Concienciar al resto de dueños de perros sobre la peligrosidad de las cianobacterias, anteriormente llamadas algas verdeazuladas, es lo único que pueden hacer ahora Melissa Martin y Denise Mintz, de Carolina del Norte, para obtener algo de consuelo tras la muerte de sus tres perros Harpo, Izzy y Abby. Y algo están consiguiendo, porque periódicos del mundo entero difunden esta historia ocurrida en estanque de Wilmington en Estados Unidos.

Melisa y Denise decidieron llevar allí a sus mascotas debido a las altas temperaturas. Lo que iba ser una bonita quedada perruna con baño incluido, acabó en una tragedia cuando, tan sólo quince minutos después de salir del agua, la primera perra comenzó a convulsionar. Para cuando llegaron al hospital veterinario los signos de fallo hepático eran tan evidentes como irreversibles. Mientras los examinaban, los otros dos perros también comenzaron a mostrar los mismos síntomas y nada se pudo hacer para salvar su vida. Antes de la medionoche del viernes los tres habían muerto.

No todas las cianobacterias producen toxinas, pero desde luego no es el primer caso que se reporta de envenenamiento en animales por haber bebido agua que las contenía. De hecho hay varias especies de cianobacterias que producen un completo y complejo espectro más o menos amplio de tóxicos diferentes que van desde los citotóxicos, que atacan a las mismas células, los hepatotóxicos, que atacan al hígado y son los que sufrieron los perros que murieron, y los neurotóxicos, que atacan al sistema nervioso.

Su proliferación se da en masas de agua ricas en nutrientes y con temperaturas medianamente altas, entre 15 y 30 grados concretamente. Además necesitan aguas poco revueltas y sin vientos, por lo que los estanques y charcas de zonas calurosas son zonas ideales donde encontrarlas en cantidad abundante.