Danza

'Tradere’: una visión particular sobre las tradiciones

Un instante de ‘Tradere’.

Un instante de ‘Tradere’. / Jofre Moreno

Tania Herrero

Cuando en danza se habla de tradición, se te presenta la imagen del folklore bailado, jotas y boleros, entre otras formas de baile, y uno puede pensar que Tradere, la obra presentada el pasado viernes en el Centro Párraga, pudiera ir en esa línea de trabajo fusionando ese concepto con danza contemporánea; sin embargo, va mucho más allá.

La investigación que realiza Laia Santanach, directora de la compañía y creadora de la coreografía junto a los intérpretes que aparecen en la pieza, se adentra en los vericuetos de fiestas y tradiciones extravagantes de la geografía internacional, dotándoles de una nueva identidad corporal a través de la premisa de la necesidad de comunidad. 

Tradere es un viaje, una visión sorprendente de la realidad con imágenes de belleza extrema que te transportan a un mundo imaginario del que aterrizas dándote cuenta de que ese movimiento, ese dejarse caer, esa construcción y deconstrucción provienen de tradiciones por todos conocidas. 

Cinco cuerpos que exploran el espacio convirtiéndose en átomos o nanopartículas con vida propia, cuya simbiosis provoca cortocircuitos mentales al ver lo que un círculo puede dar de sí. 

Cuatro bailarines (Anna Hierro con una fisicalidad rota, Mario G. Sáez cuyo movimiento en escena presenta una madurez exquisita, Julia Sanz, la más joven del grupo y más enérgica, y Laia Santanach, cuya presencia te atrapa la mirada), compaginaron su corporalidad con el músico Carlos Martorell, que no solo fusionó la creación musical en directo con el movimiento, sino que fue parte integrante de la coreografía con un gran trabajo de presencia escénica que respaldaba su inclusión en la obra.

Una obra coral que compaginó solos, dúos y tríos con magnífica solvencia coreográfica invitando al espectador a no apartar la mirada de la escena, sorprendiéndolo con infinidad de trucos inesperados que en más de una ocasión provocaron una exclamación entre el público. Una de estas sorpresas la protagonizó Nazaret Martín cuando apareció vestida de monstruo peludo.

Una coreografía intensa, cuya combinación de vestuario creado por Kike Palma, de forma aparentemente sencilla, junto con el magnífico diseño de luces de Jou Serra ensalzaban todo lo anteriormente mencionado. 

La ovación que el público profirió fue merecida y esperemos que dé el empuje suficiente para que la pieza que cierre la trilogía de la que forma parte Tradere también pueda disfrutarse en el mismo escenario cuando sea estrenada.

Un magnífico cierre del año para el Centro Párraga.