Los investigadores no descartan la opción de que el presunto parricida de Las Torres de Cotillas, Iván G. P., no recuerde qué pasó la noche del doble crimen.

Fuentes cercanas al caso explicaron que el joven, que insiste en que estuvo por ahí toda la noche y tiene testigos que lo confirman, podría haber consumido algún tipo de sustancia que, unido al impacto que generó en él lo sucedido, haya hecho que tenga una laguna mental de aquel Martes Santo. Iván sigue diciendo que él encontró los cuerpos a primera hora de la mañana y, tras hacerlo, cogió su coche y se fue al cuartel de la Guardia Civil.

Al tiempo que mantiene que es inocente, el chico ha contado algo que sus vecinos ya comentaban sin reparo entre ellos y ante los medios de comunicación: llevaba entre manos un negocio ilícito.

En concreto, el sospechoso ha dicho a los investigadores que hace unos meses llevó a cabo una operación de venta de droga que no salió como esperaba. Él dejó a deber dinero a unas personas. Desde aquel momento, confiesa, estaba recibiendo amenazas de muerte. De ahí que él crea que quienes han acabado con la vida de su madre y hermano son personas que tienen que ver con aquello. Los testigos (sus amigos) también dicen ser conscientes de esas amenazas a Iván, confirmó su abogado defensor.

En cuanto a las plantas de marihuana que los investigadores encontraron en la casa, Iván admite que eran suyas y de su hermano Miguel Ángel, aunque destaca que eran para consumo propio: se fumaban ellos la droga, pero no se la vendían a nadie, asegura el chico.

Los expertos de la Policía Judicial de la Benemérita, no obstante, tienen bastantes indicios para inculpar al hermano mayor de la familia. Entre ellos, la forma en la que dejó el cuerpo de la madre. Sostienen los especialistas que un sicario jamás habría recostado el cadáver en el sofá ni echado una manta por encima de él. Asimismo, los profesionales de la Científica hallaron en la casa una pesa de gimnasio manchada de sangre, que se corresponde con el arma con la que fueron asesinados, a golpes, madre e hijo.

La puerta de la vivienda familiar, en la calle Asturias de Las Torres, no estaba forzada. Vecinos escucharon una discusión a gritos sobre las cinco de la madrugada y otros vieron, un rato después, al sospechoso dando vueltas por la calle.

Por el Juzgado de Instrucción Número Dos de Molina de Segura, en funciones de guardia, pasará este Viernes Santo Iván G. P., asistido por su abogado, Luis Santos.

El templo de Nuestra Señora de la Asunción, en Las Torres de Cotillas, se quedaba pequeño para despedir a Antonia y su hijo Miguel Ángel, las víctimas del crimen de Martes Santo.

Sobre cada uno de los féretros, un ramo de rosas rojas. Vecinos del pueblo quisieron acompañar a los allegados de los fallecidos en un día duro. Agentes de la Policía Local y miembros de Protección Civil trabajaron en la zona. El dolor, el recogimiento y los abrazos fueron una constante.

Las exequias tuvieron lugar después de que se realizase la pertinente autopsia en el Instituto de Medicina Legal.

Por su parte, el padre de familia, Julio, se encuentra pasando unos días en casa de su hermano y su cuñada. Se encuentra todavía en estado de shock. Lo único que quiere es que Iván no sea el responsable del crimen.