Cuarto país más poblado

Las elecciones en Indonesia, una pesadilla logística

El país cuenta con 240 millones de personas y 17.000 islas que se extienden por tres husos horarios y 5.100 kilómetros de este a oeste

Prabowo, el polémico exgeneral llamado a gobernar Indonesia

Prabowo, el polémico exgeneral llamado a gobernar Indonesia

Adrián Foncillas

Por tierra, mar y aire. A través de escarpadas montañas, briosos ríos o territorios tomados por las guerrillas. Bajo la canícula o el temporal. A pie, en barcazas o con elefantes. Los funcionarios de Indonesia trasladan estos días millones de cajas con las papeletas que hoy, una vez agujereadas, señalarán al presidente de los próximos cinco años.

Unas elecciones en Indonesia son una pesadilla logística. Es la tercera democracia más poblada del mundo tras Estados Unidos e India. El país cuenta con 240 millones de personas y 17.000 islas que se extienden por tres husos horarios y 5.100 kilómetros de este a oeste, una superficie mayor a la estadounidense. Son mejorables sus infraestructuras y su tecnología pero el proceso debe completarse en un día. Más exactamente: en las seis horas que están abiertos los colegios electorales.

Un examen cartesiano descartaría el éxito pero Indonesia ha encadenado cinco elecciones sin problemas serios. No hay más secreto que la voluntad. El esfuerzo popular, con siete millones de funcionarios y voluntarios, subraya el compromiso democrático de una nación que tiene aún fresca la dictadura de Suharto.

Odisea logística

Las fotografías del traslado de esas cajas escoltadas por militares a los 800.000 centros de votación integran ya la liturgia electoral. Barcos del Ejército y lanchas neumáticas las acercan a las islas. Ahí termina lo fácil. Las mediocres carreteras y los caminos embarrados por el monzón aconsejan la tracción animal para llegar a los villorrios más recónditos. En la provincia de Aceh fueron necesarios elefantes en las anteriores elecciones y en estas se optará por caballos en el sur de la isla de Java y vacas en la provincia de Lampung. El funcionario a veces carece de más alternativas que cargarla al hombro.

“Tiempo limitado, clima extremo, complicaciones geográficas y problemas de seguridad”, resumía recientemente un funcionario de la Comisión Electoral. Los desprendimientos de tierras causados por las copiosas lluvias han entorpecido aún más el proceso. Unos 2.000 colegios electorales en Yakarta están en riesgo de inundaciones, según la prensa local, y la provincia de Banten hubo de destruir los millones de papeletas que arruinó el aguacero. La jornada empezó en Papua, la punta más oriental, donde los rebeldes y militares acumulan enfrentamientos mortales.

Votación artesanal

Los comicios indonesios conservan un encanto artesanal. Los electores marcan a su candidato perforando con un clavo su nombre en la papeleta. El método ofrece dos ventajas: permite la fácil identificación de su elección colocándola al trasluz y elude el uso de bolígrafos en zonas rurales donde no abundan. Los funcionarios embadurnan luego el dedo del elector con una tinta indeleble que impide las votaciones múltiples.

Indonesia elige hoy no solo a su presidente y vicepresidente sino a representantes de ámbito regional y provincial. Es un cálculo elemental: cinco papeletas por votante son mil doscientos millones de papeletas. Ese volumen tensa las capacidades de la industria impresora nacional antes de las elecciones y, después de ellas, la fortaleza de los que las cuentan.

Muchos sucumbieron cinco años atrás. Casi 900 funcionarios murieron durante las elecciones por agotamiento o ataques al corazón, según la prensa local. El Gobierno razonó que finiquitar unos comicios de esa magnitud en apenas un día exige tanto al cuerpo como a la mente. Para evitar otra mortandad no ha ensanchado el plazo sino cambiado los criterios de selección. Los funcionarios son más jóvenes (la mayoría de los fallecidos en 2019 tenía entre 50 y 70 años) y han sido examinados sus historiales médicos. También se les ha recomendado que cuiden el sueño, la comida y la bebida durante esos días.