Monarquía británica

El suflé de Carlos III se desinfla un año después de su acceso al trono

Parte de esas expectativas estaban puestas en una posible aceptación de la implicación de la monarquía británica en el tráfico de esclavos y la apertura de una investigación para aclarar estos vínculos

Carlos III.

Carlos III. / Reuters

Lucas Font

El jueves 8 de septiembre de 2022, a las 15:10 horas, el hasta entonces príncipe de Gales, Carlos de Inglaterra, ascendió al trono en el Reino Unido y en los 14 países de la Commonwealth. Una sucesión automática tras la muerte de su madre, la reina Isabel II, y que culminó con su coronación meses más tarde, el 6 de mayo, en una ceremonia que ya forma parte de la historia. Carlos III ha evitado, sin embargo, realizar cambios significativos en la Corona en su primer año como monarca, a pesar de las expectativas de renovación y modernización de la institución tras su proclamación.

Parte de esas expectativas estaban puestas en una posible aceptación de la implicación de la monarquía británica en el tráfico de esclavos y la apertura de una investigación para aclarar estos vínculos, como ya pidieron representantes de la ONU el pasado marzo. Pero, por ahora, el rey ha mostrado poca intención de tomar ninguna medida al respecto: en sus primeros 12 meses de reinado se ha limitado a hacer menciones a un pasado “doloroso”, sin entrar en acciones concretas. “Debemos reconocer los errores que han conformado nuestro pasado si queremos liberar el poder de nuestro futuro común”, aseguró durante la visita de estado del presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, el pasado noviembre.

Uno de los episodios más polémicos en la relación con las antiguas colonias fue el rechazo del palacio de Buckingham a devolver los restos del príncipe Alemayehu, hijo del rey Teodoro II de Etiopía, que fue trasladado al Reino Unido tras la derrota de su padre ante las fuerzas británicas en 1868. El príncipe fue acogido por la reina Victoria y enterrado en el castillo de Windsor tras su muerte prematura pocos años después. Los portavoces del palacio sostienen que la extracción de los restos supondría una “perturbación del lugar de descanso de un número considerable de personas en los alrededores”, a pesar de las peticiones de los descendientes del príncipe para recuperar su cuerpo.

Perfil institucional

En materia de cambio climático, uno de los ámbitos con los que Carlos III se ha mostrado más comprometido durante décadas, ha preferido mantener un perfil institucional y respetar la voluntad del Gobierno en varias ocasiones. El monarca renunció a dar un discurso durante la Conferencia del Clima (COP27), celebrada el pasado noviembre, a petición del primer ministro, Rishi Sunak. En lugar de eso, organizó una recepción en el palacio de Buckingham poco antes del evento y recibió los halagos del propio Sunak, quien lo presentó como “un líder en la lucha contra el cambio climático” a pesar de su ausencia en la conferencia de la ONU.

Más abierto ha sido el debate sobre su implicación en temas políticos, una implicación que sí demostró en varias ocasiones como príncipe de Gales. La reunión con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, horas después de la firma del nuevo protocolo para Irlanda del Norte, fue interpretada por los defensores más radicales del Brexit como una intromisión del monarca. El exlíder de UKIP, Nigel Farage, insinuó que el rey estaba mostrando sus “verdaderas convicciones políticas”, mientras que el diputado del ala dura del Partido Conservador Jacob Rees-Mogg alertó de que “cualquier plan para involucrar al rey antes de que haya un acuerdo político interno rozaría la incorrección constitucional”.

El propio Rees-Mogg, aliado del exprimer ministro Boris Johnson, también fue muy crítico con la elección de dos países europeos, Francia y Alemania, como destinos para las primeras visitas de Estado del monarca. “Teniendo en cuenta el sentimiento republicano [en la Commonwealth], Su Majestad debería ir primero a sus propios reinos, como Australia, Nueva Zelanda o Canadá”, señaló entonces.

El palacio insiste, sin embargo, en que el rey ha tomado estas decisiones a petición del Gobierno y no por voluntad propia. Algo habitual en la monarquía británica, según señaló el experto en derecho constitucional Robert Hazell al diario iNews poco después del encuentro con Von der Leyen. “Habría sido un monarca valiente en caso de negarse a seguir el consejo gubernamental. Creo que la difunta reina hubiera hecho lo mismo que el rey Carlos".

Austeridad en duda

La imagen de un monarca más austero y en contacto con la realidad económica de un país golpeado con dureza por el aumento del coste de la vida se ha desvanecido en los últimos meses. Los asesores del rey pactaron con el Gobierno la reducción a la mitad del porcentaje de los beneficios generados por el patrimonio de la Corona, entre ellos los negocios inmobiliarios, que financian a la institución. Pero a pesar de este aparente recorte, los ingresos de la monarquía pasarán de los 86 millones de libras actuales (100 millones de euros) a 126 millones de libras (146 millones de euros) en 2026, debido a que los ingresos por la explotación del patrimonio de la corona se han disparado en los últimos años.

En la parte territorial, el monarca todavía se enfrenta al desafío independentista en Escocia. La posible celebración de un nuevo referéndum y una eventual victoria del independentismo podría causar un gran daño a la institución. “El prestigio de la monarquía se verá inevitablemente dañado, aunque la responsabilidad de la ruptura recaiga en los políticos y no en el monarca”, explica el constitucionalista Hazell en un informe publicado por la Cámara de los Comunes. La eventual independencia de Escocia no implicaría necesariamente renunciar a Carlos III como monarca, pero los expertos apuntan a que el rey deberá prestar una mayor atención a este territorio, más allá de sus visitas al castillo de Balmoral, para recuperar una popularidad a la baja.