Encontrar un taxi ayer a las cuatro y media de la tarde en la ciudad de Murcia era prácticamente imposible. Las operadoras de la centralita se disculpaban alegando que la demanda de servicios solicitados por los clientes para los campus de La Merced y Espinardo había colapsado el servicio. La culpa de tal desorden la tienen los 11.098 aspirantes a celadores del Servicio Murciano de Salud (SMS), que ayer optaron a las 358 plazas públicas que se ofertaban.

Y si llegar a tiempo al examen en transporte público fue casi una quimera, hacerlo en el propio vehículo resultó también muy costoso. En las vías de accesos a la Universidad de Murcia (UMU) desde la A-7 se produjeron retenciones de cuatro kilómetros. Una señora llamó al servicio de Emergencias 112 angustiada porque llevaba 20 minutos parada en la autovía y temía no llegar a tiempo.

La desesperación era tal que varias decenas de personas bajaron de sus vehículos incrédulos ante el parón y nerviosos porque sólo faltaban 25 minutos para el inicio del examen. Pero desde la dirección general de Recursos Humanos de Sanidad pusieron remedio. Su responsable, Pablo Alarcón, decidió junto a los presidentes de los distintos tribunales retrasar el inicio del examen -su arranque estaba previsto para las 17.00 horas- media hora. "Al comprobar las dificultades existentes para acceder a las sedes de las pruebas decidimos tomar esta medida", explicó Alarcón, que aseguró "que la única incidencia que se produjo durante toda la tarde fueron las retenciones".

En cuanto a los datos de participación, de las 19.276 personas inscritas para la prueba, 8.178 no se presentaron a hacer el examen. De los que sí lo hicieron, 6.026 optaron por la modalidad libre (el examen era más largo y la materia más amplia porque incluía los temas de legislación), y 5.027 por la de consolidación (modalidad dirigida a favorecer la promoción y el acceso a las plazas de aquellas personas que ya forman parte de la bolsa de trabajo). Aunque cualquier persona podía presentarse libremente a cualquiera de las dos modalidades.

La mujer enferma de gripe A que ayer relataba a este periódico su preocupación por las medidas que debía adoptar para hacer el examen no lo dudó. "Me levanté sin fiebre y decidí hacer la prueba. Al final no me puse la mascarilla; sí un pañuelo que me cubría la boca". Pero la nota pintoresca de la jornada la puso María Ángeles Riquelme, embarazada de 32 semanas, que hizo la prueba para celador en un despacho de la Arrixaca. "Estoy ingresada por un problema de tensión y por eso pedí hacer el examen aquí en el hospital. Los miembros del tribunal han estado muy correctos, pero el examen no me ha salido muy bien. Lo he hecho para mejorar, para dejar de ser limpiadora". Por cierto, será niño.