Barriomar, en el extremo suroeste de la capital, es el barrio que más creció en 2019, según el portal estadístico Murcia en cifras. Al mismo tiempo los problemas de convivencia entre sus cerca de 4.000 habitantes también se incrementan. El último en sumarse, el de los 'car home', coches abandonados convertidos en lugar de pernocta de las personas sin hogar. Un problema que ha venido a sustituir a los poblados chabolistas y que coge fuerza como nueva forma de ocupación. El foco de esta práctica es el parking disuasorio situado bajo la autovía A-30. Convertido en un gran cementerio de coches abandonados, la Policía Local retiró ayer seis, uno de ellos completamente calcinado y el resto con ruedas pinchadas, cristales rotos y un largo etcétera de desperfectos. Cubiertos de cartones o tapados por telas, llenos y rodeados de basura se convierten en auténticas chabolas improvisadas. Un paisaje que no desentona con las ingentes cantidades que se amontonan junto a la vía del tren.

«Hoy viene la grúa a llevarse coches, pero otros días les he visto dejándolos», asegura Paco Ramírez, vocal de la asociación de vecinos de Barriomar. Desde la plataforma vecinal denuncian que el Ayuntamiento, a falta de un lugar apropiado para dejar los coches cuyos propietarios no se hacen responsables, optan por dejarlos por ser éste el sitio «donde menos molestan», asegura Ramírez. Mientras los agentes se afanan con la grúa en retirar estos vehículos completamente inservibles, un joven recoge sus pertenencias del coche y los mete en una bolsa de plástico y una bandolera sin que la Policía se percate de su presencia. De su interior extrae ropa, enseres y restos de lo que parecen útiles para el consumo de estupefacientes.

Este parking disuasorio nacido para solucionar un problema de estacionamiento se ha convertido en un foco de delincuencia. Según Ramírez, es un punto habitual de «trapicheo de drogas». Un peligro que hace que los vecinos no se fíen de aparcar su coche, sobre todo de noche: «Se exponen a encontrarse con lunas rotas o ruedas pinchadas», dice.

Ramírez aboga por la eliminación de estos parking; «Lo mejor es que esa zona tenga un uso recreativo como un jardín o unas pistas deportivas», propone. También se muestra escéptico con que proyectos como 'Conexión Sur' sean la solución. El parking, ubicado en el límite con el Carmen, es el único acceso desde la ciudad: «El barrio es una ratonera, únicamente hay dos accesos desde la ciudad». Al otro lado de las vías el problema se recrudece: «somos uno de los barrios con más vivienda antigua abandonada, lo que invita a las ocupaciones». Junto al lugar un cartel anuncia un proyecto dentro del Plan de Pedanías para ensanchar las aceras de varias calles del barrio. «Pedimos al Ayuntamiento una mejor accesibilidad, pero solo recibimos migajas y promesas sin cumplir».

Los ocupas expulsados se mudan a los vehículos

Los ocupas expulsados se mudan a los vehículos

Frente al parking, una constructora vasca despeja el solar de la antigua fábrica La Molinera. Ramírez asume que es «una buena noticia» que se construyan viviendas pero al mismo tiempo recuerda lo que sucedió con las promociones más recientes. Sospecha que estos 'car home' proceden de otras viviendas que han sido objeto recurrente de ocupaciones. Las viviendas ubicadas en la calle Purísima «en 2008, estaban perfectas para empezar a habitar, incluso pensé en comprar una. Al final cayeron en manos de la SAREB», relata el representante vecinal. Hoy buena parte de la manzana luce grafiteada y con sus vanos sin marcos ni persianas y sus instalaciones vandalizadas. Los bajos del edificio han sido objeto de la apertura de butrones, «un vecino tuvo que tapiar con cemento el butrón por su cuenta», relata Paco. El Ayuntamiento por su parte ha cubierto todas las paredes con chapas de aluminio frente a nuevas intentonas de ocupación.