El exalcalde de Murcia José Ballesta trató de evitar en el último momento la moción de censura que lo sacó del despacho de La Glorieta recurriendo a Inés Arrimadas, la presidenta de Ciudadanos, que había sido su socio de gobierno durante dos años. «Creo que todavía hay una oportunidad», le decía en la misiva con membrete oficial con la que intentó convencer a Arrimadas de que impidiera la operación pactada por Ciudadanos con el PSOE y Unidas Podemos y pusiera «contención y mesura ante tanta radicalidad».

Tres días antes del pleno municipal en el que el entonces portavoz socialista, José Antonio Serrano, se hizo con el bastón de mando del Ayuntamiento de Murcia, Ballesta le escribió una carta a la máxima responsable de la formación naranja para pedirle que parara la moción antes de que llegara a consumarse. 

«Todavía tenemos margen para la rectificación. Creo que todavía hay una oportunidad. Hay espacio para el acuerdo y como digo, tiendo mi mano abierta y sincera. El pueblo de Murcia reclama que demos lo mejor de nosotros mismos, que dejemos a un lado cualquier interés que no sea el general, porque el interés general no admite derrotas y el bien común no admite demoras».

La moción de censura contra Ballesta fue registrada el 10 de marzo por los grupos municipales del PSOE, Ciudadanos y Podemos y se votó en pleno el 25, tres días después de que el ahora líder de la oposición municipal en el Consistorio enviara la misiva a la presidenta de Ciudadanos.

En aquel momento ya había fracasado la moción contra el presidente del Gobierno regional, Fernando López Miras, condenada al fracaso porque el jefe del Ejecutivo regional contó con el apoyo de tres consejeros de la formación naranja que formaban parte del Ejecutivo y con la abstención del presidente de la Asamblea Regional, Alberto Castillo.

López Miras también consiguió el voto de los tres diputados expulsados de Vox a cambio de la concesión de la Consejería de Educación a la parlamentaria Anabel Campuzano.

Ballesta llegó a pensar que Arrimadas podía haberse replanteado el pacto con el PSOE que convulsionó también los gobiernos autonómicos de Madrid y de Castilla y León, provocando el adelanto de elecciones en el primer caso y otra moción de censura frustrada contra el Ejecutivo castellano.

 «Te escribo como alcalde de Murcia, alejado de cualquier interés personal o político. Y me dirijo a ti porque, llegado a este punto, eres la única persona con la capacidad para frenar esta situación. Ahora más que nunca la sociedad necesita políticos que generen credibilidad, que pongan cordura entre tanto desequilibrio, que transmitan moderación y mesura ante tanta radicalidad».

En todo momento Ballesta intentó dejar clara su disposición a la negociación después de que los puentes con su anterior socio de gobierno se rompieran definitivamente y quedara patente que las diferencias con el portavoz de la formación naranja en el Ayuntamiento de Murcia, Mario Gómez, resultaban ya irreconciliables.

«Quiero tender mi mano»

«A lo largo de toda mi trayectoria pública he estado siempre más en el esfuerzo del acuerdo que en la comodidad del desacuerdo, y a ello quiero convocarte en este momento. Quiero tender mi mano abierta y sincera al diálogo, a la concertación, para evitar la situación que se creará en Murcia si se consuma la moción de censura en el Ayuntamiento, tal y como está planteada», le decía el exalcalde, sin llegar a referirse en ningún momento a los conflictos que se han producido entre el PP y Cs en el Consistorio.

Aunque las discrepancias con el portavoz de la formación naranja se han ido fraguando durante meses, la ruptura definitiva se produjo a raíz de la resistencia del exalcalde a cesar a su concejal de Sanidad, Felipe Coello, acusado por los grupos que suscribieron la moción de haberse vacunado indebidamente con la excusa de que iba a participar en la campaña municipal de vacunaciones.

«Acepto la crítica que pueda existir sobre lo ocurrido en las últimas semanas, donde hemos vivido una escalada de la tensión política, pero todavía tenemos margen para la rectificación y para no cometer los mismos errores graves de difícil reversión, en primer lugar para Murcia y para los murcianos, y muy en segundo lugar para el futuro de los partidos políticos», le decía el anterior regidor a Arrimadas.

Por su parte, la destinataria de la carta, que no llegó a contestarle, seguía esgrimiendo en sus declaraciones la querella del PP contra Mario Gómez y las irregularidades detectadas por el teniente de alcalde de la formación naranja como justificación para seguir adelante con la moción. «Llevamos meses intentando que el PP de la Región de Murcia cumpla el acuerdo para combatir la corrupción y el escándalo de las vacunaciones irregulares. Ha sido imposible. Abriremos una nueva etapa de regeneración liderada por las políticas de Ciudadanos», escribió en su cuenta de Twitter. 

Añadía que la decisión de aliarse con el PSOE para desbancar a su antiguo socio en el Gobierno regional y en el Ayuntamiento de Murcia se tomó ante «la situación límite», generada por las vacunaciones de varios altos cargos del PP antes de que les llegara su turno y por la querella presentada por el Grupo Popular del Ayuntamiento contra Mario Gómez, que fue acusado de revelar información municipal a una periodista de La Opinión.