La selección de Luis Enrique es un conjunto tan mediocre como sus resultados demuestran. Lo señalo ahora, cuando todavía puede aspirar a todo, siendo consciente de que la mayoría llevamos un seleccionador dentro. Pero hay evidencias que abonan realidades poco discutibles.

Laporte es buen central para equipos medianos; en el City es suplente y no le dio para ser seleccionado por Francia. Ferrán Torres es un prometedor futbolista, pero también suplente con Guardiola. Dani Olmo es un delantero aceptable para equipos menores. Rodri es otro proyecto de buen medio centro, sobre todo cuando los rivales se cierran, porque cuando aprietan es lento de maniobra, y tampoco es titular indiscutible en su club; de hecho, no jugó la final de Champions. Morata es un luchador incansable, y debe jugar siempre en esta selección, pero necesita seis ocasiones para enchufar una, por eso no cuajó en el Madrid ni en el Atleti y juega a ratos en la Juventus. Sarabia es un jugador mediano que apenas ha jugado en el PSG. Pau Torres es excelente, pero necesita a alguien con jerarquía a su lado para imponerse -Ramos con España y Albiol en el Villarreal-. Jordi Alba es nuestro mejor lateral izquierdo, pero ya jugó sus mejores partidos, lo mismo que Busquets en su puesto. Koke también debe jugar siempre en este combinado, pero destaca por ser el clásico jugador de club y nunca estrella. Gerard Moreno es el mejor goleador español actual, pero no le daría para ser titular en un grande de Europa. Oyarzábal es otro magnífico jugador de club y tampoco brillaría en niveles superiores. Pedri es una figura en potencia, pero su juego aseado aún no deslumbra internacionalmente. Fabián también es un jugador de nivel medio alto, pero tampoco sería titular en un grande español ni europeo. De Gayá podríamos decir lo mismo, como de Diego Llorente. Thiago es nuestro centrocampista de más calidad, lo demostró en el Bayern, pero apenas ha jugado esta temporada en el Liverpool por lesiones. Eric García, flamante fichaje del Barça, nunca ha sido titular en el City. Traoré es el extremo español más explosivo y vertical, pero el seleccionador solo confía en él como revulsivo, y poco.

Y nos quedan de campo, Azpilicueta y Marcos Llorente. Al defensa no lo pone Luis Enrique y, en su lugar, sitúa al medio más en forma de España, para pasmo de casi todos. Los dos deberían ser innegociables en esta selección, pero cada cual en su sitio.

Finalmente, carecemos de un portero de la garantía de quienes ocuparon tan decisivo puesto antiguamente. Unai Simón alterna genialidades con cantadas, De Gea no supo ganarse la titularidad heredada de Casillas y Robert Sánchez es una incógnita.

Recordando a los ausentes, aunque esta parte es discutible porque hay gustos para todo, Parejo es el mediocampista español de más jerarquía en cualquier equipo que estuviera; Aspas viene siendo también durante años el delantero español de más calidad; Albiol sería actualmente titular donde jugara; Pacheco es el portero nacional más regular; Navas sería fundamental en esta selección; y Ramos, pudiendo ir veintiséis, no está seleccionado por capricho del seleccionador. O quizás, porque este singular asturiano, quiere ser, y lo dijo, el líder de la selección española. Como buena medianía, no quiere sombras a su lado.

Pero en todo caso, siendo realistas, pocos de unos y otros hubieran sido titulares con la España grandiosa de 2008 al 2012, aunque es probable que se le pudiera sacar mayor rendimiento; salvo jugadores puntuales, ninguna selección de este europeo deslumbra.

También es opinable que un dibujo diferente -de los que están- sería más adecuado por las consecuencias de nuestra mediocridad. La primera, la clamorosa falta de gol, la segunda, la blandura atrás, y la tercera, la falta de velocidad en medio. Esto es, cuatro defensas, con Azpilicueta y Pau Torres fijos; cuatro medios, con Llorente y Koke indiscutibles; y Gerard Moreno y Morata juntos arriba.

La tozudez de Luis Enrique es buena para afianzar jugadores -Morata-, y pésima para ilusionar, entre otras cosas. Como muestra, su enorme contradicción proclamando que se debe seleccionar a quienes sean titulares en sus clubes y luego sembrarla de suplentes. O tal vez sea chulería, para contradecir o provocar a quienes osen echarle sentido común y coherencia al fútbol.

La afición está desenganchada, Rubiales de los nervios, y el malencarado desea una selección de autor. Pero para eso hay que ser artista, como fue Luis Aragonés, y no un simple ‘genares’.