En un primer escenario, un millón de personas de una población de algo más de cuatro millones, podría ser afectada por el virus y unas 15.000 personas podrían fallecer, según las previsiones iniciales de las autoridades sanitarias.

No obstante en un segundo cálculo, la cifra se reduciría a menos de 2.000 fallecidos gracias al papel de los antibióticos y a una mayor higiene.

La epidemia, como suele ser el patrón y sin que se conozcan los motivos, atacaría en dos ciclos, el primero que duraría alrededor de seis semanas, seguido de una interrupción de tres a seis meses antes del surgimiento del segundo ciclo.

Durante la fase más álgida, las autoridades han calculado que hasta 2.600 ciudadanos podrían ser hospitalizados cada semana.

Las medidas ideadas para hacer frente a la enfermedad incluyen transformar 18 policlínicas en centros de tratamiento de la gripe aviar así como trasladar a pacientes de hospitales públicos a los privados para evitar que éstos estén expuestos al virus.

Singapur se ha movilizado además para tener reservas de la vacuna contra la gripe cuando esta esté lista y vacunar a toda la población antes de que el segundo ciclo se inicie, medida que reduciría al máximo el número de bajas.

Mientras tanto, las autoridades esperan contar con un millón de reservas del antiviral Tamiflu para finales de 2006.

La última epidemia en Singapur fue el brote de gripe de Hong Kong en 1968 que acabó con la vida de unas 500 personas.