Escándalo político

Crisis en Uruguay por la concesión del pasaporte a un poderoso narco que se hacía pasar por jugador de fútbol

La oposición carga contra el Gobierno por facilitar el documento a Sebastián Marset, que ha provocado la dimisión del ministro de Exteriores y el de Interior

El presidente de Uruguay, Luis Lacalle, durante una rueda de prensa.

El presidente de Uruguay, Luis Lacalle, durante una rueda de prensa.

Abel Gilbert

"Parecemos una república bananera", se quejó el expresidente José Mujica. La calma de la vida política de Uruguay, con sus capítulos de cordialidad contenida entre los partidos, se ha roto por un escándalo que vincula a un poderoso narco regional que se hacía pasar por jugador de fútbol con la primera línea del Gobierno del presidente Luis Lacalle PouSebastián Marset tiene 32 años. Se le relaciona no solo con el llamado Primer Cartel Uruguayo (PCU) sino con el asesinato del fiscal paraguayo Marcelo Pecci, perpetrado en territorio colombiano en mayo de 2022. Un año antes, Marset había sido arrestado en Dubai cuando intentaba viajar a Turquía con documentación falsa. Su abogado, Alejandro Balbi, solicitó en Montevideo la tramitación del pasaporte uruguayo. Esa fue la llave que permitió al delincuente abandonar Emiratos Árabes y permanecer prófugo durante dos años, hasta ser localizado en la ciudad boliviana de Santa Cruz, meses atrás. La policía de ese país realizó un operativo gigantesco para atraparlo, pero llamativamente se esfumó delante de sus ojos.

Las peripecias del narco han terminado por provocar un cimbronazo en la Administración de Lacalle Pou. El semanario capitalino Búsqueda reveló que el propio Ministerio de Exteriores le concedió el pasaporte. El caso Marset comenzó entonces a escalar. Primero provocó las dimisiones del titular de esa cartera, Francisco Bustillo, y la subsecretaria Carolina Ache. El fin de semana se vieron obligados a renunciar el titular de Interior, Luis Alberto Heber, su mano derecha, el subsecretario Guillermo Maciel, y el asesor presidencial, Roberto Lafluf, por haberle recomendado a Ache que eliminara las conversaciones en su teléfono relacionadas con Marset.

Lacalle Pou aseguró tener la "íntima convicción" de que los funcionarios que renunciaron "no tienen responsabilidad legal" en el episodio que ha beneficiado al narco. El pasaporte, añadió, debía ser concedido "sí o sí" porque de esa manera lo determina la ley. "No había otra chance, fuese narco u otra cosa, según el reglamento", explicó el pasado sábado, al regresar a toda prisa de Estados Unidos. El Frente Amplio (FA), la coalición opositora de centroizquierda, cree lo contrario. "Hay una enorme incongruencia al aceptar las renuncias y decir 'acá no pasó nada'", estimó el senador Alejandro Pacha Sánchez. El FA presiona para que la Cámara se pronuncie en las próximas horas. "No podemos permitir que el narcotráfico se meta en la política", dijo el legislador y dirigente sindical, Fernando Pereira. La central obrera PIT-CNT llamó a una "gran acción masiva en defensa de la democracia y contra la corrupción".

"Tarado" y "anormal"

Cuando se escucharon las primeras detonaciones del escándalo, los funcionarios aseguraron que desconocían quién era ese tal Marset. Pero luego, el portal La Diaria hizo público un chat en el que el viceministro Maciel le contaba a la subsecretaria de Exteriores Ache que se trataba de un "narco muy peligroso y pesado". El entonces canciller Bustillo le sugirió a su subordinada que "perdiese" su celular, según un audio que divulgó Búsqueda. La crisis se tornó imparable y enfrentó al elenco gubernamental. Bustillo calificó a su vez de "tarado" y "anormal" a Maciel por haber revelado los mensajes explosivos. "Actué de forma honesta y responsable", se defendió el viceministro saliente.

El caso Marset ha llegado a los tribunales. El fiscal Aejandro Machado interrogó a su abogado, Balbi, por haber tramitado el pasaporte del narco ante Exteriores y ante la Dirección Nacional de Identificación Civil. Todo se parece a una "mala comedia venezolana", dijo después de que Balbi le asegurara que desconocía lo que conversaban los funcionarios de la Cancillería e Interior.

Narco y futbolista

Sobre la pantalla del escándalo se proyectó finalmente la figura de Marset en su dimensión más sorprendente. Su fachada era el fútbol. Primero en Capiatá, un equipo de llegó a participar de la liga principal paraguaya, donde se hacía pasar por Luis Amorim. Al ser descubierta la identidad fraudulenta, huyó a Bolivia, donde vistió la camiseta de Los Leones, esta vez como Gabriel De Souza Beumer.

El falso jugador llevaba en Santa Cruz una vida de sultán. Llegaba a los entrenamientos en vehículos de alta gama y celosamente acompañado por guardaespaldas. Marset logró burlar en julio pasado un cerco sobre su mansión cruceña. La policía encontró ahí 17 fusiles, una pistola, casi 2.000 municiones, chalecos antibalas y 31 vehículos. "En las próximas horas lograremos su detención", dijo el ministro de Gobierno boliviano. Todavía lo están buscando.