Entrevista | Joaquín Vidal Coy Cabo de andas del trono de La Fuensanta

Joaquín Vidal Coy: «El amor a la Virgen es lo más importante»

Mantiene la tradición familiar que inició su padre, Joaquín Vidal Monerri, durante más de sesenta años

Joaquín Vidal Coy, cabo de andas del trono de La Fuensanta (centro)

Joaquín Vidal Coy, cabo de andas del trono de La Fuensanta (centro)

Paco Hernández

Paco Hernández

La devoción a la Virgen de la Fuensanta, Patrona de Murcia, está profundamente arraigada en Joaquín Vidal, cabo de andas del trono de la Virgen de la Fuensanta, que comparte sus experiencias y reflexiones sobre su papel como custodio de esta tradición centenaria.

Su padre, Joaquín Vidal Monerri, ocupó el cargo de capitán durante décadas ¿Qué le enseñó?

Mi padre fue cabo de andas, en total, más de sesenta años y le nombró capitán de andas el que fue obispo de la Diócesis D. Javier Azagra Labiano, cuando llevamos la imagen de la Virgen por las pedanías de la huerta en 1994.

¿Enseñarme? ¡Todo! Empezando por el amor hacia la Virgen, que es lo más importante. Sin no amas a la Virgen de verdad, lo demás sobra. He aprendido de él, creo, el saber estar en cada momento, la cercanía con las personas de todas las edades y condiciones que se acercan al trono a rendir homenaje a su Madre por excelencia.

Puesto en práctica, todo. Desde que las mujeres, obviamente, también lleven en sus hombros el trono que La lleva, hasta que todas las personas que quieran llevarla lo pueden hacer sin ningún problema, hombres, mujeres, jóvenes, niños, con la única salvedad de hacerlo desde la esquina del Carmen con Torre de Romo hasta la, ya inexistente, Casa del Labrador, es decir, durante más de seis kilómetros de los ocho totales.

Otra cosa muy importante que he aprendido es el espíritu de servicio a los devotos de nuestra Morenica.

¿Qué se siente al ser el encargado de velar por el correcto traslado de la Patrona de Murcia?

Responsabilidad, respeto, espíritu de servicio y orgullo. Empiezo por el final. Tanto mis compañeros como yo, sentimos un gran orgullo de poder seguir la tradición que nuestros mayores nos han legado, empezando por el Amor a la Fuensantica y la oportunidad de estar muy muy cerca de su imagen y, por lo tanto, de ella. Respeto por nuestra labor de cumplir, y hacer cumplir, la tradición con el máximo decoro y siempre atentos a las indicaciones del Cabildo Catedralicio, único depositario de la imagen de nuestra Patrona. Y sobre todo respeto por la Reina del Cielo y la imagen que la representa.

¿En qué ha variado la Romería de tu infancia con la actual?

Al principio, y te hablo de hace 51 años que llevo con ella, desde mis 13 años, las ‘subidas’ eran multitudinarias, no tanto como ahora, pero había muchísima gente. Las ‘bajadas’ ya eran otra cosa. Hubo bajadas en las que teníamos que pedirle a los que estaban viéndola pasar que nos echaran una mano y llevaran el trono un ratico.

A partir del año 1994, año en la que se recorrieron con la imagen 52 parroquias de la huerta, entre el 30 de abril al 31 de mayo, se notó un incremento de Romeros grandísimo. Muchas personas, a raíz de haber visitado la imagen su parroquia, digamos que ‘se apuntaron al carro’ de acompañarla todos los años.

¿Qué significado tiene para usted ser parte de esta importante festividad religiosa en Murcia?

Podría decir, como todo el mundo, que hay cosas que marcan indefectiblemente tu vida. Personalmente no entendería mi vida sin Dios, si su bendito hijo y sin su Santísima Madre, sin la Iglesia, al igual que no la entendería sin mi familia.

¿Cuáles son los momentos más memorables o emotivos que ha experimentado durante su tiempo como cabo de andas?

Memorables, absolutamente todos. No se puede olvidar el tiempo pasado junto a ella, los momentos que en cada traslado se viven son inolvidables. ¿Los más emotivos? ¡Muchos! Empezando por los momentos del relevo de mi padre, que en paz descanse. Momentos agridulces ya que suponía mi paso a cabo de andas, pero su ‘jubilación. Hasta eso hizo bien. Prudentemente, sin hacer ruido ni ostentación de nada. Fueron momento muy emotivos y difíciles.

Luego está los muchísimos momentos de emoción. Me emociono cada vez que llegamos a la catedral o al santuario. La emoción de vivir el momento en el que una persona joven, mayor o anciana, le presenta su ‘regalo’ a la Virgen en forma de promesa, la, presentación de un bebé…

¿Puede compartir algunas anécdotas especiales o historias que haya vivido durante su servicio a la Virgen de la Fuensanta?

En 51 años, como comprenderás, hay innumerables anécdotas e historias que contar que darían para un libro. La más curiosas se dieron, quizá, en los traslados de 1994 ya mencionados. En algún pueblo se descubrió que ‘hacían trampa’ moviendo el mojón limítrofe entre pedanías para llevarla más tiempo, con la consiguiente protesta de la otra pedanía y trifulca, Guardia Civil incluida. En otras pedanías nos ‘pasearon’ por toda ella y en otra tuvimos que sacar la imagen de la iglesia, una vez habíamos terminado, para seguir con el traslado hasta una ermita a cuatro kilómetros y medio.

En una ‘bajada’, al llegar al barrio del Progreso, estaba la carretera inundada por la lluvia caída. Al llegar, no se amedrentó nadie y, con la camarera, entonces Dña. Pilar de la Cierva, remangándose la falda, cruzamos aquél ‘mar’ con el agua por la rodilla.

¿Cómo ve el futuro de esta tradición y su importancia para la comunidad murciana en los años venideros?

Pues yo la veo con mucho optimismo. Da mucho gusto y tranquilidad el observar cómo, cada vez más, los jóvenes de ambos sexos se acercan y se integran en los actos en torno a la Virgen de la Fuensanta.

En los traslados, tanto a la subida como a la bajada, son más y más los jóvenes que participan activamente acompañando y portando el trono con ilusión, ganas y fe.

En una sociedad cada vez más materializada, en la que los valores cristianos pierden su importancia y son banalizados continuamente, ves que hay un, cada vez mayor, número de jóvenes que se acercan a la fe por medio de la creyente por excelencia, la Madre de nuestro Señor.