Que el perro es el mejor amigo del ser humano es algo que todos hemos oído. Que un perro pueda asistir a una clase de secundaria nos puede sonar extraño, pero es una realidad. Así lo ha hecho el Instituto José Martínez Ruiz Azorín de Yecla, en el que diecisiete de sus cursos han apadrinado a un can como parte de un proyecto que busca la sensibilización de sus alumnos frente a los animales y convertirlos en parte activa del proceso de educación y formación que se desarrolla diariamente en las aulas. Incluso uno de ellos asiste a clase.

El centro yeclano se unió al proyecto ESenRED (Escuelas hacia la Sostenibilidad en Red), cuyo propósito es, como su nombre indica, crear una red de centros de educación donde se trabajen nuevas formas enseñanza para, una vez obtenidos los resultados, compartirlo con otros centros y crear novedosos proyectos en las aulas. En el caso del Azorín, han unido el día a día en sus aulas con la defensa e integración de los animales en las mismas. En este proyecto, como la esencia de ESenRED exige, el protagonismo del alumnado y su participación es clave para el éxito.

El instituto yeclano decidió comenzar su andadura para convertirse en un centro sostenible empezando por trabajar la política animalista.

Una de las primeras acciones que se han desarrollado es el apadrinamiento de diecisiete perros de la protectora de animales de Yecla. Recaudando una pequeña cantidad de dinero de cada alumno, cada animal ve cubierta las necesidades de comida y atención veterinaria que requieren. Y no sólo eso. Los animales viven enjaulados la mayor parte de su tiempo, hasta que se produce la adopción, y apenas tienen contacto humano más allá del insaciable trabajo que realizan los voluntarios de la protectora que se hacen cargo de ellos.

Ahora, cualquier alumno, dependiendo de su aula y del perro que hayan apadrinado, puede involucrarse en el cuidado del animal, llevarlo de paseo, visitarlo y, si alguno lo desea, culminar el proceso con la adopción. ''El objetivo es que se acerquen de forma afectuosa, que sean conscientes de que los animales tienen sentimientos y que ese pensamiento se mantenga en su vida adulta'', destaca Fernando Ríos, docente y coordinador del proyecto. Cuando comenzaron, el primer objetivo era el de ayudar, al menos, a cinco de los perros.

Pasado un tiempo, y para sorpresa de los responsables del proyecto, son diecisiete las aulas que han decidido sumarse al trabajo por la política animalista: ''Ha sido todo un éxito. Los alumnos me paran por los pasillos para preguntarme por los animales'', asegura el coordinador.

Pero el instituto no se ha detenido en el apadrinamiento y la sensibilización del alumnado frente a los animales, sino que ha ido mucho más allá. Tara es una perra mestiza de perro lobo checoslovaco que asiste todas las semanas a clase de biología de primero de la ESO. Y no lo hace como alumna, sino como coeducadora.

La presencia del animal en las clases, asegura la docente Mª del Carmen Ruiz, refuerza la atención y ayuda a que el curso se involucre más en la asignatura: ''Lo comprobé comparando resultados entre un primer examen realizado cuando no estaba todavía el proyecto, y otro, donde todos obtuvieron mejores calificaciones, cuando Tara ya estaba con nosotros''.

Así lo manifiestan también los alumnos que, al preguntarles, responden que ''las clases se hacen más amenas y divertidas''. La presencia del animal en el aula sirve también para que los alumnos se esfuercen por mantener el orden, evitando con ese esfuerzo que en algún momento Tara pudiese estar nerviosa, hecho por el cual se ha decidido empezar por una clase donde no haya un número elevado de alumnos.

Ahora, tras comprobar resultados y analizar la viabilidad del proyecto, queda esperar para saber si más clases del instituto Azorín se sumarán a la iniciativa.