Fallecimiento

Muere Bahamontes, el mejor escalador ciclista de todos los tiempos

Tenía 95 años, estaba ingresado en una residencia de Valladolid y su mayor éxito deportivo fue ganar el Tour de 1959, el primer español en lograrlo.

Muere Federico Martín Bahamontes, el primer español que ganó un Tour

PI Studio

Sergi López-Egea

"¡Vamos, Federico! ¡Tú puedes ganar el Tour!". Fausto Coppi seguirá siendo para los italianos el mejor ciclista de todos los tiempos, mucho más que Eddy Merckx, aunque el debate podría ocupar horas, pero de lo que no cabe dudas es que sin la dirección y los consejos del ‘Campeoníssimo’, difícilmente Federico Martín Bahamontes, el más grande escalador crecido sobre las ruedas de una bici, habría sido el vencedor del Tour de Francia de 1959, el primero que ganó un español, y hasta este martes, día de su fallecimiento con 95 años, el más antiguo ganador de la ronda francesa con vida.

Fue en 1994 cuando este periodista tuvo el honor de conocer al gran campeón de Toledo. Hacía 35 años que había ganado el Tour y sacó de su tienda la bici con la que conquistó París el 18 de julio de 1959. ¡Menudo día! Por la noche se sirvió paella en la embajada. Mientras, en toda España, una ola de alegría, mucho mejor que la propaganda del régimen, se extendió por pueblos y ciudades.

La estatua de Bahamontes en Toledo se convierte en un altar improvisado tras su fallecimiento

Agencia ATLAS

En 1994, Fermina, la mujer de Federico, estaba, como siempre, en el mostrador del comercio, a lo suyo, sin darle mucha importancia a su marido y acostumbrada a que de vez en cuando un periodista se interesase por las gestas de un ciclista al que llamaron el 'Águila de Toledo'. Bahamontes, ahora, llevaba mucho tiempo fastidiado y estaba ingresado en una residencia vallisoletana. Algunos admiradores, con los que nunca había perdido contacto, como Pedro Delgado, trataban de visitarlo, pero siempre la respuesta era la misma. Federico ya no está para estas cosas, se mueve en silla de ruedas y, lo peor, hace un mes… ya no siguía el Tour, el que jamás se habría perdido, al menos con la cabeza despejada. La vejez, casi siempre, es muy injusta.

Bahamontes, en Luchon en el Tour de 1964.

Bahamontes, en Luchon en el Tour de 1964.

"Qué, Federico, volvemos al Tour", se lo dijo un vecino de Toledo cuando lo vio pasear hacia el Parador con la bici a cuestas. "¿No te subes?". "Desde que me entró la pájara en el Aubisque y abandoné el Tour sólo me he subido a la bici en contadas ocasiones para dar un paseo por una calle porque me daban un homenaje". Fue en la ronda francesa de 1965. Se clavó en la cima pirenaica y no sólo abandonó el Tour, sino que puso fin a una carrera deportiva que lo llevó a destacar principalmente en Francia, un triunfo en el Parque de los Príncipes y cinco veces ganador de la clasificación de la montaña. En la Vuelta sólo consiguió acabar segundo en 1957.

Desde entonces, el contacto con Federico sirvió para descubrirlo como persona. Le resultaba complicado, salvo Perico y un poco Marco Pantani, que encontrase un escalador que se le pareciera, porque Miguel Induráin y hasta Alberto Contador eran otra cosa, y siempre, siempre, descubría una montaña desperdiciada en la que se podría haber hecho un buen ataque, como en la Romeyère, donde en 1954, en el Tour de su debut, se detuvo en la cima y pidió un helado de vainilla a un vendedor ambulante. Pero no lo hizo por osadía sino porque en aquellos tiempos, a diferencia de ahora, el ciclista no llevaba el coche auxiliar detrás. Él había roto una rueda y tenía que esperar.

Conocer a Federico sirvió para descubrir otra de sus pasiones, al margen del ciclismo. “Sabes -contó una vez- tengo prohibida la entrada a la mitad de los bares de Toledo cuando juega el Barça contra el Madrid. Son los bares madridistas, por supuesto”. Terrible, pero terrible, ver un partido del Barça con Federico cuando perdía su conjunto azulgrana del alma. El vínculo azulgrana de Bahamontes se produjo en los inicios de su carrera, cuando empezó a correr con la Peña Solera, vinculada al Barça, un cariño que nunca perdió y que lo llevó a ser reconocido en varios homenajes por el club de sus amores.

El Tour del segundo duelo entre Jonas Vingegaard y Tadej Pogacar, fue el primero que se perdió desde que se retiró y desde que dirigió a su amado equipo de La Casera, sabor a gaseosa, con Pedrito Torres como corredor más destacado, y el que obsequió a Federico con la única victoria de etapa en la ronda francesa.

Federico Martín Bahamontes, posan con Perico Delgado, Miguel Induráin y Carlos Sastre, durante un homenaje en Toledo en 2018.

Federico Martín Bahamontes, posan con Perico Delgado, Miguel Induráin y Carlos Sastre, durante un homenaje en Toledo en 2018. / EFE

El último cumpleaños

Federico cumplió 95 años el domingo 9 de julio mientras los ciclistas del Tour se preparaban para conquistar el Puy de Dôme. ¡Ah! siempre recordaba su gesta en la cronoescalada de 1959 donde comenzó a cimentar su victoria y cómo se desesperaba para tratar de encontrar un teléfono, algo tan sencillo ahora, y poder hablar con su querida Fermina para decirle que había ascendido por el más famoso volcán ciclista a una velocidad endiablada. Pero ahora, ya no podía discutir, porque discutía, con sus compañeros de residencia recordándoles que él había sido el más grande y que no se conformaba con atacar en el último kilómetro de una subida, como suele ocurrir ahora; él lo reventaba todo cuando la línea de llegada estaba a kilómetros y kilómetros, para ganarse en 2016 el honor de ser distinguido por la dirección de la ronda francesa como el mejor escalador de todos los tiempos.

Se acercó a los Pirineos, que le habían puesto AVE de Toledo a Madrid y avión a Toulouse, donde un coche del Tour lo recogió y lo condujo a la meta de Bagnères de Bigorre. La dirección de la prueba hasta dispuso, y mira que es difícil, que pudiera tomar un tentempié con los periodistas españoles y volver a disfrutar de sus historias, de su leyenda, ¡vamos Federico!

Cuando murió Fermina, el 11 de agosto de 2018, se vino abajo y ya no volvió a ser el mismo, ni a conducir su Mercedes, ni a tomar el vermut con las aceitunas y los amigos, ni a enfadarse porque alguno de los chavales, no tan chavales, como DelgadoInduráin o Contador, no le enviaban a tiempo una de sus bicis para colocar en su museo.

Las hijas

Fermina y Federico formaron un matrimonio con el destino condenándolos a no tener hijos hasta que un día saltó la noticia en la desaparecida revista ‘Interviú’. Federico tenía gemelas. Aquello produjo un revuelo en Toledo, porque Federico era muy Federico en el ciclismo y en muchas cosas, y las mujeres que crecieron en la España de la posguerra guardaban para sí disgustos y sinsabores, sin que trascendieran sus silencios. Eran otros tiempos.

Él nunca acabó de comprender el disgusto que la noticia le produjo a Fermina. “Los sobrinos siempre de visita por casa y las gemelas no pueden entrar”. Fermina le permitió la relación, pero tenerlas corriendo por salón de casa… eso ya era otro asunto.

Si llegaba un periodista se ponía traje, corbata y mostraba el reloj de oro que le regalaron cuando ganó el Tour, cuando la gente se lanzó a la carretera, entre Toledo y el Palacio del Pardo, evidentemente Francisco Franco no quiso perderse la foto, en una manifestación espontánea de los que habían escuchado sus gestas en los noticiarios radiofónicos, en las imágenes del Nodo o haciendo cola en los kioscos. Tenía una estatua en Toledo, se entristecía cada vez que se le llamaba comunicándole las muertes de Gino Bartali (2000), Charly Gaul (2005) Ferdi Kübler (2016) y Roger Walkowiak (2017) que lo convirtieron en el vencedor más longevo del Tour, que ahora pasa a ser Lucien Aimar, vencedor de 1966.

Palmarés de Federico Martín Bahamontes (1928-2023)

  • Tour de Francia: Una victoria (1959), 2º (1963), 3º (1964) y 4º (1956)
  • Vuelta a España: 2º (1957), 4º (1956), 6º (1958)
  • Giro de Italia: 17º (1958)
  • Campeón de España en 1958
  • Triunfos de etapa en Tour, Vuelta, Giro, Volta, Midi Libre, Romandía, cinco veces ganador de la montaña en el Tour