Entrevista

Carol Chouchani, experta de la ONU en cambio climático: "Habrá conflictos políticos por el control del agua"

La especialista sostiene que hace falta "inversión", pero "no solo en las grandes empresas sino también en las personas"

Carol Chouchani lidera el equipo de trabajo Cambio Climático y Sostenibilidad de los Recursos Naturales de la ONU para región árabe.

Carol Chouchani lidera el equipo de trabajo Cambio Climático y Sostenibilidad de los Recursos Naturales de la ONU para región árabe. / Ricard Cugat

Montse Martínez

Carol Chouchani libera el equipo de trabajo de Cambio Climático y Sostenibilidad de los Recursos Naturales de la ONU en la región árabe. Ha recalado en Barcelona para participar en el ciclo de debates MedDialogues +2030 sobre desarrollo sostenible organizado por el IEMed, el Club de Roma y la Fundación La Caixa.

Pese a todas las evidencias de las que disponemos, aún hay personas que insisten en negar la existencia del cambio climático. ¿Qué les diría?

¿Negar el cambio climático sólo con lo que está sucediendo este año? ¿Cuántos fenómenos extremos han ocurrido? Algo no es normal. Creo que incluso los negacionistas más acérrimos se dan cuenta de que las inundaciones extremas que se produjeron en Derna, Libia, no son algo normal. Los incendios forestales que azotaron Grecia, la sequía recurrente aquí en España, y luego las inundaciones repentinas. Algo no es normal. Algo está cambiando. No creo que nadie pueda decir que algo no está cambiando en este momento.

¿A qué atribuye la ceguera de los negacionistas?

Hay gente que no quiere asumir ahora los compromisos que afectarán al futuro. Así que admitir que hay que actuar contra el cambio climático significa que hay que actuar ahora. Y eso significaría cambiar nuestro comportamiento, transformar nuestras economías y reconocer las desigualdades que existen sobre los impactos del cambio climático entre países ricos y pobres y en sociedades ricas y pobres dentro de los países. Y, de nuevo, reconocer que tenemos que transformarnos de una economía centrada en determinadas industrias en otra que pueda ser más sostenible con modelos de producción y consumo más sostenibles que permitan una economía transformadora basada en nuevas tecnologías, nueva innovación y enfoques ecológicos. Cualquier cambio asusta a la gente.

¿Cree que en cuestiones de lucha contra el cambio climático todo se reduce a inversiones, dinero?

Sí, hablamos de inversión pero no solo en las grandes empresas sino también en las personas.

¿Es difícil cambiar el pensamiento?

Es tan difícil como adaptar un equipo, un coche, para que sea más moderno y renovable. Se trata de tener que deshacerse de todo el historial educativo de alguien que ha sido programado para ser ingeniero de petróleo o minero del carbón o estar involucrado en una industria más contaminante, como el cemento o los fosfatos pesados. Son sectores importantes. Pasa por cambiar la forma de pensar de tu mano de obra a través de la educación. No se trata sólo de los propietarios de las empresas, sino también de sus empleados, que a veces se muestran reticentes a avanzar. Se habla mucho de la transición a una economía más verde. Hay muchas nuevas oportunidades de empleo. Hay muchas nuevas oportunidades de inversión. Pero hay que conseguir que se conecte y conseguir esa transición y quien ayude a pagar esa transición.

¿Es la catástrofe de Libia un ejemplo de lo que va a ocurrir? 

Espero no verlo más. Es dramático. Realmente dramático. Los mares se están calentando tanto como la tierra y vemos cómo está cambiando la volatilidad del ciclo hidrológico. Sí están acostumbrados a la lluvia en la zona de Libia donde se produjo la catástrofe pero no en esas cantidades. Las infraestructuras, las presas, fueron cayendo una a una. El Gobierno del país, un país sumido en una larga crisis política, no ha sido capaz de aumentar la inversión necesaria en infraestructuras. Y este no es el único caso.

Otras partes del Mediterráneo también están padeciendo inundaciones repentinas.

Italia, Grecia, incluso España. Las pérdidas y daños causados por estas inundaciones repentinas podrían evitarse con sólo pensar en ello. Cuando se construyen o mantienen infraestructuras, basta con limpiar los desagües. Así que no hay soluciones imposibles. Hay que pensar. Y por eso trabajamos mucho en la integración del clima, no sólo en el país, no sólo en los hogares, sino en todos los sectores: transporte, agricultura, agua...

Es indiscutible que el agua escaseará. ¿Cree usted que debemos estar preparados para enfrentamientos, incluso guerras, por el control del agua?

No sé si la guerra en términos de una agresión militar física, pero sí habrá conflictos políticos por el control del agua. Ya hay indicadores. Pero hay instrumentos que se están aplicando cada vez más y que tienen el potencial de aliviar el riesgo de conflicto y apoyar la cooperación.

¿Si hay problemas por el control del agua, los veremos solo en los países pobres o también en los más desarrollados?

Es un problema universal.

Otro grave problema es el calentamiento del agua.

Cuando hay más emisiones en la atmósfera, se calienta la tierra, pero también se calienta el agua. Y cuando el agua, es decir, los océanos que cubren la mayor parte del planeta se calientan, se acelera la evaporación, el ciclo hidrológico se acelera y se generan más eventos extremos.

Desde su punto de vista, ¿por dónde pasa la solución?

Tiene que ser una respuesta interdisciplinar, cooperativa e integrada que pase por la tecnología, la formación de las nuevas generaciones y la gobernanza. Y, por supuesto, la financiación. Asegurarse de que el dinero, las inversiones y los presupuestos se destinan a la adaptación de los impactos del clima y no sólo a la mitigación.

¿Pueden llegar a ser peores los efectos del cambio climático?

Por supuesto que podrían ser peores. Tiene que haber acción. La cuestión es cuánto está dispuesta a invertir la generación actual para asegurarse de que nuestros hijos y sus hijos a mediados de siglo no vivan sólo en edificios con aire acondicionado y no puedan cultivar la tierra. Tal vez la solución será que sólo generemos alimentos a partir de invernaderos. Tal vez eso es lo que tendrá que ser el futuro. No es que yo personalmente crea que la civilización humana desaparezca, pero no tendremos la calidad de vida y la belleza que tenemos ahora. Y tenemos que trabajar juntos porque si no nos transformamos ahora, nos veremos obligados a transformarnos. Cambiará nuestro modo de vida.

¿Qué podemos hacer a título individual?

Todo el mundo puede cambiar su forma de viajar, de elegir entre el plástico y el papel, entre otros aspectos. En Europa y en España, no usamos tanto los plásticos. Las pequeñas acciones marcan la diferencia en la lucha contra el cambio climático, sin olvidar la sensibilización. Y exigir a los políticos que actúen, que tengan el cambio climático en su agenda.