"Probablemente, no era yo el '9' que necesitaba el Barça", admite en una entrevista concedida a la Agencia EFE. Las razones son sencillas: "estaba acostumbrado a jugar con un 4-4-2 en el Chelsea, y siempre como segundo delantero. Después empezamos a jugar con un 4-3-3, y jugaba en el puesto de teórico 'nueve', pero con Robben y Cole en las alas, más descargando el juego que de ariete puro".

Más cómodo en la medular (se ha convertido en el sustituto natural de Deco), Gudjohnsen explica que el hecho de que "Ronaldinho o Messi quieran siempre la pelota al pie" le convierte en un jugador "mucho más útil" como centrocampista. "Es donde creo que se puede aprovechar mejor mi calidad, llegando desde atrás e intentando sorprender". Así ocurrió en el último partido de Liga, frente al Murcia (4-0).

"Xavi, Iniesta y Deco son grandes jugadores de toque, muy técnicos, bajitos, más o menos parecidos. Yo soy diferente, otra opción, pero al final, todo queda en manos del entrenador", aclara.

A la hora de explicar la seriedad defensiva del equipo, el menos goleado de la Liga, el islandés apela al "trabajo colectivo", a una mayor "solidaridad", y a Víctor Valdés. "Ha dado un salto de calidad. Manda más, tiene más presencia, más confianza. Llevo poco tiempo aquí, pero nunca he tenido dudas sobre él. Y tener un portero así transmite confianza a la línea defensiva".

Del verano a Navidad, Gudjohnsen ha pasado "de un mundo a otro".

Declarado transferible, no hizo la pretemporada debido a una lesión y estuvo a punto de dejar el Barcelona, decepcionado tras una temporada por debajo de lo esperado. "Quería quedarme y demostrar que valgo. Fueron días muy difíciles. Hubo muchos rumores, pero me mentalicé. Sabía iba a atravesar momentos difíciles. Creí mucho en mí y trabajé todo lo posible para estar mejor que el año pasado".

La ambición sostuvo a Gudjohnsen cuando el club le buscaba una salida. "No quise irme. Creía, y aún creo, que tengo mucho que aportar a este equipo. Y cuando la continuidad te permite llegar a tu nivel, como ahora, mucho más", razona.

Fue precisamente Gudjohnsen, un jugador con muy pocas horas de vuelo en el Barça, quien denunció el año pasado la falta de solidaridad y sacrificio que acabó por desquiciar al equipo.

Una temporada después, el ex del Chelsea cree que el éxito pasa por una máxima, una cuestión de mentalidad. "Yo corro por ti, y tú por mí. Me sacrifico por mi compañero y sé que él hará lo mismo por mí en la próxima jugada. Si todos pensamos así, con la calidad que tiene este equipo, podemos llegar lejos", sostiene.

La capacidad de sacrificio no debe hipotecar el 'estilo Barça', según Gudjohnsen, sino convertir al equipo "en un conjunto más maduro".

"Nosotros no elegimos, hoy 'vamos a jugar bonito' o 'vamos a trabajar'. Depende del momento y del rival. Se trata de ser capaz de ambas cosas, de saber cuándo podemos jugar a un fútbol-fantasía y cuándo debemos arremangarnos y trabajar. Ante el Sevilla, por ejemplo, en lugar del 'tiki-taka', defendimos bien y pasamos la eliminatoria. Cuando no se puede jugar al fútbol del pase, toca presionar colectivamente. El Barça siempre tendrá el estilo de ser el equipo más atractivo del mundo, pero si lo mezclamos con sacrificio, será un equipo mucho más fuerte".

A siete puntos del líder, el Real Madrid, Gudjohnsen cree que al Barcelona le puede venir bien "estar obligado a remontar, mirar hacia arriba en la clasificación en lugar de hacia abajo".

Buen amigo de Ronaldinho, a quien dedicó uno de sus goles en Mestalla (0-3), Gudjohnsen lamenta que "la gente se haya olvidado tan rápido" de que el brasileño fue "quien le dio la electricidad a un club que estaba en un momento muy bajo".

"Es una situación muy triste. Parece que uno le critica y el resto se deja llevar por la negatividad y también lo hace. Creo que hay que dejarle tranquilo, que se recupere, y criticarle en todo caso por su fútbol, no por su manera de vivir. Si seguimos así, estamos perdiendo la mayor sonrisa del mundo del fútbol".

Después de dieciocho meses en el Barcelona, Gudjohnsen presume de conocer bien el entorno del club. No lo tuvo fácil porque llegó "al equipo perfecto, el campeón de la Liga y la 'Champions'. Y empezamos bien la temporada, pero fuimos decayendo, quizá por el estado físico, el mental, un poco de todo. Hubo críticas, pero aprendí mucho de la manera de pensar de la gente y cómo funciona todo aquí".

"Llegué al Barça un poco 'verde' en ese sentido", admite el azulgrana, "y además se habló de que venía a sustituir a Larsson, y luego, a Eto'o. Pero soy un jugador completamente diferente a ellos", aclara el islandés, quien con 13 años pasó una semana a prueba en las categorías inferiores del Barça. "Demasiado joven para quedarme, volví con mi familia", matiza.

Con contrato hasta 2010 -"no veo razones para no cumplirlo"- Gudjohnsen ha bautizado con su nombre una academia de fútbol para niños en su país natal que regenta su padre Arnor, y tiene claro que su futuro, cuando clausure su carrera, seguirá vinculado al balón.

"Pero no como entrenador. No quiero que me salgan canas por el estrés. Prefiero trabajar con niños porque ellos, al menos escuchan", concluye.