Alejandro Chavero no vestirá de grana la próxima temporada. Tanto el jugador como los responsables del Real Murcia lo tienen claro. El club grana no forzará la continuidad de un futbolista que, pese a tener contrato en vigor, no está por la labor de continuar jugando en Nueva Condomina. Pero una cosa es ser «sensibles», palabra que repiten una y otra vez en los despachos murcianistas, y otra muy distinta es perjudicar los intereses de la entidad para la que trabajan.

Por ello, la forma de actuar del catalán, que ha antepuesto la línea dura, con presiones y amenazas, a una negociación cordial, no ha pillado por sorpresa en Nueva Condomina, donde, tal y como se ha demostrado en los últimos años, desde un primer momento han dejado claro las líneas rojas de la negociación, y esas no son otras que si Chavero quiere romper su contrato, el Real Murcia tiene que obtener a cambio una contraprestación por la salida de un futbolista que «es muy importante para nosotros», tal y como decía esta misma semana Guillermo Fernández Romo, director deportivo de la entidad murcianista.

Con las cartas puestas sobre la mesa, es Alejandro Chavero al que le toca mover las fichas. Y el catalán, teniendo en cuenta cómo han resuelto los responsables del Real Murcia situaciones anteriores, se enfrente a un hueso duro de roer. Solo hay que echar la vista atrás y recordar otros culebrones veraniegos que han obligado a meter la directa en las oficinas de Nueva Condomina.

La espantada general dada por los jugadores tras el descenso administrativo de 2014 llevó a los empleados granas a ponerse las pilas para intentar sacar algo positivo dentro de la gran catástrofe. Uno de los que sufrió la mano de hierro de Jesús Samper y su equipo fue el meta Casto Espinosa. El extremeño tenía claro que no iba a jugar en Segunda B, y en el Real Murcia se agarraron al contrato en vigor que tenía el futbolista. Después de varios tiras y aflojas, la entidad murcianista daba la carta de libertad al guardameta, pero a cambio recibía un 'regalo' de 100.000 euros, cantiada que, según el portero, tuvo que pagar de su bolsillo.

Nada más salir de Murcia, Casto se comprometía con la Unión Deportiva Las Palmas, y una vez allí, aprovechando la rueda de prensa de su presentación, el futbolista llegaba a comparar las negociaciones con «un secuestro».

«Por fin se hizo la luz para mí. He vivido un auténtico calvario. Para salir del Real Murcia he depositado una cantidad importante. Estaba como secuestrado y he pagado el rescate de mi libertad», comentaba Casto a finales de agosto de 2014, añadiendo que tuvo «momentos de desesperción» y que pensaba que la situación no se resolvería.

Otro futbolista que ha convertido a los responsables granas en unos expertos en negociaciones duras ha sido Eddy Silvestre. Y es que desde que el centrocampista almeriense llegó al primer equipo, su nombre ha estado más relacionado con polémicas que con éxitos deportivos. Al igual que Casto, nada más conocerse el descenso administrativo, el jugador dejaba claro que su calidad estaba por encima de la categoría de bronce. Y desde el Real Murcia, siempre comprensibles, le dejaron claro que no habría problema siempre y cuando el conjunto murcianista saliese beneficiado de la operación. Algo que se consiguió con la cesión del futbolista al Granada, club que pagó 200.000 euros. Tras no jugar en la entidad andaluza, en verano de 2015 Eddy, con contrato en vigor hasta junio de 2017, se veía obligado a regresar, pero nunca llegó a pisar las instalaciones de Cobatillas para entrenar.

«Jugar en Segunda B no me interesa. Sería una tontería ir alllí, entrenar y luego irme», decía en el mes de junio. De nuevo, desde las oficinas de Nueva Condomina se puso en marcha la máquina para buscarle un destino. El Eibar, a cambio de una cantidad que podría superar los 100.000 euros y la cesión de Sergio García, apostaba por un jugador que volvió a fracasar en su intento de tener minutos en Primera, saliendo en el mercado de invierno rumbo a Córdoba. Esta última operación permitió ingresar otros 100.000 euros.

También en los tribunales

El Real Murcia no solo ha ganado en sus negociaciones más complicadas sino que también ha obtenido triunfos en los tribunales. El club grana hizo valer el contrato por objetivos que tenía firmado el técnico Gustavo Siviero y un juez, ante la reclamación del argentino, dio la razón a la entidad, que solo tuvo que pagar hasta el día en el que despidió al ahora entrenador del Lleida. Algo parecido ocurrió con Sutil, Emilio Sánchez, Alberto Cifuentes, Catalá, Jorge y Nafti. Tras el descenso de 2013 -se conservó la categoría por la caída del Guadalajara-, el Real Murcia se agarraba a una cláusula que permitía despedir a los jugadores si se bajaba a la división de bronce. Todos ellos acudieron a la justicia para pedir su dinero, al considerar que el club se había salvado administrativamente, pero, de nuevo, la victoria fue para los servicios jurídicos de la centenaria entidad.