«Dijo a la Policía que los niños no tenían familiares en Murcia para que no nos enterásemos de lo que había pasado, y mis pobres hijos durmieron en un centro de acogida de Murcia estando yo a en Beniaján, sin saber nada». Álvaro –nombre ficticio usado para evitar que se identifique a los niños– está aliviado porque, según le han comentado los testigos del suceso, sus hijos «podrían haber muerto» en el accidente que sufrieron cuando su madre, de 24 años, se empotró contra una casa en El Palmar el pasado miércoles, al conducir su vehículo borracha.

Los agentes de Policía Local que detuvieron a la mujer tras dar positivo en la prueba de alcoholemia, «le preguntaron si los niños tenían familiares en Murcia para evitar que pasaran la noche en un centro de acogida para menores en situación de desprotección, pero, pese a que yo tengo la custodia de los niños y vivo en Beniaján, ella les dijo a los policías que no».

Álvaro recibió la custodia de los niños hace unas semanas, por orden de un juez, que decretó esta medida después de que sus hijos, de cinco y tres años, vivieran en su domicilio desde el año pasado. El 1 de agosto, este vecino de Beniaján entregó los niños a su expareja cumpliendo el régimen de visitas estipulado por el titular del juzgado. «A los tres días de tenerlos, tiene un accidente con ellos, y no por haberse bebido dos cervezas, es que ella es adicta al alcohol y a las drogas», relata Álvaro, que explica que «la echaron de la casa de acogida en la que vivía porque se fue de juerga y dejó a los niños en situación de abandono».

«Mi hijo, de tres años, dice que cuando tuvieron el accidente él iba sentado en las rodillas de su madre, que le estaba enseñando a conducir», cuenta Álvaro como ejemplo «de las barbaridades que hace la madre de mis hijos que, por desgracia, no está en condiciones psicológicas para tener a los niños, ni siquiera en las visitas semanales, así que, hasta que no se rehabilite, no quiero que vea a los pequeños».

Álvaro tiene esperanzas de que «en las próximas visitas a los niños, ella no tenga que llevárselos, sino que los vea en un punto de encuentro y en presencia de un psicólogo, como me han indicado desde Servicios Sociales del Ayuntamiento».

«Los críos llevaban la misma ropa el día del accidente que cuando yo se los entregué... en tres días no los había ni duchado», detalla el padre de los niños, que justifica que «si no está en condiciones de cuidarse a sí misma, ¿cómo va a poder tener a su cargo a los dos niños?».

«Antes de que me concedieran a mí la custodia, cuando iba a la casa en la que ella vivía con su pareja y mis hijos, me encontraba a su pandilla de juergas fumando porros y hasta metiéndose rayas», asegura Álvaro con lágrimas en los ojos.

«Espero que después de lo que ha pasado, ella no pueda recogerlos cuando le dé la gana», reflexiona este hombre, acompañado por su pareja, «que me ha ayudado a conseguir que mis niños tengan un ambiente familiar normal».

Álvaro tiene sus reticencias contra la ley «porque, aunque está claro que las mujeres maltratadas han de estar protegidas de esos individuos, deberían investigarse los casos en profundidad, porque ella me denunció por maltrato después de que la llamara mala madre, y es que mis hijos lloran de terror cuándo se tienen que ir con ella».

La mujer accidentada está ingresada porque horas después del accidente intentó suicidarse.Álvaro concluye que espera «que ella se recupere y esté en condiciones psicológicas de ver a los niño, pero, mientras, no quiero que lo haga, no quiero que mis hijos estén en peligro, ni que vuelvan a recriminarme lo que me dijo mi niña de cinco años cuando la recogí después del accidente: Papá, me he quedado otra vez sola».