de esperar que con la inminente llegada del nuevo modelo de transporte para el municipio se incluyan estos servicios. Además, cuentan con el beneplácito de todos los partidos que hoy conforman la Corporación municipal.

Y ¿quién sabe?, quizá también los serenos o el bus turístico tengan una segunda oportunidad. El tiempo dirá.

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Cuando surge por primera vez una iniciativa, se suele quedar con el sello del grupo político que la promovió. Esa circunstancia pone en peligro su supervivencia cuando hay un cambio de gobierno. Un buen ejemplo de esto podrían ser los presupuestos participativos, gracias a los cuales los vecinos tiene la posibilidad de decidir, de manera directa, parte de las inversiones municipales incluidas en los presupuestos de ese año. En Murcia se estrenaron en el año 2022 de la mano del Grupo Socialista. Se reservaron para este proceso 5,3 millones de euros. La llegada de las diferentes citas electorales de 2023 impidieron una nueva edición de este instrumento democrático, y tampoco parece que se vaya a reactivar en 2024.

De hecho, está por ver qué pasa con los proyectos que resultaron ganadores, ya que muchos de ellos ni siquiera se han empezado a ejecutar. 

Desde el Ejecutivo popular explican que esos presupuestos «generaron unas expectativas que no se llegaron a cubrir, porque dejaron sin financiación el 98% de las actuaciones recogidas». Ahora, desde Gestión Económica se va a realizar un análisis social y financiero para decidir si se ejecutan y si se incluirán en los presupuestos de 2024.