Un vecino de Abanilla que encontró la barra de hierro con la que se cometió el crimen ocurrido en esta población en diciembre de 2016 dijo ayer al declarar como testigo en el juicio que se desarrolla desde ayer en la Audiencia Provincial que la misma se encontraba junto a un camino, a escasos 150 metros del lugar de los hechos.

El testigo indicó que la barra, de las utilizadas en los gimnasios para hacer pesas, llevaba manchas de sangre, por lo que avisó a la Policía. Tanto este testigo como otros que declararon en esta segunda sesión del juicio que se sigue ante un jurado popular contra el acusado, Pedro Antonio C.V., coincidieron en destacar las cualidades del fallecido, del que dijeron que tenía una buena relación con todos los vecinos de la zona y que jamás discutía con nadie.

Por su parte, otro testigo, hermano del anterior, explicó a la sala que cuando supo en el entierro que al fallecido se le había sustraído la cartera y un teléfono móvil salió por los alrededores de su domicilio, ubicado en la pedanía abanillera de Barinas, por si los encontraba. De hecho, encontró el teléfono móvil, que se encontraba también junto a un camino, «como si alguien lo hubiera depositado allí». Y añadió que el fallecido se había recuperado de una delicada intervención quirúrgica que se le había practicado pocos meses antes, «pero lo encontré muy desanimado y con depresión». También prestaron declaración otros dos vecinos que, al desconocer el paradero de la víctima, salieron a buscarlos por diversos lugares de la citada población.

Los mismos comentaron que al llegar a su domicilio pudieron ver, a través de un orificio existente en la puerta del taller, el cuerpo de una persona tendido en el suelo. Llamaron a un carpintero, y al entrar en la estancia, pudieron ver el cadáver, que se encontraba sobre un gran charco de sangre.