Síguenos en redes sociales:

Perfil

Un entrenador para todos

El nuevo técnico del UCAM Murcia, Lluís Planagumá, joven y acostumbrado a la preparación de cantera, conjuga a la perfección la utilización de toda su plantilla con la aparición de futuras promesas

Un entrenador para todosjosé navarro/información

Quizá no se trataba del candidato más esperado, ni probablemente tampoco el que más había sonado en las últimas fechas, pero el UCAM Murcia CF ya tiene técnico y comandante para la nave que deberá regresar el próximo curso a Segunda División. Lluís Planagumá, último entrenador del Granaba B, llega a la capital del Segura tras cosechar una temporada notable a cargo del filial nazarí.

Ese gran trabajo sirve al preparador de 36 años -cumplirá 37 en octubre- y natural de Barcelona para hacerse cargo de un banquillo humilde pero con grandes aspiraciones. Desde que en el curso 2012-2013 se hiciera cargo del banquillo del Villareal B, y con tan solo 32 años, acumula cinco temporadas consecutivas entrenando en Segunda División B y en todas ellas a filiales.

Desde las dos temporadas en el filial del submarino amarillo, más otras dos en el segundo equipo del Espanyol para conformar cuatro temporadas de fogueo y trabajo en el Grupo III de Segunda B, le llevaron a desembarcar el pasado año a la maravillosa ciudad de Granada. Con el primer equipo nazarí viviendo una temporada más que convulsa, el trabajo de Planagumá sirvió en gran medida para foguear a algunos futbolistas que, con el devenir de las jornadas, se vieron obligados a jugar en Primera División.

La conjunción de talento, juventud e inexperiencia llevó al Granada B a concluir en octava posición este curso, a doce puntos del play off de ascenso. El filial rojiblanco, que lleva cuatro temporadas consecutivas en Segunda B luchando en la zona alta de la clasificación por entrar en puestos de promoción, no encontró en Planagumà a ese técnico que le hiciera subir al siguiente nivel. No obstante, el preparador catalán cumplió con su cometido: ayudar en la progresión de los futbolistas de un filial que, probablemente el próximo curso, tengan posibilidades de formar parte del primer equipo, más aún tras el descenso a Segunda del Granada.

Las señas de identidad de Planagumá pasan por los siguientes aspectos.

Esquema. El pasado curso erigía sus alineaciones a partir de una línea defensiva compuesta por cuatro jugadores de forma innegociable. Por delante, siempre un pivote, un faro sobre el que guiar tanto el juego como el sistema defensivo del equipo. Por lo general, al menos a la hora de arrancar los partidos, Planagumà acostumbra a formar con un único delantero. Por tanto, los cuatro futbolistas que restan en el dibujo corresponden a dos centrocampistas más creativos, y dos hombres veloces en banda y con hambre de gol. En resumen, el 4-1-4-1 puede corresponderse en líneas generales con la disposición que más ha utilizado Planagumà durante este curso.

Filosofía. Ofensivo como local y más conservador como visitante. Planagumà nunca renuncia al gol y al ataque, especialmente cuando juega en casa, con un estilo y una filosofía de juego alegre y directa, teniendo claro el rol de su equipo en el partido si está obligado a llevar el peso del juego. Asimismo, el Granada B ha pecado de conservador en encuentros frente a los pesos pesados de la categoría (Real Murcia, Melilla, Marbella, Cartagena) pero ha sido atrevido cuando se ha visto obligado a rectificar un planteamiento inicial que no ha funcionado como esperaba.

Gestión de plantilla. Planagumà establece siempre un núcleo fuerte de cuatro o cinco jugadores clave y, a partir de ahí, rota e implica a todos los componentes de los que dispone. Mueve jugadores con constancia, cuenta con los veintidós hombres que componen la plantilla y, por supuesto, está pendiente de la cantera. Este curso, en el Granada B, contó con jugadores juveniles del División de Honor para el filial nazarí. Un dato interesante: dieciocho futbolistas de su plantilla superaron los mil minutos sobre el césped.

Punto fuerte. Es un entrenador autocrítico y de ideas claras. Sabe siempre lo que quiera y a qué quiere jugar, ha tenido muy buenas actuaciones en la categoría y no es ávido a la hora de experimentar, ya que prefiere adaptarse al juego del rival al que se mide para conseguir superarlo a partir de las debilidades del contrario, combinando con sus propias fortalezas.

Punto débil. Revertir dinámicas negativas es una cuestión que cuesta a cualquier entrenador, pero a unos más que a otros. Planagumà se ha visto inmerso en dos o tres rachas negativas de cinco o seis encuentros sin ganar de las que, como es obvio, le ha costado salir. En el UCAM, para intentar no verse en esas situaciones, buscará una plantilla con múltiples variantes y distintos perfiles de futbolista.

Números. Ser el líder de un filial conlleva subirse a una montaña rusa constante. Se trata de plantillas jóvenes con talento y poca experiencia, lo que desemboca en resultados variados. Planagumá, con 192 partidos dirigidos en Segunda B durante cinco temporadas, ha cosechado 67 victorias, 55 empates y 69 derrotas: absolutamente capaz de todo.

En resumen, no hay dudas de que Planagumà se enfrenta a su reto más exigente hasta ahora. Encarna, como los filiales a los que ha dirigido, la ilusión del técnico joven que se ha fogueado junto a muchos chavales y que, a partir de ahora, deberá demostrar que cinco temporadas de conocimiento de la categoría pesan más que el resto de condicionantes. Lo primero a lo que se enfrenta, imponer su figura ante una plantilla que, por primera vez para él, no está compuesta de jóvenes jugadores y que tendrán la presión y la obligación de conseguir el regreso a Segunda División.

Pulsa para ver más contenido para ti