Once meses y diez días después del trágico partido de Montilivi, el Real Murcia culminó en Lugo una gran obra con el retorno al fútbol profesional por la puerta grande. Haciendo valer el 2-0 obtenido en la ida, los murcianistas interpretaron el guión que se han ganado durante la temporada a pulso. Y el fútbol, que le debía una a este club centenario, le devolvió lo que le había quitado.

Quien pensó que iba a ser fácil se equivocó. Todo lo contrario. Pero todo lo que se consigue con trabajo y sufrimiento, deja siempre mejor sabor de boca. A casi mil kilómetros de Murcia, la familia murcianista volvió a esbozar una sonrisa de oreja a oreja, realizando un guiño al pasado cruel y mirando a la posteridad con firmeza.

Como si de una obra de teatro con un final con suspense se tratara, el Murcia reconquistó la tierra donde los romanos dejaron un gran legado artístico, el territorio perdido. Tensión y pasión en grandes dosis se entremezclaron en un encuentro para el recuerdo. Como en Montilivi, Alberto Cifuentes fue protagonista, pero en esta ocasión, el buen meta grana, se encontró con la cara y no con la cruz en esa jugada que, ya cumplido el tiempo reglamentario, acabó en gol. Pero el destino deparaba ayer un final feliz. El árbitro anuló el tanto de Iván González por falta al guardameta y el encuentro se diluyó dejando al Murcia de donde nunca debió salir.

Explotó de júbilo la grada que albergó a casi medio millar de seguidores, rugieron los jugadores, sobre todo los que el año pasado vivieron uno de los episodios más tristas de la historia grana, y la travesía por la tortura de Segunda B quedó en una pasajera anécdota.

Después de un año de rabia contenida, quedaban en Lugo noventa minutos de infarto, desde el primero hasta el último segundo. A las virtudes del rival y la enfervorizada hinchada local, se unió la peligrosidad que entrañaba jugar sobre un terreno de juego resbaladizo por la lluvia fina y persistente que cayó durante todo el día. Para quien tiene que defender, como debía hacer el Murcia, el escenario entrañaba serios peligros que aplacaron bien los de Iñaki Alonso.

La esperada embestida inicial lucense la frenó el Murcia ralentizando el juego, pausando el ritmo para contagiar del mismo a su rival. Y lo consiguió porque los de Quique Setién sólo lanzaron en dos ocasiones a puerta, ambas fuera, en toda la primera parte por medio de Pita y Arroyo. Después de templar los nervios gracias al trabajo inconmensurable de Juan Aguilera en el centro del campo que desquició al Lugo, los murcianistas dieron un paso adelante, dejaron de abusar del patadón y conectaron dos cabezazos (Richi y Chando) que metieron el susto en el cuerpo en la animosa afición local.

Entró en el segundo acto el Murcia más preocupado por dejar pasar el tiempo que por jugar. Y especular en el fútbol suele pasar factura, como así ocurrió. En el primer disparo a puerta de los lucenses, gol de Tornero en un centro que no parecía llevar peligro. Pero el extremo rojiblanco se inventó un remate a la media vuelta tras un forcejeo con Óscar Sánchez.

Con el 1-0 y muchos minutos por jugar el partido cobró otra dimensión porque el Lugo empezaba a creer. Los murcianistas perdieron la solidez en el centro del campo y el meta Alberto tuvo que realizar una gran intervención a un disparo de Iván González desde fuera del área.

Iñaki Alonso trató de corregir los defectos con un cambio defensivo. Cámara reemplazó a Kike García para formar un ´trivote´ con Aguilera y Richi. Con los extremos -Pedro e Isaac- perdidos, los granas se olvidaron de atacar. Después llegaron los cambios -Aquino acabó como delantero centro y Cañadas por la derecha-, y varias pérdidas de tiempo de los murcianistas que subieron la temperatura en la grada.

Los minutos finales resultaron agónicos, con un Lugo volcado y un conjunto grana al que le pesaban las piernas. La tensión había dejado huella en los murcianistas. Y fue en ese momento cuando apareció la templanza de jugadores veteranos como Richi e Iván Amaya. El centrocampista dio criterio y el defensa estuvo en todas, como en un lanzamiento que despejo de cabeza junto al poste derecho de la portería de Alberto.

Después llegó la jugada más polémica del choque, con ese tanto anulado a Iván González por cometer falta sobre el meta grana. Pero no estaba todo dicho aún. El Lugo lanzó una última embestida que también fue repelida por la zaga visitante con contundencia, en esta ocasión por medio de Cámara. Segundos después, el colegiado señalaba el final. Las sonrisas y las lágrimas se mezclaron en una celebración para el recuerdo, que acabó con casi toda la plantilla en paños menores, con Iñaki Alonso por los aires y la afición celebrando en una armoniosa comunión el retorno a Segunda División.