Los veintisiete países que permanecerán en la Unión Europea (UE) tras el Brexit dieron hoy su respaldo político al acuerdo de salida del Reino Unido, donde comienza la batalla de la primera ministra, Theresa May, para lograr que el Parlamento británico respalde el documento.

Jefes de Estado y de gobierno de los Veintisiete celebraron en Bruselas una cumbre en la que aprobaron el documento que fija las bases del divorcio y la declaración con los términos de la relación futura de ambos bloques una vez consumada la retirada.

"Los Veintisiete han respaldado el acuerdo de retirada y la declaración política sobre las futuras relaciones entre la UE y el Reino Unido", anunció el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, en su cuenta de Twitter.

El visto bueno de los Veintisiete fue posible tras vencer las reticencias de España, que amenazaba con oponerse a ambos textos al considerar que no daban garantías jurídicas suficientes de que tendrá la última palabra en cualquier futuro acuerdo con Gibraltar.

Por su parte, el Gobierno del Reino Unido afirmó que "no ha cambiado ni cambiará" su posición respecto a la soberanía británica de la última colonia en suelo europeo, aunque se mostró "contento" de haber aclarado con España la controversia respecto al polémico artículo.

Tras el visto bueno de los socios europeos, May inicia ahora una carrera para lograr que el pacto de retirada sea aprobado por la Cámara de los Comunes, donde no cuenta con los apoyos necesarios.

El Reino Unido se debate entre aceptar el acuerdo del Brexit, que ha sido recibido con duras críticas por parte de casi todos los sectores políticos, o bien arriesgarse a abandonar la Unión Europea (UE) sin un pacto el próximo 29 de marzo.

La tercera opción, celebrar un segundo referéndum, es la que prefiere el 55% de los británicos, según las encuestas, pero no entra en los planes del Partido Conservador de May, ni por el momento en el de los de la primera formación de la oposición, el Partido Laborista.

La jefa de Gobierno ha superado hasta ahora las múltiples amenazas a su liderazgo que se le han presentado tras publicar el borrador del acuerdo del Brexit o salida de la UE, pero afronta aún el mayor reto: aprobar el texto en el Parlamento británico.

Decenas de diputados 'tories' (conservadores) han expresado reticencias a respaldarlo, porque en su opinión mantiene al Reino Unido atado a las estructuras comunitarias hasta que se forje una nueva relación comercial entre Londres y Bruselas -lo que puede tardar años- a fin de evitar una frontera en Irlanda del Norte.

El norirlandés Partido Democrático Unionista (DUP), de cuyos diez diputados depende la mayoría parlamentaria de May, tampoco aprueba los términos acordados, por lo que amenaza con votar en contra, o bien abstenerse.

La baza de la primera ministra para lograr una mayoría en la Cámara de los Comunes antes del receso navideño pasa por convencer a suficientes diputados, incluidos algunos de la oposición, de que tumbar su acuerdo abocaría al país a una posible salida abrupta y una catástrofe económica.

Intenta, además, arrancar alguna concesión adicional a Bruselas antes de la cumbre extraordinaria del próximo domingo para contentar al sector más euroescéptico de su partido. Desde la semana pasada, May ha iniciado una campaña con varios frentes para tratar de sumar apoyos a su plan.

En diversas entrevistas y artículos en los tabloides británicos ha recalcado el mensaje de que su pacto pondrá freno a la inmigración desde países de la Unión Europea, uno de los principales argumentos que movilizó al 51,9% de los británicos para votar por el Brexit en junio 2016.

Al mismo tiempo, ha embarcado a los principales representantes empresariales del país para que defiendan su pacto, frente al posible caos que supondría una salida abrupta. Una encuesta entre 800 directivos elaborada por el Institute of Directors señala que el 75% de ellos piensa que es "extremadamente importante" respaldar el tratado de salida que propone el Gobierno.

Aún así, en la City de Londres se han mantenido las advertencias de que el pacto significa que las firmas británicas de servicios financieros y aseguradoras pueden perder su acceso privilegiado al mercado único.

Desde la oposición se ha criticado además que el texto no asegura que el Reino Unido mantendrá los actuales estándares europeos en cuanto a derechos laborales y medioambientales una vez termine el periodo de transición, previsto hasta diciembre de 2020.

Su desacuerdo con el tratado de salida ha llevado al Partido Laborista ha avanzar que votará en contra en los Comunes y ha dejado abierta la puerta a convocar una moción de censura contra May si la cámara acaba rechazando el texto.

El primer objetivo del laborismo es que se convoquen unas elecciones generales anticipadas, ya sea porque la primera ministra dimita tras perder la votación en el Parlamento o bien porque caiga con una moción parlamentaria.

"Respetar" la consulta

Aunque ha mantenido abierta la puerta a defender un segundo referéndum en caso de que no prospere su plan de llegar a unos comicios, la dirección del partido ha rechazado hasta ahora respaldar de forma explícita esa opción y ha recalcado la necesidad de "respetar" el resultado de la consulta de hace dos años.

El 35% de los votantes laboristas optaron por el Brexit, frente al 65% que se decantó por seguir en la UE, según datos de la firma YouGov, y el partido ha tratado de mantener un equilibrio entre ambas posiciones.

El peso de la campaña favorable a un nuevo referéndum lo ha llevado el grupo denominado People's Vote, que cuenta con el apoyo de diputados de diversas formaciones y que en octubre sacó a la calle a cerca de 700.000 personas en Londres para pedir que se convoque otra consulta.