Aquel lunes 4 de julio del 1994, veinticinco años han pasado, amaneció en la comarcal del Noroeste un día totalmente despejado y con un calor que derretía el asfalto, desde meteorología advertían que durante la semana se podrían llegar hasta los 46º, pero el destino y mala fortuna cambiaría para siempre la estampa natural de toda la comarca. Pasadas las 10:30 de la mañana empezaron a sonar las primeras alarmas, se trataba de un incendio en Moratalla. A las altas temperaturas había que sumar el fuerte viento que quemaba en la cara. El tema corría como la pólvora en todos los corrillos del municipio, y aunque siempre se tiende a exagerar en estos temas, por desgracia aquello se quedó corto ante cualquier exageración que pudiera correr de rincón en rincón.

Veinticinco años después sabemos que la causa de aquel desastre pudo estar en un fallo eléctrico, provocado por el contacto de un pino con el tendido eléctrico produciendo una chispa que originó la catástrofe, ya que en días anteriores se habían realizado labores de mantenimiento en el cableado de la zona.

El en el momento de mayor ebullición del fuego se llegó a mantener diversos frentes que sumaban más de 90 kilómetros, hubo que desalojar multitud de viviendas aunque por suerte no hubo que lamentar daños humanos. En total se perdieron más de 30.000 hectáreas de la sierras de la Mula y del Cerezo y los montes situados entre ésta y el santuario de Nuestra Señora de la Esperanza, en Calasparra, a orillas del Río Segura; salvándose la sierra de Hondares. También se vieron afectados las proximidades del Benizar, Camping La Puerta (que fue desalojado), Calasparra, la reserva natural de Sotos y Bosque de la ribera de Cañaverosa y Cieza.

Principales factores

Los escasos recursos de aquellos años fue uno de los factores claves para la propagación del incendio. Por aquel entonces la Comunidad tan solo tenía un medio aéreo, que en aquel momento estaba realizando un traslado sanitario. Así como la escasez de medios nacionales que también influyó ya que estaban en otros incendios en Valencia y Galicia, lo que provocó que no se pudiera atajar de manera solida, ninguno de las imponentes frentes que a kilómetros dibujaban una figura siniestra. Acudió el ejercito, que aún era Servicio Militar Obligatorio, pero sin profesionalizar -hoy la UME es una unidad altamente cualificada para estos superincendios- poco pudieron hacer más que concentrar todas sus fuerzas en salvar lugares como el Santuario de la Esperanza, el Camping La Puerta, así como que el fuego no llegase a los núcleos urbanos de Moratalla y Calasparra.

Regeneración

Desde entonces no se han escatimado esfuerzos por recuperar toda la masa vegetal que entonces se perdió y que aún falta por reponer. El Proyecto REPLANT tiene como objetivo sanar y restaurar todas las áreas naturales afectadas por el fatídico incendio en la Comarca del Noroeste.

Desde entonces, el Gobierno de la Región de Murcia ha venido realizando diversas actuaciones en la zona para recuperar las condiciones previas al incendio y ayudar a la regeneración surgida tras éste a su desarrollo en condiciones más favorables. Ello se ha conseguido, fundamentalmente, gracias a los tratamientos selvícolas que han conseguido reducir la competencia en el pinar, de tal modo que los pies seleccionados pudiesen desarrollarse en mejores condiciones y así tener un crecimiento más rápido, dando lugar a una cubierta madura en menos tiempo.

Además de tratamientos selvícolas, se hacía necesario mejorar en la zona del incendio una serie de infraestructuras fundamentales para actuar frente a los incendios que pudiesen volver a aparecer, tales como caminos de acceso, imprescindibles para las labores de vigilancia y extinción, y creación de puntos de agua para suministro de los medios de extinción.

Asimismo, la pérdida de cobertura vegetal había propiciado la aparición de fenómenos erosivos en algunos cauces, por lo que se incidió también en la construcción de obras de corrección hidrológica en cauces con problemas patentes de erosión con el fin de estabilizarlos y proteger los terrenos situados aguas abajo de los mismos.

Otra línea de trabajo ha estado encaminada a la recuperación de la biodiversidad vegetal perdida en casi toda la zona, reintroduciendo las especies mediante plantaciones en zonas apropiadas según su hábitat característico.

Vivir los tres incendios más duros de la Región

Juan Sánchez era voluntario en el incendio de 1994, un año después aprobó su plaza y ha trabajado en el incendio de la Sierra del Molino en 2010 y en el de Salmerón de 2012. Relata como ha cambiado la extinción de incendios en los últimos años, «ahora es totalmente diferente, por entonces había muchos menos retenes forestales, éramos dos bomberos por servicio, ahora somos cinco». También recuerda los pocos medios que existían entonces, «antes los pocos medios que teníamos los compartíamos entre forestales y bomberos, en la actualidad toda la responsabilidad forestal pasa por una empresa contratada, y los bomberos hemos pasado aun segundo plano de apoyo en servicios de agua y nodrizas».

Sánchez explica que «la mayor parte de los sitios en los incendios forestales son totalmente inaccesibles con medios terrestres, ahora los trabajos de extinción con medios aéreos son fundamentales».

También recordó como se ha actualizado Protección Civil, «antes apenas se contaba con medios y en los últimos años las Asociaciones locales han sido dotadas con bastantes medios».