La crisis diplomática de Colombia con Ecuador, Venezuela y Nicaragua, que durante una semana amenazó con desembocar en un conflicto bélico, quedó superada ayer de la manera menos esperada, con simbólicos apretones de manos y abrazos de los presidentes involucrados, para satisfacción y alivio continental.

La tensión generada por el ataque de tropas colombianas a un campamento de las FARC en suelo ecuatoriano en el que murió el portavoz internacional y número dos de esa guerrilla, Raúl Reyes, se acentuó con la ruptura de relaciones diplomáticas de Quito con Bogotá, apoyada por medidas similares de Caracas y Managua.

Ecuador y Venezuela reforzaron además sus fronteras con Colombia, que para no aumentar las tensiones se abstuvo de enviar tropas a las puertas de los vecinos.

La crisis tuvo su primer debate en la Organización de Estados Americanos (OEA), que el miércoles aprobó una resolución en la que establece que Colombia violó la soberanía y la integridad territorial de Ecuador y acordó el envío de una comisión a la zona, así como una reunión de cancilleres, pero no alivió la tensiones.

La crisis, caracterizada por una avalancha de acusaciones de las partes y aderezada por insultos de los presidentes de Ecuador, Venezuela y Nicaragua contra su colega colombiano, Álvaro Uribe, también motivó llamamientos al diálogo y la paz de las Naciones Unidas, la Unión Europea y numerosos países y personalidades.

El mandatario ecuatoriano, Rafael Correa, visitó en cuatro días Lima, Brasilia, Caracas, Managua, Panamá y Santo Domingo en busca de apoyo para su reclamo de una condena internacional a Colombia, y en todas esas capitales no economizó descalificaciones y amenazas a Uribe.

Los presidentes de Venezuela, Hugo Chávez, y de Nicaragua, Daniel Ortega, aliados del ecuatoriano, reforzaron la artillería verbal de Correa, pero la crisis quedó conjurada cuando menos se esperaba, después de un agrio debate de más de seis horas en la XX Cumbre del Grupo de Río, celebrada en República Dominicana.

Correa, crítico de la política dura de Uribe con la guerrilla, aseguró ayer que sus manos están "limpias y sin sangre" y volvió a tachar de "mentiroso" al presidente colombiano, quien respondió con una prolongada intervención en la que reiteró las acusaciones de vínculos de su homólogo ecuatoriano con las FARC.

Uribe volvió a disculparse con Correa por la incursión militar, pero en un enérgico discurso explicó el prontuario criminal de Reyes, de quien dijo que era un "cobarde, asesino y obstructor de la paz". El intercambio de recriminaciones entre Uribe y el eje Correa-Chávez-Ortega continuó hasta que el presidente dominicano, Leonel Fernández, sacó un conejo de la chistera y con una invitación a los cuatro gobernantes a enterrar el hacha de la guerra, acabó las rencillas como por arte de magia. Uribe tomó la iniciativa y en medio de aplausos se dirigió hacia Correa, con quien estrechó la mano, tras lo cual se dio un abrazo con Chávez y remató con un saludo y palmadas en la espalda a Ortega, que de inmediato anunció la reanudación de las relaciones rotas la víspera.