Tribuna libre

Y el Niño se fue

En diciembre del año 2020 presenté al Museo Salzillo el proyecto de una exposición en la que llevaba trabajando cerca de dos años, Agnus Dei; hace unos días, la institución inauguraba Puer Natus, una muestra con la misma temática que yo presenté

Niño Jesús realizado por Francisco Salzillo.

Niño Jesús realizado por Francisco Salzillo. / La Opinión

La semana pasada me despertaba con una noticia que todavía no consigo encajar, es así, tengo que reconocerlo, me duele pero es la pura realidad, triste y decepcionante, como la vida misma. Una y otra vez compruebo cómo el trabajo de los agentes culturales pasa desapercibido y no es valorado –esto creo que lo he criticado en más de una ocasión–, a pesar de ser una profesión realmente compleja que muy pocos consiguen llevar a buen puerto pues requiere de muy distintos elementos de especialización, complejidad que lleva intrínseca su propia incomprensión. ¡Qué difícil es valorar aquello que no se entiende! Aunque complejo, en realidad todo se reduce a una simple premisa: tener ideas, algo que dicho así suena muy simple, pero… ¡amigo!, las ideas son la base de todo, sin ideas nada tiene sentido, todo estaría vacío, y además no tienen fecha de caducidad, aunque parece ser que hay quien pasa por alto esta cuestión. 

En diciembre del año 2020 presenté al Museo Salzillo el proyecto de una exposición en la que llevaba trabajando cerca de dos años, Agnus Dei, una muestra centrada en la imagen del Niño Jesús que su directora acogió con gran entusiasmo, proponiéndole además la fecha de Navidad como la ideal para llevarla a cabo. Tras varias reuniones y con la intención de presentar la propuesta al patronato, en 2021 ella me comunica por un audio que aunque el museo va mal de fondos, iba a tratar de ver de qué modo podíamos hacer la exposición en un futuro por lo idóneo de su temática.

Apropiarse de las ideas ajenas es tan antiguo como la prostitución, pero en este caso la que se siente como una prostituta soy yo

Os podéis imaginar mi indignación cuando hace tan sólo unos días esta emblemática institución inauguraba la exposición Puer Natus, una muestra con la misma temática que yo presenté pero con un insustancial cambio de nombre. Decir que me he quedado blanca es poco, lo peor ha sido el sentimiento de impotencia, la sensación de que esta tierra siempre es igual de ingrata, y que ciertas personas que dirigen las instituciones culturales de nuestra ciudad no son dignas de hacerlo.

Apropiarse de las ideas ajenas es tan antiguo como la prostitución, pero en este caso la que se siente como una prostituta soy yo. 

No voy a denunciar el tema, como me han aconsejado un buen número de amigos, conocidos, desconocidos y profesionales, el daño ya está hecho, aunque podría hacerlo, pues tengo documentos firmados por su máxima responsable, María Teresa Marín Torres, directora del Museo Salzillo, y auténtica protagonista de esta triste historia, que corroboran todo lo que digo, al contrario, con mucho gusto te regalo mi idea, esa que con tanto entusiasmo inicié hace más de dos años. No importa si el trabajo de ese tiempo ha caído en saco roto, no importa la cantidad de dinero invertida en la compra de muchas de las piezas, no importa nada de eso, sólo deseo que disfrutes de tu éxito el tiempo que dure tu exposición. Yo seguiré generando diferentes ideas, es mi trabajo, evidentemente, no el tuyo, nuevos proyectos y exposiciones, como dije en esta vida lo difícil es tener la capacidad de seguir creando, lo fácil ya sabemos todos lo que es... Ya sabéis ese dicho popular:«Segundas partes nunca fueron buenas». En el arte y en la vida nunca es lo mismo el original que la copia, a mí personalmente me gustan las cosas auténticas, las que conservan toda su esencia.

Si os he contado todo esto no ha sido a modo de queja, a pesar del lógico dolor que queda cuando sufres una situación de este tipo, sino para que entendáis el porqué de mi decisión. Siempre he creído que las grandes obras deberían poder ser disfrutadas por todo el mundo, los grandes coleccionistas en su mayoría son conscientes de ello por eso hacen donaciones a lo largo de su vida, acto que todos les agradecemos, de otra manera muchas de estas extraordinarias piezas permanecerían todavía en la oscuridad de la privacidad. Cuando compras una obra maestra en ese momento, de algún modo, lleva inherente una cierta responsabilidad sobre su cuidado y su destino final, es como un hijo al que debes mimar y proteger hasta el final de tus días. 

Una de las piezas más queridas de mi colección, aquella que siempre me acompaña y creo que de algún modo me protege, es un exquisito Niño Jesús realizado por Francisco Salzillo. No os dejéis engañar por su tamaño, las grandes obras no siempre tienen por qué ser de grandes dimensiones, de hecho si cabe es incluso más difícil para un artista moverse entre esos frágiles dedos de proporciones diminutas. No sólo es especial por el cariño que yo le tengo sino por su historia y por lo que representó para nuestro insigne escultor en su vida, fue una pieza hecha con el máximo cariño, con la mayor dedicación y un gusto extremo, pues era un regalo para su propia hija Fulgencia. El amor de un padre y la pasión del escultor se concentran en las suaves líneas de su delicada anatomía cuyo centro, un corazón ardiente, se abre paso entre su pecho para recordarnos cuál es el verdadero sentido de la vida.

Por aquella conciencia y responsabilidad de la que hablaba antes siempre fue mi deseo que esta pieza de algún modo regresara a la que yo consideraba debería ser su casa natural, el Museo Salzillo, pero lamentablemente ya no va a ser así. En la vida nuestros actos tienen consecuencias, sobre todo cuando estos afectan a otras personas y no precisamente de manera positiva. Debido a la aparente falta de memoria de su directora mi intención de donar esta importante obra al museo ha desaparecido, una pena para este centro y para los murcianos, pero como dije todos somos responsables de nuestros actos y de lo que estos conllevan, así que éste será el resultado de su mala praxis. Se irá de nuestra ciudad, su lugar de descanso ya no serán sus nobles salas, su camino será otro, un lugar igualmente noble y para que pueda ser disfrutado por todos, pero no la tierra que lo vio nacer. 

Enhorabuena, María Teresa, hoy has escrito una nueva página que quedará para siempre en la historia de tan honorable museo, el día que el Niño se fue por obra y gracia de tu mala gestión, a veces una disculpa o un lo siento solucionan muchos conflictos, otras la soberbia no nos deja ver la simpleza del camino hacia la solución.

Una última recomendación, como bien dice la Biblia en uno de sus proverbios: «Que nunca te abandonen el amor y la verdad: llévalos siempre alrededor de tu cuello y escríbelos en el libro de tu corazón».

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