El proyecto Conexión Sur, que está llamado a transformar el municipio de Murcia tras el soterramiento de las vías del tren a su paso por la ciudad, no solo cambiará la vida de los vecinos de los barrios del sur, que dejarán atrás el muro que los separa del núcleo urbano, sino que supondrá una revolución del propio concepto de ciudad. Por esto, el Colegio de Arquitectos de la Región invitó ayer a Murcia a los profesionales que transformaron radicalmente ciudades como Madrid y Bilbao con el fin de aportar ideas que puedan mejorar este plan.

El foro de expertos 'Recuperación y transformación urbana', que se celebró ayer por la mañana en el pabellón 2 del Cuartel de Artillería de Murcia, contó con la presencia de Ibon Areso, impulsor de Ría 2000 Bilbao, Francisco Burgos, responsable de Madrid Río, Enrique Bardají, de Mahou-Calderón, y José María Ezquiaga, de Madrid Centro.

El arquitecto y exalcalde de Bilbao, Ibon Areso, expuso el proceso que llevó a la ciudad vasca, «industrial, fea y sucia» en los años 80 y 90, a convertirse en lo que es hoy. «El deterioro del medio ambiente obligó a cambiar todo el chasis de la ciudad para sostener los empleos del sector terciario tras la caída de la industria pesada». Junto a la necesidad de crear un lugar sostenible, Areso cree necesario dotar la ciudad de buenos accesos desde el exterior, así como facilitar la movilidad interior. El último pilar sobre el que se asentó la transformación de Bilbao se basó en el impulso cultural. «Las actividades artísticas son un termómetro de la calidad de vida y ayudan a proyectar la ciudad al exterior», aseguró, el arquitecto, que recordó al público presente que el proyecto Conexión Sur «es fundamental para los próximos 50 o 100 años».

José María Ezquiaga, arquitecto impulsor del plan Madrid Centro, hizo una comparación entre grandes proyectos desarrollados en ciudades como Berlín, Frankfurt, Nueva York, París, Madrid, Logroño, Zaragoza, Burgos o Barcelona. «Esta operación puede ser muy importante para reequilibrar las zonas empobrecidas de la ciudad si se hace bien», advirtió. Ezquiaga subrayó la necesidad de pensar «tridimensionalmente» en el tratamiento de la vías tras el soterramiento, ya que sobre ellas puede haber edificabilidad. En este sentido, lamentó que en España esto «es imposible porque el dominio público de Adif es sagrado». Por el contrario, «en Europa y Estados Unidos tienden a cubrirse para fines lucrativos, pero no para hacer un parque».

El soterramiento de la M-30 sirvió también como ejemplo para el proyecto murciano. El responsable de Operación Chamartín o Mahou-Calderón, Enrique Bardají, destacó la importancia del proceso participativo llevado a cabo desde su inicio, entre los vecinos, agentes implicados y el Ayuntamiento de Madrid, la elaboración de la iniciativa urbanística hasta la simultaneidad de las obras de urbanización y edificación, que es el punto en el que se encuentra actualmente. Según Bardají, para que un proyecto de este tipo tenga éxito, es necesaria la sinergia entre «participación ciudadana, voluntad política y un equipo detrás de profesionales urbanistas».

El caso de Madrid Río está relacionado con el de Murcia por la integración de las vías que circunvalaban por el centro de la ciudad y el acondicionamiento del entorno del río Manzanares. Francisco Burgos, responsable del plan, se refirió a la necesidad de «transformar heridas en oportunidades» cuando una ciudad se enfrenta a un reto como el de Conexión Sur. «Estas operaciones que se pensaron como cambios de uso ahora tienen un tinte vinculado a demandas sociales. La ciudad y la naturaleza se entretejen». Burgos considera que uno de los retos del proyecto es «sedudir al ciudadano». En este sentido, no solo importa construir, sino «cómo se construyen las cosas. Esa precisión es transcendental para que todo este recorrido sea exitoso».

Para el arquitecto municipal y responsable de Conexión Sur, Jesús López, esta gran obra de 8 kilómetros «supone una oportunidad excepcional de recuperar la relación perdida entre la zona norte y sur de la ciudad». En este sentido, el proyecto aspira a ir más allá de la conexión este-oeste de la zona afectada, sino que se aborda de manera integral para crear las conexiones con el centro actual de la ciudad. «Se convierte en una vía verde que conecta con itinerarios internos de la ciudad y de las localidades vecinas», asegura. El objetivo del arquitecto es convertir la «línea de fractura» que supuso la vía del tren en una «línea de sutura y de recorrido peatonal» que llene de vida la ciudad.

Conexión Sur se ha convertido en la iniciativa con mayor participación de la historia del municipio de Murcia. Según informaron ayer desde el Ayuntamiento, el proceso ya cuenta con más de 600 aportaciones de 150 colectivos vecinales y profesionales, y contabiliza unas 350 encuestas individuales.