La fiesta más atípica de la historia del fútbol se vivió ayer en la ciudad de Cartagena. Centenares de aficionados se dieron cita en los bares y tomando la mayoría de ellos las medidas de seguridad para festejar que la escuadra cartagenera está en Segunda División, una categoría en la que ya militó hace casi una década. Once años después de aquella tarde histórica en Alcoy, la afición regresó a las calles para vivir, eso sí, con mascarillas, un salto de categoría añorado, deseado por toda una afición que incluso se ha volcado con la campaña de abonados, superando los 8.000 carnés expedidos sin saber si el equipo estaría en una categoría u otra.

Los cláxones de los vehículos sonaron durante toda la madrugada cartagenera después de prolongarse el partido hasta casi la una de la mañana. Pero eso no impidió que los seguidores cogieran sus coches y se lanzaran a la calle para demostrar toda la alegría contenida durante muchos años, después de algunos fracasos sonados, como el vivido hace tres años en Majadahonda o también el curso pasado con Gustavo Munúa frente a la Ponferradina. Ahora la historia es diferente. El FC Cartagena vuelve a Segunda División, una categoría donde llega para quedarse y no abandonarla nunca más.