Hace un par de años, en una comida entre amigos futboleros, Rexach nos comentaba en presencia de Asensi y Marcial su advertencia a los jugadores del Barça que entrenaba de que de vez en cuando había que tirar a puerta, en lugar de pasarse el balón en plan parabrisas de un lado al otro del área. «Sin goles nos van a echar a todos», les dijo.

Cuando desaparecen los fenómenos que con regularidad resuelven un partido en cualquier genialidad, como en el Madrid y Barça actuales, el ejemplo anterior abunda. Se les encierran los rivales y dada la igualdad reinante es difícil meterles mano. Se ha perdido el tiro lejano de precisión porque el juego asociativo deriva por exceso en que el gol sea un último pase. Y algo de eso vimos el sábado en el Nou Camp, con un Barça sin espada y un Español con Raúl de Tomás de estrella, mostrando lo que es un delantero puro. Lo retrata que el romo Busquets, con dos tiros desde fuera, resultara su rematador más peligroso.

Los culés esperaban con ansiedad e ilusión el debut de Xavi, y los aficionados en general con expectación. Algunos, además, con cierto entusiasmo al conocer su primer once. Hacer debutar a otro juvenil en una banda, tras el manojo de imberbes que ya pueblan el vestuario barcelonista, suponía un sello de identidad personal: ocho canteranos en el derbi.

Un valiente, aunque se pueda aducir que tenía pocas opciones. No obstante, a falta de goleadores, ese debut responde más a su idea futbolística de jugar con extremos para abrir a las defensas rivales y buscar espacios de penetración a los interiores que a las evidentes carencias que sufre el Barça. Algo parecido a lo de Luis Enrique con España.

Y ese fue el guión del derbi ante un Español que mereció más, pero que espabiló tarde. Cuando sales a empatar, normalmente terminas perdiendo. Los de Vicente Moreno, con solo veinte minutos buenos, hasta pudieron ganar el partido. Tal vez, si hubieran salido con más ambición desde el principio o, al menos, en la segunda mitad, sus tres ocasiones claras pudieron haber sido más y algún tanto les habría favorecido. Deberían aprender los pericos que la racanería se termina pagando. Y es verdad que perdieron por un penaltito y que la suerte no les acompañó, pero tampoco arriesgaron. Solo fueron para adelante tras ir perdiendo.

Por el contrario, los blaugranas, con un sesenta y cinco por ciento de posesión y dominando a mansalva en tres cuartos del encuentro, solo tuvieron clara la ocasión del penalti.

Xavi tiene mucho trabajo por delante y por detrás. El Barça no tiene gol y le crean ocasiones con relativa facilidad; que lo empatara el Celta en Vigo un cero a tres no fue un accidente. Con el Español pudo ser peor, pues estuvo más cerca el uno dos, con dos remates al palo del nuevo internacional, RdT, y el increíble fallo de Dimata, que el dos a cero; en ningún momento se vislumbró, pese a varias penetraciones clásicas de Alba y un par de jugadas primorosas del otro buen extremo juvenil culé que salió tras el descanso.

No creo que haya que explicarle a Xavi que en el fútbol se vive de los goles y no de palmarés e ilusiones, que siendo buenas y parte consustancial de la pasión futbolera no son suficiente. La expectación tiene una vida más corta en el fútbol que su propia memoria y la leyenda; Koeman lo ha experimentado. Ante el Benfica tendrán otro Rubicón.

El Atleti volvió a lo suyo ante el rocoso Osasuna de Arrasate. Un gol cabecero de córner y tres puntos a la buchaca. Pero deben exigirse más si aspiran a la Liga. Simeone sigue tejiendo como Penélope, a la espera de que cuaje el salto de calidad de ese otro Atlético que anhelan los colchoneros. El Milán será otra prueba de fuego.

Y el Madrid, por fin, lució su calidad en Granada para golear con facilidad. Hacía demasiado que no ocurría. Ancelotti va cuajando una nómina de catorce o quince futbolistas que pueden devolverle a la élite europea. Pronto saldremos de dudas.

En definitiva, el camino más directo hacia el gol es correr, jugar para adelante con y sin balón, meter la pierna y no regalar. Así, aparte de ganar, se crean expectativas e ilusión.

A muchos nos esperanzan el Barça promesas, el Atleti perseverante y el Madrid de fantasía.