Las trabajadoras sexuales «son mujeres y, cuando dicen no, hay que respetarlas», dejaba claro una joven, megáfono en mano, en la lectura del manifiesto que se llevó a cabo en la puerta del Palacio de Justicia. La movilización la convocaba el Comité de Apoyo a las Trabajadoras del Sexo (CATS).

El objetivo: apoyar a la chica que el mes pasado denunció haber sido víctima de una violación en Beniaján por parte de tres hombres. Tres hombres a los que el juez de guardia dejaba libres con cargos por abusos. En su defensa, los sospechosos alegaron que la víctima era prostituta.

«Hay leyes que hay que cambiar», prosiguió la joven que leyó el manifiesto, a lo que añadió que «pedimos a jueces y fiscales que, mientras esas leyes no se modifiquen, no hagan interpretaciones de valor basadas en estándares machistas y en el patriarcado». «Trabajo sexual es trabajo, sexo sin consentimiento es violación», subrayaron los presentes, y se leía en la pancarta que portaban.

El día de los hechos, en un momento dado, producto, presumiblemente, del abuso de sustancias estupefacientes, la mujer cuenta que perdió el conocimiento. Cuando volvió en sí, relató, vio que varios de sus conocidos se estaban aprovechando sexualmente de ella, dado su estado de inconsciencia. Ella, según contó, les instó a que parasen. Pudo zafarse de ellos y marcharse. La víctima señala que no recuerda bien qué ocurrió. Sí sabe que ella acudió por su propio pie al Virgen de la Arrixaca y allí fue sometida a un reconocimiento médico. Fue cuatro días después de pasar por el hospital cuando la mujer se atrevió a denunciar en el cuartel.