ElPozo jugará la final de la liga tras imponerse al Jaén por 3-4 en un duelo espectacular del que es seguro que va a salir reforzado en la parte mental. Ahora cuenta con más descanso para medirse por el título al ganador del Barça-Palma pero ya puede saborear el premio de saber que volverá a jugar en Europa la próxima campaña.

Sepa usted que, de haber apostado por la victoria del olivo mecánico, nadie le hubiera tachado de persona desequilibrada. El Jaén, rival duro donde los haya, es un bloque compacto de un nivel competitivo exquisito y que ha encontrado su zona de confort en aquellas eliminatorias que llevan a un título en pocos pasos. Así lo atestiguan las dos Copas de España conseguidas en los últimos cuatro años o su condición de semifinalista el pasado curso, cuando claudicó ante un Inter entonces intratable que acabaría ganando su quinta liga consecutiva.

Sepa usted, también, que no le describiré demasiado los goles del partido pues es seguro podrán verlos. Siete tantos en un duelo que se jugó en el barro y donde no había lugar para las florituras que acabaría ganando ElPozo.

Y sepa usted que lo que sí haré será contarles la batalla de Jaén, un choque entre dos equipos con mucha personalidad donde el factor físico fue importante pero el psicológico fue crucial y definitivo. Y es que, en la caldera en la que se convirtió el Recinto Ferial Ifeja, donde cuatro mil almas se volcaron sobre la pista, el cuadro de Dani Rodriguez y el de Diego Giustozzi se miraron a los ojos mientras a su alrededor retumbaban los cánticos de los aficionados y entraron en materia desde el pitido inicial y con la intención de no bajar un ápice la intensidad. Y lo consiguieron. Regular las pulsaciones en los minutos calientes apuntaba a que seria la clave. A los locales no les quedaba otra que conseguir la victoria si no querían despedirse de la temporada y, que no exista un mañana, te convierte en un rival muy peligroso. A ElPozo lo esperaba el premio de jugar Europa la próxima campaña y el poder acceder a la final de la liga, algo que no conseguían desde el curso 2014-15. Mucho en juego y cuarenta minutos por delante.

Lo previsible y esperado era ver a una escuadra jienense llevando la batuta del choque tras salir en tromba en busca del premio del gol. Si no fuese por efectividad, lo sería por insistencia. Como aquella tortura donde al reo le cae una gota de agua en la frente cada pocos segundos y que, al final, acaba desquiciado y con el cráneo roto. Se cumplieron las expectativas y, con el pitido de los colegiados que suponía el inicio del duelo, la grada retumbó y los pupilos de Dani Rodríguez se marcharon al campo contrario para intentar quedarse allí. Tal fue el ansia que se fueron sin maletas, o lo que es lo mismo, sin fijarse en que su retaguardia podía quedar desprotegida. Y tan en mente tenían la meta rival que olvidaron la propia permitiendo que marcara Miguelín tras un servicio de córner, tal y como ya hiciera en el primer partido de semifinales. Frente a la velocidad, la calma. Frente al ataque que nace desde las entrañas, la estrategia. Giustozzi tenía clara la idea.

Sin embargo, el técnico jienense pagó al de ElPozo con la misma moneda y Carlitos llevó la igualada al luminoso con otra jugada de pizarra. 'Sí se puede', comenzó a corear la grada al unísono y los locales aumentaron la presión y la velocidad. ElPozo trataba de pausar ese ritmo, no se encuentra cómodo en la locura. Lo suyo es más de jugar con un orden preestablecido en su imaginario y tratar de imponérselo al contrario. Hacerlo jugar al son de la música que pone.

Puesto que no decrecía esa velocidad dada por los locales, Giustozzi pidió tiempo muerto para pedir una mayor agresividad en la linea de arriba a fin de que el oponente iniciara el juego con menos soltura, algo que empezaba a ser evidente, y defender con más cabeza. ElPozo se estiró sobre la pista y comenzó a inquietar al meta Espíndola aunque Jaén también seguía acumulando llegadas...así como faltas y tarjetas amarillas. Con los jugadores regalando fútbol sala tan cerca entre sí, el contacto era algo habitual y ambas escuadras se encontraron con cinco faltas restando menos de cinco minutos para el final del primer tiempo. Tendrían que andarse con tientos para no darle al contrario un bonus en forma de doble penalti. No lo habría pero sí aparecería un nuevo gol, obra de Alan Brandi, que suponía voltear el choque dejando un 2-1 al descanso de un partido que pudo tomar su pausa con empate tras un disparo de Felipe Valerio que se estrelló en el palo.

El segundo periodo comenzó con un ritmo endiablado y ahí que apareció Álex, que estaba en su salsa, para hacer la igualada. ElPozo volvía a marcar al poco de echar a rodar el balón, como al comienzo del duelo, y trataba de frenar el tempo de lo que acontecía en Jaén, lugar donde los minutos parecían durar más de sesenta segundos. No lo logró y se adelantó instantes después Campoy tras otro saque de córner (3-2). Tres goles de Jaén y todos de estrategia: Giustozzi debería tomar nota.

Aunque pueda parecer mentira, hubo unos minutos de calma. Tensa, eso sí, pero calma al fin y al cabo. Los equipos tomaron algo de aire y ahí que llegó un nuevo empate de ElPozo, justo cuando más estaba sufriendo, tras una gran jugada de Pito que cedió para que Andresito, en carrera, colocase el balón en la escuadra.

La igualada daba paso a un encuentro distinto al disputado hasta ese momento. Los equipos buscaron hilvanar jugadas más elaboradas, buscar aclarados y, en definitiva, edificar una victoria con unos cimientos más trabajados. El cansancio hacía mella y las piernas no llegaban donde la cabeza sí. Gestionar la presión de los últimos minutos con el agotamiento se antojaría un factor clave en la resolución del duelo, sólo era cuestión de saber qué equipo lo haría mejor.

A dos minutos para la conclusión, ese tiempo reservado para los valientes, Giustozzi puso a Álex de portero jugador. ElPozo, cargado con cinco faltas, buscó una posesión larga, tratando de consumir todo el tiempo para jugársela en el último instante. Sin embargo, perdió el balón y, cuando iniciaba el Jaén su ataque, Pito robó el balón y dijo Dracarys antes de hacer arder al Olivo Mecánico. El carioca pegó el balón a su diestra y se recorrió toda la pista trazando una diagonal para finalmente soltar un zurdazo que se coló por la escuadra cuando restaban pocos segundos para el final. El premio es la final y Europa. No es cualquier cosa.