La importancia del esparto en Jumilla a mediados del siglo XX ha quedado plasmada en una publicación de 84 páginas dedicadas a la existencia de 53 aljibes en las 78 tendidas de esparto localizadas en la localidad. La construcción de estos aljibes (para conservar el agua destinada al consumo de los esparteros) se inició en el año 1942, siendo alcalde Manuel Guillén Tárraga.

Tienen una profundidad de 4 metros con una capacidad de 3.000 cántaros de 12 litros equivalentes a 36 metros cuadrados. La mayoría de estos aljibes se encuentran deteriorados y el Ayuntamiento estudia la posibilidad de su rehabilitación. En la publicación se recogen los nombres y su situación de cada uno de los aljibes: Jinetes, Barranco de la Escalera, Derramador, Licencias, La Patoja, Losica, Picarcho, Moratillas, Cuesta Blanca, Las Hermanas, La Muela, la Escarabaja, El escabezado, entre otros.

En el año 1947 el Ayuntamiento de Jumilla ingresó más de 14 millones de las antiguas pesetas por la explotación del esparto que fueron destinadas a obras en el municipio: Mercado de Abastos, escuelas en las pedanías de Encebras, Torre del Rico y Cañada del Trigo, montes comunales, lavadero de Santa María, cementerio o centro sanitario, entre otros.

El autor del libro, Cayetano Herrero González, actual director del museo de Etnografía y Ciencias de la Naturaleza Jerónimo Molina señaló que «la existencia de estas aljibes en las tendidas del esparto de Jumilla es un caso único en el mundo, según la información facilitada por el francés Pascal Janin, redactor del plan de salvaguarda de la cultura del esparto».