Se acaba el verano con el mejor sabor de boca para los niños, y es que la Feria de Septiembre de Murcia ya está aquí. Llega un tiempo de diversión sin fin, de ilusión envuelta en todo lo luminoso de las fiestas que cada año nos reciben llenas de alegría y festejos. Parece como si el encendido de luces y la llegada de la Virgen de la Fuensanta en romería hasta la capital, con todas sus tracas y cohetes, nos despertaran de ese letargo estival veraniego y nos preparara para la vuelta a la ciudad y a la rutina diaria, pero con la diversión por bandera.

Murcia queda iluminada en estos días, especialmente en ese punto de reunión que es, para todo niño, la feria; luces intermitentes en medio de la tarde noche que llaman no sólo a quien es niño ahora, sino a quienes lo fuimos y llevamos de la mano a los que nos acompañan, haciendo como en otros tiempos lo hicieron nuestros padres. Ir a la feria siempre ha sido la mejor manera de volver de la playa. La ciudad parece despertarse en ese bullicio de gente de un lado para otro, contrastando con este mes que dejamos, y es hora de poner el piloto automático en modo 'Feria de Septiembre'.

Si en verano has tenido la suerte de montarte en las tres o cuatro atracciones que van por la costa y por todos los pueblos en fiestas, ahora contamos con 150 para todos los gustos y edades. Unas sesenta son de tipo mecanizado, pero el resto corresponden a casetas, tómbolas, puestos de artesanía, palomitas, gofres, refrescos, hamburguesas, perritos calientes y, cómo no, el algodón de azúcar. ¿Quién no ha vuelto a casa con un peluche en las manos y en la otra un enorme algodón de azúcar para comerlo por el camino? O las manzanas de caramelo, otro clásico que pondrá las manos de grandes y pequeños un tanto pegajosas, por lo que en la mochila en la que llevemos el agua, hay que llevar un paquete de toallitas para estos imprevistos azucarados. Porque la vida es dulce con tardes y noches envueltas en atracciones que nos ponen la sonrisa de un lado a otro, pero, sobre todo, con el brillo de la magia y de la ilusión en los ojos de un niño.

Lo que más me gusta de la feria es en general el ambiente. Hay buen karma en esa zona en la que se instala cada año. El Recinto Ferial de la Fica acoge infinidad de eventos a lo largo del año, y son los conciertos, el Salón del Manga y la Feria de Septiembre los que más atraen a todo el mundo. Los horarios son de seis de la tarde a dos de la madrugada, dependiendo también de si es entre semana o fin de semana; con los peques funcionamos en horario infantil, hasta que esos cuerpos caen rendidos y hay que volver a casa. Si es por ellos, se montarían en todas las atracciones a los que la edad y la altura les permitiesen subir, todo el santo día.

Un consejo: hay que medio negociar con los niños el número de atracciones a las que subirlos, y así poderles llevar más de un día. Lo ideal es que vayan a la feria como mínimo una vez, pero luego, repetir, porque les encanta. El día del niño, que será el próximo martes, las atracciones son a la mitad de precio, un día con mucha afluencia, puesto que si el resto de los días en general las atracciones tienen un coste de tres euros, ese día será más económico.

Una buena forma de llegar a la feria es con el transporte urbano. Las líneas C1, C2 y C3, los autobuses coloraos como los llaman, tienen parada en la misma puerta del recinto ferial, permitiéndonos aparcar en otras partes de la ciudad más cercanas quizás a los Huertos del Malecón, que es el lugar en el que se suele terminar la tarde tras la visita a la feria; dos puntos de encuentro para todos en estos días que nos permiten recorrer las distintas ofertas que nos presenta la ciudad en su programación.

El tren de la bruja es un clásico al que hay que subirse, y tened en cuenta que quien le coge la escoba con la que va dando escobazos a lo largo de los viajes se asegura un ticket para montarse de nuevo. Los coches de choque son lo más parecido a un viaje en el tiempo, porque sigues siendo niño en esos autos en los que año tras año chocamos y reímos; el látigo, la montaña rusa, los caballitos o la casa del terror son otras de esas atracciones fijas. Y si quieres hacer una foto preciosa, sobre todo cuando ya ha oscurecido, lo ideal es subirse en la noria. ¿Quién no se ha dado ese primer beso en lo alto de la misma con la ciudad como testigo?

La adrenalina siempre presente en las colas entre los que se van a subir a las atracciones y los que bajan de las mismas. En grupo, en pandilla, con amigos, en familia..., la feria es para disfrutarla ahora que el tiempo acompaña. Y quédate con el sonido; el sonido de una feria es peculiar, se entremezclan todas las canciones del verano, porque cada puesto lleva su propia música, y es como un mundo aparte: las sirenas, los pitos..., todo eso que se escucha y te envuelve mientras estás allí.

Mucha gente vuelve a casa con su peluche gigante, con juguetes conseguidos en los patitos que se pescan con caña, o con cualquier cosa que consiguen tras lanzar dardos o disparar con la mejor puntería en la diana de las tómbolas. La cuestión es probar suerte, porque quien no arriesga no gana, y la feria es un lugar del que siempre salimos ganando, porque volvemos a casa cargados de ilusión y de felicidad.