Óscar Cano desdramatiza la situación que vive el CD Castellón, con siete jornadas sin ganar y seis derrotas consecutivas, y esconde hasta qué punto va a modificar el equipo que naufragó en el Carlos Tartiere cara al duelo de mañana ante el Cartagena en Castalia, aunque vuelve a defender con vehemencia que lo que de verdad pretende y espera es que el Castellón, en vez de transformarse, sea el de los orígenes de esta temporada.

Para volver a ser el que fue, ¿qué piensa hacer? Cano se aferra a su ideario: «Las revoluciones, el estilo... es un mal común: todo el mundo habla [de ellos] cuando vienen mal dadas». «No podemos ir en contra de las características de los que juegan», añade, antes de incidir en las conversaciones que han tenido esta semana. «Cuando uno conduce la pelota en exceso, es porque no encuentra pases, no podemos jugar alejados unos de otros. Debemos recobrar las sensaciones sin dejar de ser nosotros mismos», recalca, descartando «los típicos y tópicos» que no van con él del «fútbol de hace mil siglos». A saber: «Meter más la pierna, jugar directo...».

Por mucho que intente huir de la rigidez y los axiomas que acompañan a este más que centenario deporte, sabe que ante una racha así, el entrenador es el eslabón más débil de la cadena. «Agradezco a la gente que tenga memoria porque aquí, conmigo, han ocurrido cosas con una contundencia y una rapidez que nadie esperaba», subraya, en alusión a la salvación de la primera temporada en Segunda B o al ascenso a Segunda A de la siguiente.

Abandera, además, que «la situación no es absolutamente crítica ni se puede hablar de finales». Igualmente, esgrime que «acumular las desgracias propias del fútbol afecta y pasa lo de Oviedo», que achaca a que «todo el mundo tiene un mal día».