Extrema derecha

El exjefe del espionaje sacude Alemania con un nuevo partido ultra

Miembros de la Unión de Valores estuvieron presentes en una reunión de neonazis donde se abordó la expulsión de millones de extranjeros o ciudadanos de origen no alemán

Hans Georg Maassen.

Hans Georg Maassen. / AP

Gemma Casadevall

Que el exjefe de los servicios secretos, Hans-Georg Maassen, se escinda de la derecha moderada para fundar su propio partido ultraderechista es, de por sí, causa de alarma. Si además era ya una figura altamente controvertida, a la que la Unión Cristianodemócrata (CDU) trató de expulsar, sin éxito, por su radicalismo, y que propugnaba el acercamiento a la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), la cuestión adopta una dimensión mayor. A eso se suma que, hasta que fue cesado de su cargo, en 2018, tuvo acceso a los secretos oficiales y demás documentación confidencial. Y, finalmente, que miembros de su nuevo partido, la Unión de Valores, estuvieron asimismo presentes en la reunión de neonazis de Potsdam donde se abordó la expulsión de millones de extranjeros o ciudadanos de origen no alemán.

El departamento federal de Protección de la Constitución, o servicios secretos de Interior, tiene bajo observación a su antiguo jefe como extremista radical, según reveló la televisión pública ARD. Desde el gubernamental partido Los Verdes, socio en la coalición del socialdemócrata Olaf Scholz junto con los liberales, se ha pedido que se actúe contra Maassen. Recuerdan que su responsabilidad sobre esos secretos de Estado no expira por el hecho de haber dejado el cargo.

Maassen dirigió ese departamento entre 2012 y 2018, bajo la entonces cancillera Angela Merkel. Fue cesado en medio de fuertes tensiones en la gobernante gran coalición a raíz de su "cercanía" con la ultraderecha. A partir de ahí tomó peso la corriente interna creada unos años antes en el bloque conservador, la llamada Unión de Valores, surgida precisamente entre el sector contrario a la acogida de refugiados defendida por Merkel a raíz de la crisis migratoria de 2015.

Maassen ha sido en este tiempo la figura más relevante y líder de ese sector. Practicó la oposición interna a la línea de la CDU y su hermanada Unión Socialcristiana de Baviera (CSU) de rechazar toda cooperación con la AfD. Hace una semana anunció que dejaba la CDU para crear su propio partido, cuyo nombre es precisamente el de Unión de Valores.

Nuevos partidos, debilitamiento de los establecidos

Todo eso ocurre en un momento de fragmentación del voto alemán. Hace apenas unas semanas se formalizó la escisión de la Izquierda capitaneada por Sahra Wagenknecht, que pese a su origen izquierdista defiende posiciones similares a la AfD en materia migratoria o contra el suministro de armas a Ucrania.

La AfD ocupa la segunda posición en intención de voto a escala nacional, tras el bloque conservador. Pero por primera vez en meses ya no está en curso ascendente, sino que ha perdido en una semana tres puntos. No está claro aun si esa evolución se debe a la fragmentación política o al estupor creado entre electores de la AfD no identificables como radicales por las revelaciones de la reunión de Potsdam. Desde que salió a la luz ese plan masivo de "reemigración“ de millones de ciudadanos, se han producido en toda Alemania manifestaciones multitudinarias contra la AfD y llamando al país a "despertar" ante los propósitos del neonazismo.

Maassen ha defendido siempre la necesidad de "abrirse" al diálogo con la AfD y ahora no descarta darle respaldo político. Propugna además teorías conspiranoicas sobre una supuesta reducción de la población de raza blanca, presionada por la llegada de migrantes. Sus posiciones no son muy distantes de las mantenidas por el ala más radical de la AfD, cuyo cabecilla es su líder en el 'land' de Turingia, Björn Höcke. El próximo septiembre, Höcke podría alzarse vencedor en los comicios regionales que se celebrarán en su estado federado. Además de las movilizaciones en la calle, hay una campaña para pedir la inhabilitación política de Höcke, que en pocas semanas recogió 1,5 millones de firmas.