Se niega rotundamente a contestar cuando le preguntamos su año de nacimiento. «Pon el que tengo en Facebook, que dice que son ciento y pico (Risas). La edad se lleva en la mente y en las vísceras. He trabajado tantas y tantas horas al día que he perdido la noción del tiempo. No es coquetería, siento que tengo 30 años menos y la sensación de que no he vivido mi vida completa. Me falta una parte». Trabajó toda su vida como director comercial en el sector del automóvil y hoy, felizmente jubilado, se dedica a sus dos grandes pasiones, ser abuelo y escribir poesía. Con José Ángel Castillo Vicente hablamos de su obra, sus aficiones y sobre los mejores veranos de su vida.

¿Cuántos libros has publicado?

He participado en tres antologías del Museo del Niño de Albacete; La Barbería, una antología sobre Luis Garay y el último mío es Abuelos y nietos, que ya va por la segunda edición y que voy a corregir y aumentar.

¿Cuándo vas a publicar un nuevo libro?

Tengo material como para tres libros y de diversa temática y, evidentemente, no pienso editarlo todo. Quiero hacer una cosa que realmente merezca la pena y justifique su lectura. Quiero eliminar mediocridad y sacar un poemario que merezca la pena. Mejor uno bueno que no diez malos. Constantino Kavafis, un grande de la poesía, sólo tenía 175 poemas.

¿Cuál ha sido el mejor verano de tu vida?

Si tuviera 30 años lo sabría ahora mismo, después de tantos años ya ni lo sé. Posiblemente fue el de mi primer contacto con el mar, que es uno de mis grandes amores, después de mi familia y mis nietos. El mar era mi vocación, incluso laboral si hubiese podido ser. Recuerdo que un tío mío, Pepillo, carnicero de Verónicas, me llevaba de viaje, en Vespa, a El Mojón a comer sardinas y tomates. Éramos una familia muy humilde, de cinco hermanos, y mi padre trabajó toda su vida en los cines Iniesta, jornadas de 15 horas. En el viaje de vuelta estuvimos a punto de matarnos porque a mi tío se le metió una avispa por la camisa y le picó. El segundo verano de mi vida fue trabajando de director comercial y era organizador del Trofeo Talbot de Regatas, con fiestas aledañas y las travesías de Puerto Tomás Maestre y Mazarrón. Aquello fue muy famoso. Fueron años maravillosos. Aquello no era trabajo, era un gozo. Guardo grandes amistades de aquella época.

¿Y cómo son tus veranos ahora?

Empezamos veraneando en Torrevieja pero nos pasamos a La Torre de la Horadada, donde tenemos un chalecito.

¿Recuerdas alguna anécdota de tu infancia o tu juventud?

De niño fui la mejor nota media en bachillerato de toda España, con una beca de la CNS, hasta me sacaron en el periódico. Y de joven recuerdo cuando me compré mi Seat 850 Coupé rojo. Yo era un fardón, le cambié el volante, los tubos de escape y lo hice bicarbonato participando en ralis. Hacíamos carreras a las dos o las tres de la madrugada desde la Plaza de la Cruz, por la Trapería, hasta la Redonda, por encima de Alfonso X El Sabio.

¿Cuáles son tus paisajes favoritos de la Región de Murcia?

Sierra Espuña me encanta y me encantaban los balnearios de la Ribera antes que desaparecieran. Calnegre, y si me aprietas, una playa que me encanta es Cala Cerrada, antes de llegar a Mazarrón.

¿Te gusta viajar?

He viajado mucho por razones laborales y conozco unos cuantos países. El poeta Soren Peñalver, hablando de ciudades que conocía, me dijo que estar en una ciudad no era conocerla, sino que había que quedarse a vivir una temporada... y tiene toda la razón. No es lo mismo decir ´conozco´ que decir ´he estado en´.

¿Recuerdas alguna canción del verano?

No hablaré de Mike Kennedy ni de Los Diablos. Te diré las dos canciones de mi vida, La chica de Ipanema y My Way, que no es de Frank Sinatra sino de Paul Anka.

¿Ibas a cines de verano?

Soy amante del cine italiano, El Gatopardo, Dolce Vita, Amarcord, La Strada, La Ciociara (Dos mujeres) y del cine español me quedé anclado en el pasado, La Caza, Los Santos Inocentes y poco más. De Almodóvar no te voy a decir ninguna. Las que me gustan no son películas de verano, pero sí que las veía cada verano. Esos colores pastel difuminados de Visconti son poemas. Este verano tengo que ir un día con mi nieto a ver Los Increíbles 2.

¿Eres más de chiringuito o de sombrilla?

De sombrilla, pero no lo pongas porque tengo prohibido por mi médico que me dé el sol y lo tomo.

¿Cuál es tu aperitivo favorito?

La gamba roja de Águilas, tonterías las justas (Risas) y ostras con Moët Chandon. Soy pobre, pero honrado, y si luego no hay para comer, pues no se come y punto.

¿Fue en verano tu primer amor?

Eso sí que es difícil contestar. Si te dijera que fue mi mujer no te engañaría mucho. Pero a los quince años hubo alguna esquina (Risas). Cuando conocí a mi mujer, Ángeles, pensé: ¿A ver cómo te sacudes tú a este de encima? (Risas). Fue Maja de Murcia, Sirena del Mar Menor y reina de las fiestas de Caravaca. Guapísima, por eso me casé con ella (Risas). Y tan buena madre y abuela como esposa.

¿Te has bañado alguna vez desnudo?

Solamente una vez, con un grupo de amigos, en Almería.

¿Practicas algún deporte?

Siempre he sido deportista y hoy sigo jugando al pádel.

¿Qué planes tienes para después del verano?

Uno de mis planes desde que me jubilé es abandonar la indolencia natural y ver si por fin publico de nuevo, más que nada por dejar de corregir mis poemas. Mi principal plan es vivir, que la vida sea buena con uno. Llega un momento en el que uno está harto de asistir a entierros y tanatorios. Al mío será al único al que llegaré puntual en mi vida. Siempre llego tarde a todos.