Exposición

Ana Martínez subraya el valor simbólico de los objetos cotidianos en Art Nueve

La creadora murciana presenta en la galería su último trabajo, ‘Primer acto de Odradek’, que recuerda cómo las cosas nos anclan a la vida

Ana Martínez, ayer, posando junto a sus obras durante la inauguración de su nueva exposición. | JUAN CARLOS CAVAL

Ana Martínez, ayer, posando junto a sus obras durante la inauguración de su nueva exposición. | JUAN CARLOS CAVAL / a.g.r.

Asier Ganuza

Asier Ganuza

La galería murciana Art Nueve continúa presentando artistas en su espacio de la Calle Dr. Tapia Sanz. Hace un par de semanas inauguró In-between Order and Disorder, una exposición a dúo de dos creadores neerlandeses, Kirsten Hutsch y Bram Braam, que demuestra la vocación internacional del espacio dirigido por Mª Ángeles Sánchez Rigal; sin embargo, en esta sala también hay sitio para autores locales, ya sean emergentes o de dilatada trayectoria.

Este último es el caso de Ana Martínez (Murcia, 1975), vieja conocida de la galería, ganadora en sus inicios del prestigioso Concurso Internacional de Pintura ‘Villa de Fuente Álamo’ (2001), del CreaMurcia (2002) y del Premio de Pintura de la Cámara de Comercio (2002). En Art Nueve presentó Desplazamientos a cielo descubierto (2010) y, hace dos años, Naves de Mnemósine (2021); ahora regresa con Primer acto de Odradek, una exposición que consta de tres aproximaciones al «mundo de los objetos».

Tal y como explican los organizadores de la muestra, Martínez selecciona y ordena cuidadosamente estos objetos «en busca de complejos equilibrios donde la atención a los matices, lo sutil y la escucha de lo imperceptible genere espacio para lo ‘mágico’ y evoque resonancias del inconsciente». Y lo hace en enfrentamiento directo con la «cultura actual del desapego» y el profundo desasosiego que produce; esto lleva a la artista a investigar sobre los objetos como agentes que intervienen en la construcción de la identidad –tanto individual como colectiva– y sobre su capacidad para hacer ‘re-conocibles’ los entornos que habitamos.

«En un mundo donde –sin apenas darnos cuenta– las cosas desaparecen continuamente y se torna cada vez más intangible y espectral, resulta necesario indagar en los vínculos y las historias que los objetos establecen con nuestras raíces», explican. El objetivo, por tanto, es «desvelar las relaciones entre lo espiritual y lo material y descubrir lo que subyace al poder simbólico atribuido históricamente a los objetos».

Otro concepto clave en Primer acto de Odradek es el de ritual. En su carácter repetitivo y simbólico, conocido por los individuos de una comunidad, forman una arquitectura temporal que genera pertenencia y estabilidad. De este modo, Ana Martínez propicia el encuentro entre estos objetos de distintas generaciones con el ritual, que celebra el paso del tiempo de las cosas queridas y propone arquitecturas materiales y temporales en las que encontrar al otro, y a través de las cuales construir una identidad colectiva.

«La artista arroja luz sobre el valor simbólico y afectivo que contienen muchos de nuestros objetos cotidianos y nos recuerda que tanto los rituales como las cosas queridas son polos de descanso que nos anclan a la vida», concluyen.